Con motivo de la conmemoración de los 75 años de la primera publicación del inmortal personaje Condorito, Crónica Digital ha considerado pertinente reproducir, con la autorización del autor, el trabajo “Desde Chile a Guatemala: Cóndores y Pingüinos”, que fue publicada recientemente en la Revista de la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG).
Aquellos que hoy ostentan canas y quienes definitivamente ya no tenemos que preocuparnos por llevar un peine en el bolsillo, recordamos con nostalgia y cariño dos revistas chilenas que acompañaron nuestra adolescencia y primeros años de juventud, agregándole un discreto toque de picardía.
Me refiero a dos joyas latinoamericanas de la historieta cómica y la caricatura, El Pingüino y Condorito, nacidos en la nación más austral del continente, pero cuyo éxito las llevo por todos los países del área, incluida nuestra tierra del quetzal donde pasaron de mano en mano, a veces con una complicidad casi conspirativa, sobre todo la primera de ellas.
El Pingüino nació en agosto de 1956 bajo la dirección del creador y dibujante Guido Vallejos que poco antes había sacado a la luz las revistas Barrabases y Mi Vida, esta última convertida en 1958 en un gran acontecimiento periodístico y con uno de los mayores tirajes de Chile.
Son legendarias las portadas de El Pingüino durante los primeros años, salidos de la mano y de la inteligencia irrepetibles de René Ríos Boettiger, cuyo nombre no dice nada a casi nadie si no le agregamos el inmoral apelativo de Pepo, padre de Condorito, pero eso es otra parte de esta historia.
Durante sus primeras cuatro ediciones fue mensual, luego quincenal hasta septiembre de 1957 y a partir de allí semanal durante el resto de su vida editorial, finalizada en 1969, luego de 600 números.
Por sus chistes y personajes y las desenfadadas fotos, subidas de tono para algunos en esa época, fue clasificada como una revista para adultos e incluso Vallejos fue demandado en 1960 por una alcaldesa debida a supuestas faltas a la moral, aunque afortunadamente un juez bastante maduro lo absolvió.
Sus personajes y mini historietas se resisten a abandonar la memoria y entre ellos destacan La Costilla de Adán, de Juan Gálvez Elorza (Fantasio); Willy, del argentino Pedro Seguí; el irreverente Insolencio, creado por Nato, es decir Renato Andrade; o el aplomado Sócrates, del también argentino Rafael Martínez.
Párrafo aparte merece el genial Themo Lobos, de cuya pluma vinieron al mundo los inolvidables Dolchevita, Alaraco y Penjamón.
Y es que Vallejos logró reunir en El Pingüino a lo mejor de la caricatura cómica de ese momento y, por estar, estuvo también Quino, quien durante décadas nos puso a reír pensando, o pensar riendo, que es la manera más eficaz de ejercitar la inteligencia.
Condorito es la otra publicación que desde Chile inundó a esta América nuestra de la mano de Pepo, su creador en 1949, y que perduró hasta su desaparición en febrero de 2019, asfixiada, según algunos expertos, por las modernas tecnologías de la comunicación.
En conversación con el ex Ministro de Bienes Nacionales de Chile, Víctor Osorio, me contó que su origen está en una airada reacción a la mirada paternalista y distorsionada de Estados Unidos hacia nuestros países.
El caso se remonta, explicó, a las películas de Walt Disney “Saludos amigos” y “Los Tres Mosqueteros”, donde muestra al Pato Donald haciendo un recorrido por Latinoamérica donde conoce personajes como el gallo mexicano Pancho Pistolas y el brasileño José Carioca.
A Chile, lo representa como un pequeño y destartalado avioncito rojo llamado Pedro, en aparente alusión al Presidente Pedro Aguirre Cerda, que a duras penas lleva correo por encima de la Cordillera de Los Andes hasta la ciudad argentina de Mendoza.
Indignado ante esta visión de los chilenos ofrecida por Disney, Pepo decide crear un personaje que defina mejor el carácter nacional y escoge para ello a la majestuosa ave que forma parte del escudo nacional. Nació así Condorito, cuya idiosincrasia fue evolucionando con el paso del tiempo.
Según el investigador Claudio Aguilera, en los primeros tiempos fue un simpático pillo rural, con una marcada figura de ave rapaz que pronto perdió para hacerse más esbelto y en los años 50 se empezó a profundizar su compleja relación con Yayita, en ese entonces la típica mujer rural chilena.
La década de los 60 marcó otra transformación, poco a poco abandonó su condición de marginalidad y comenzó a interpretar diferentes roles en consonancia con los cambios en el mundo y en Chile.
Los años 70 definieron su internacionalización pues se editó también en Argentina, Ecuador, Colombia, Venezuela y México, y su lenguaje fue más global, alejado de los modismos chilenos.
Mantuvo, eso sí, sus personajes emblemáticos, como la omnipresente Yayita, convertida en una mujer moderna, el Cumpa, Huevoduro, Pepe Cortisona, Doña Tremebunda la suegra, el perrito Washington y su sobrino Coné.
Condorito fue más longevo y se lee todavía. Difícilmente encontraremos hoy ejemplares de El Pingüino en las canastas de revistas viejas de los mercados y sólo algunos afortunados atesoran números afectados por el inexorable tiempo. Pero varias generaciones mantenemos en la memoria aquellas imágenes que nos remontan a mejores y más relajados tiempos.
Por Edgard Amilcar Morales. El autor es periodista guatemalteco. Hoy es corresponsal de la Agencia Prensa Latina en Chile.
Imágenes: Sitio de la Biblioteca Nacional de Chile y Blog “Yo soy de la Generación Mampato”
Santiago, 30 de agosto de 2024.
Crónica Digital.
