Habría que agradecer a Evelyn Matthei Fornet, candidata presidencial de la derecha agrupada en Chile Vamos, por mostrar su verdadero rostro y pensamiento. Para los conservadores y su abanderada, los Derechos Humanos tienen un valor relativo. Peor aún: el derecho a la vida puede transgredirse cuando se trata de la defensa de sus intereses y de su concepción de la sociedad. Para justificar aquello, es válido distorsionar la realidad de la historia.
De esa forma, Matthei omite que hasta el martes 11 de septiembre de 1973 existía plena vigencia del orden democrático consagrado en la Constitución de 1925. Para ella, sin proporcionar evidencia alguna, “íbamos derechito a Cuba”, lo que a su juicio hacía “bien inevitable (sic) que hubiese muertos”. Agrega que “estábamos en una guerra civil”: si esto último fuera cierto, entonces los perpetradores de las violaciones a los Derechos Humanos en aquel período son criminales de guerra, conforme a los pactos y tratados internacionales.
Para continuar con su vano intento de reescribir la historia señala “ya en el 1978, en el 1982, cuando siguen ocurriendo (los crímenes), ahí ya no, porque había un control del territorio. Ahí yo siento que hubo gente que hizo mucho daño, ‘loquitos’ que se hicieron cargo y nadie los frenó a tiempo”.
¿Quiere sugerir que los aparatos represivos de la dictadura, como la Central Nacional de Informaciones (CNI), la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (DICOMCAR) o el Batallón de Inteligencia del Ejército, eran solo unos “loquitos” que operaban al margen de la verticalidad del mando de las instituciones castrenses? Las investigaciones del Poder Judicial han acreditado rigurosamente lo opuesto.
No es difícil inferir que este fragmento de sus aseveraciones se relaciona con el hecho de que su padre, el comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile (FACh), Fernando Matthei, fue miembro a partir del 24 de julio de 1978 de la Junta Militar de Gobierno durante la dictadura cívico– militar dirigida por el general Augusto Pinochet, hasta fines de la tiranía en 1990.
Los dichos de la señora Matthei son completa y absolutamente inaceptables para los demócratas. El Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 no tiene justificación alguna: fue una ruptura violenta e inconstitucional de la democracia, cuando además aún no se habían agotado los caminos legales para resolver la controversia política de la época. Los demócratas solamente pueden condenar ese hecho.
La dictadura cívico-militar fue ilegítima desde su origen hasta su termino el 11 de marzo de 1990. Y a lo largo de todo ese período en que usurpó el poder se sustentó en el Terrorismo de Estado, expresado en el uso de la desaparición forzada, las ejecuciones y asesinatos, la tortura, el destierro, la persecución a toda disidencia. Nada de ello puede albergar justificación alguna, a menos que se considerase aún hoy un recurso válido, lo que sería inconstitucional y contradictorio con los principios democráticos que regulan hoy la convivencia nacional.
Chile quiere mirar el futuro. Para ello, es indispensable un compromiso de todos los actores políticos con el Nunca Más, con el respeto ahora y siempre de la totalidad de los Derechos Humanos, lo que incluye el imperativo de preservar la memoria histórica.
A este último respecto, nos parece oportuno señalar que la doctrina internacional de los Derechos Humanos señala que la preservación de la memoria histórica es fundamental para la reparación y es una garantía de no repetición. Las palabras de la señora Matthei ofenden a las víctimas y sus familiares, y son una amenaza para un futuro en que la dignidad de todas las personas sea costumbre.
Los Regionalistas Verdes nos comprometemos con ese camino de futuro en verdad y en justicia, como fundamentos de la paz.
Por Mónica Sánchez Aceituno. La autora es Vicepresidenta Nacional de la Federación Regionalista Verde Social (FREVS).
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Santiago, 17 de abril de 2025.
Crónica Digital.