Por Marcel Garcés Muñoz
El quinto aniversario del estallido social del 18 de octubre de 2019 ha vuelto a revivir en el escenario político nacional las odiosidades, la falsificación de un hecho histórico, sin duda dramático, pero pleno de significados, la tergiversación de los hechos, la satanización de los protagonistas, la descalificación del proceso ciudadano, que condujo a un enfrentamiento social de un indesmentible carácter democrático popular.
La ofensiva de la Derecha política y económica por cierto no busca un examen histórico objetivo de los motivos del malestar ciudadano, de los jóvenes, de los trabajadores, de los pobladores, de los ninguneados por una sociedad insensible a sus demandas de una vida mejor, de una seguridad y justicia que les permitiera confiar en el futuro de sus familias, y el cumplimiento de sus esperanzas de educación, salud, prosperidad, trabajo, vivienda, superación.
Nuevamente se escucha el recurso del odio recalcitrante, la estridencia de las amenazas terroristas, en medio de una retórica y un accionar político claramente subversivo en todos los ámbitos (político, seguridad interna, economía, empresarial, “académicos” (y hasta de figuras del mundo religioso, de la industria de las comunicaciones, de personal militar y policial en retiro, etc.).
La ofensiva es coordinada. Es creciente y, obviamente, está en pleno desarrollo.
Una reciente expresión se ha visto en estos días, en “El Mercurio”, reviviendo su experiencia conspirativa que evidenció ya en 1973.
En su Semana Política del domingo 13 de octubre, el periódico que encabezó en 1973 la sedición que llevó al Golpe de Estado militar- empresarial del 11 de septiembre y el asesinato de miles de chilenos (incluidos dos Comandantes en Jefe del Ejército), la tortura, la prisión de otra decena de miles de compatriotas, la persecución y al exilio de centenares de miles, el matutino ensaya algunas explicaciones, más bien, justificaciones de su conducta política, económica que precedió y condujo, hacia el estado de movilización popular y protesta del 18 de octubre de 2019, de lo que se denomina “estallido social”.
El análisis no puede evitar reconocer que, “en fin, ninguna mirada al estallido podría ignorar otra verdad incómoda: el que, pese a la violencia, una gran parte del país, lo apoyó”
Y apuntando al fracaso gubernamental de la Derecha Política, y el empresariado, y al gobierno del fallecido Presidente Sebastián Piñera, y la falta de anticipación de la crisis de “clase política” del momento, y carencias en el diseño de una perspectiva para superar un ambiente de estancamiento, falta de expectativas de futuro y de horizontes.
La crisis de confianza, de perspectivas, tiene que reconocer Mercurio-el diario que hoy encabeza la satanización del “estallido”, “golpeó especialmente a las nuevas generaciones, protagonistas principales de las protestas, también es innegable el descrédito que ya entonces sufrían las instituciones, y el impacto de una suma de abusos en el mundo privado”.
Pero, apunta el comentario- “debiera agregarse la necesidad de una reflexión en la centroderecha que entonces conducía el país. ¿Cómo pudo llegar a establecerse un divorcio tan profundo entre la ciudadanía y un gobierno que sin embargo, mostró alta calidad de gestión y logros tan notables como su manejo de la pandemia?”.
La reflexión aparece como académica, pero no podemos dejar de referirnos a la realidad de una capa política derechista y empresarial que persisten en hablar del 18 de octubre de 2019 como un intento de Golpe de Estado, como una violación del Orden Social, una revuelta terrorista y violenta, el caos, una acción vandálica, o siguiendo el discurso de la conspiradora subversiva venezolana, María Corina Machado que el 21 de octubre de 2019 aseguraba que “existía una articulación de fuerzas criminales en el hemisferio”, que “a través de actos vandálicos tienen un propósito que no es el mero descontento, sino que claramente lo que buscan es derrocar al presidente Piñera”, argumento utilizado en simultáneo por este para afirmar que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso”, declaración insensata que tuvo que ser desmentida, en la oportunidad por el Jefe de la Defensa de la Región Metropolitana, General Javier Eduardo Iturriaga del Campo, quién enfatizó el 21 de octubre de 2019 que “yo soy un hombre feliz. No estoy en guerra con nadie”.
Piñera mismo, dejando en evidencia su incapacidad de prever los acontecimientos en desarrollo, leer y analizar con objetividad las evidencias de los fenómenos sociales y políticos tectónicos de un malestar generalizado en la ciudadanía, de justificar su conducción, ufanarse altaneramente de sus supuestos éxitos, el día 8 de octubre de 2019, solo diez días antes de la notificación masiva e inapelable del rechazo ciudadano, por el modelo neoliberal y sus consecuencias sociales y económicas sobre las mayorías carenciadas, había declarado a Chile y el mundo (Urbi et Orbi”, en el Canal Mega de la televisión local, que “En medio de esta América Latina convulsionada vemos a Chile, nuestro país es un verdadero oasis, con una democracia estable, el país está creciendo, estamos creando 176 mil empleos al año, los salarios están mejorando”.
El “efecto espejismo”, franca demagogia, o desconocimiento absoluto de la realidad económica, del malestar generalizado, rabia acumulada, y a punto de estallar, sencillamente falta de contacto con una realidad en ebullición social, una desigualdad económica insostenible e imposible de disfrazar, ocultar, un gobierno y una clase gobernante, irresponsable , que finalmente solo pudo utilizar el recurso de la fuerza contra “la calle” en movimiento y reprimir, llegando a la violencia institucionalizada del Estado, con su secuela de víctimas de la tortura, lesiones oculares, y los actos bárbaros que caracterizaron la respuesta gubernamental del Estado, y sus aparatos represivos, mostró un gobierno y una clase gobernante incapaz de encontrar una salida patriótica, una respuesta democrática y con ánimo de responder a las justas demandas populares, la mayoría de las cuales siguen estando vigentes en el escenario social del presente.
Obviamente en el complejo momento político actual, cuando muchos de los problemas que emergieron en las demandas populares, de octubre del 2019, siguen presentes en la agenda político social, rebrota también la prédica neofascista y de la ultraderecha, que pretende no solo tergiversar la historia, sino que revivir los fantasmas de la guerra interna, de una supuesta y nunca comprobada conspiración internacional, con los oscuros objetivos de reproducir el genocidio instaurado por el Pinochetismo y el neofascismo, alimentado, financiado y entrenado por Washington, la CIA, y el Pentágono.
Finalmente dos ejemplos concretos de la “guerra interna” en desarrollo, del “ablandamiento sicológico” en plena ejecución, con el objetivo de preparar la ofensiva subversiva de la derecha neofacista, contra la democracia, los derechos humanos democráticos y populares, la vida y la seguridad nacional, que es como ellos ven su estrategia política próxima, los procesos electorales inmediatos y próximas presidenciales de 2025.
El movimiento neofacista, denominado para efectos de marketing publicitario y de blanqueo de su pasado y presente pinochetista como, “Partido Republicano”, no solo califica el 18 de octubre de 2019 como “un día de la vergüenzamovimiento” nacional”, “cuando comenzó un período de insurrección, donde un grupo de vándalos y delincuentes quemaron y destruyeron Chile”, sino que además acusan “a amplios sectores del Congreso y del Gobierno de la época (…) fueron débiles en su actuar y renunciaron a su responsabilidad de exigir el respeto y protección del estado de derecho, siendo serviles a la agenda de la izquierda radical”.
El “movimiento”, cuyo carácter neofascista no solo sse expresa en el apellido Kast sino en el pasado facista de muchos de sus líderes de hoy, y su compromiso y en su momento la “complicidad” con “la obra” y los crímenes del dictador chileno, el general Augusto Pinochet ( 1973-1990) dio a conocer un “programa mínimo” para el próximo futuro, que esperan les sea favorable, indicando que se comprometen, primero “no permitir que el vandalismo disfrazado de protesta social, vuelva tomarse de manera violenta las calles y plazas”, y en segundo lugar, que no aceptaran “jamás, que bajo las excusas de las demandas sociales se pretenda privar a otros de sus derecho a circular libremente (…) trabajar y estudiar en tranquilidad, al tiempo que advierten que perseguirán y sancionarán a todos “quienes lo intenten”, y por último, “un respaldo total y absoluto” a la labor de las Fuerzas Armadas, al tiempo que aseguran que “ la amenaza de la insurrección y el vandalismo sigue plenamente vigente en nuestro país”.
El carácter subversivo del documento, ampliamente difundido por “El Mercurio” este jueves 17 de octubre de 2024, tiene un inequívoco carácter subversivo y sedicioso, situación que debería ser tenido en cuenta por el Gobierno, los partidos políticos democráticos y la propia institucionalidad constitucional.
Todo lo anterior no es casual y revela una seria amenaza a la institucionalidad democrática del país, como lo que también destaca el periódico este martes 15 de octubre, en un artículo firmado por el director del denominado Instituto de Estudios de la Sociedad, IES, Claudio Alvarado que constituye una virtual declaración de guerra donde éste afirma que en el momento presente “No hay un horizonte claramente asentado y las cosas ciertamente no mejoraron en el último lustro. Todo esto debería servir como una campanada de alerta para derechas e izquierda. NO QUEDA DEMASIADO TIEMPO PARA QUE LA CIUDADANÍA COMIENCE A BUSCAR OTRO TIPO DE ALTERNATIVAS” (subrayado por Crónica Digital).
Sembrar el temor, el terror, la incertidumbre, la inseguridad y la desconfianza en las instituciones, entre ellas los partidos políticos, el gobierno, la estructura del Estado, del tejido social, parece ser la estrategia del momento.
El tema para los sectores sociales democráticos y populares es tener en cuenta las amenazas a la institucionalidad, a la estructura social y cultural democrática del país, los derechos del pueblo.
Las elecciones del 26 y 27 de octubre próximo, son un batalla democrática que enfrentar con determinación y en la perspectiva de defensa de la democracia y los derechos del pueblo.
Pero no podemos dejar de tener en el objetivo, en la agenda permanente, que vendrán nuevas y decisivas confrontaciones, batallas por el futuro, nuevos desafíos que enfrentar con unidad y determinación.
La derecha, el pinochetismo revivido en las filas de la derecha neofascista amenaza con la revancha.
¡No se lo vamos a permitir!.
Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 18 de octubre 2024
Crónica Digital