Se equivocan los conservadores y extremistas de derecha: los verdes no encubren sus ideas y propósitos

El término “sandía” fue un mote inventado por la ultraderecha, por los enemigos de los verdes y ecologistas. Sobre todo por los negacionistas del cambio climático. Pretendían en forma maliciosa sugerir que sus apelaciones a la sustentabilidad y el medio ambiente no serían más que pura imagen, una mascarada deliberada para engañar a la opinión pública, porque no serían más que unos comunistas o extremistas de izquierda que se preponen, como siempre lo han pretendido, derribar las instituciones tradicionales y el orden social.

Un ejemplo fue la controversia protagonizada hace unos años por el Cardenal de Sydney, George Pell, quien manifestó que “hay un ala de los Verdes que son como las sandías, verdes por fuera y rojo por dentro. Los hay quienes fueron estalinistas, respaldando a la opresión soviética”. Se refería al partido Australian Greens, respecto del cual sostuvo que “son hostiles a la noción de familia”, dijo que apoyaban el “matrimonio homosexual” (igualitario) y concluyó: “Son un veneno camuflado en dulce”.

Más tarde, Pell llegó a ser Prefecto de la Secretaría para la Economía del Vaticano, pese a que se comentaba que era parte de la oposición al Papa Francisco al interior de la curia. De hecho, Pell fue considerado “papable” en el cónclave de 2013, el mismo en que finalmente fue elegido el Cardenal Jorge Mario Bergoglio. ​

Pell falleció el año pasado. En diciembre de 2018 había sido declarado culpable de delitos sexuales con menores y, en febrero de 2019, se ordenó su ingreso en prisión. Luego de la condena, el Papa le prohibió el ejercicio público del ministerio sacerdotal y fue apartado de sus responsabilidades en la Santa Sede. Sin embargo, tras algo más de un año en prisión, la Corte Suprema de Australia anuló por unanimidad la condena por abusos.

Fue en 1992 cuando los partidos verdes de los Estados de Australia se unieron formalmente, desde sus especificidades regionalistas y territoriales, para crear un nuevo partido federal: los Verdes Australianos. Desde entonces, se han transformado en la tercera fuerza más relevante de la política australiana.

La metáfora de la “sandía” se introdujo en el lenguaje político conservador luego de su uso por el escritor y columnista español Alfonso Ussía en su “Manual del Ecologista Coñazo” (El Papagayo, Madrid, 1992). En aquella obra, Ussía distinguía entre dos tipos principales de ecologistas: el “ecologista sandía” y el “ecologista coñazo” (latoso o insportoble, en la jerga hispana). A su juicio, se trataría de las dos principales modalidades del “ecologismo radical” y se diferenciarían en que el primero, los “sandías”, en verdad no sabe nada de ecología, a diferencia del segundo, que algo sabría del tema.

El abogado estadounidense Chris Horner hoy es uno de los principales propagandistas del negacionismo del cambio climático y es uno de los portavoces del Competitive Enterprise Institute, un think thank que promueve una concepción extremista del neoliberalismo, a partir de lo cual ha asumido el enfrentamiento de los ecologistas como una de sus batallas principales. Uno de los libros de Horner, “Guía Políticamente Incorrecta del Calentamiento Global (y del Ecologismo)”, fue elogiado por Daniel Rodríguez Herrera en “Libertad Digital”, uno de los medios de propaganda de la ultraderecha español: señaló que contenía “todo lo que (usted) siempre quiso saber sobre los ecologistas sandía”.

Rodríguez Herrera es el vicepresidente del Instituto Juan de Mariana, expresión intelectual en España de la ultraderecha neoliberal. El presidente, Gabriel Calzada, escribió el epílogo de la edición hispana del panfleto de su cómplice estadounidense.

Señala que el retrato que Horner “hace de los ecologistas sandía –verdes por fuera, rojos por dentro–, sus contradicciones y verdaderos objetivos (sic) es el punto fuerte de este manual. Más que un análisis científico (…) es un estudio político sobre el ecologismo y la cruzada que ha desatado a cuenta del calentamiento global”. Por cierto, a su juicio el ecologismo no sería más que justificación ideológica de pérfidos enemigos de la “libertad económica” y el cambio climático sería un invento de los mismos subversivos.

Un detalle adicional: el Instituto Juan Mariana fue la entidad que recientemente entregó en Madrid a Javier Milei el Premio Juan de Mariana 2024, en el marco de su tradicional “Cena de la Libertad”: un verdadero aquelarre de extremistas de derecha.

NO HAY NADA QUE ESCONDER

Es valioso explorar los planteamientos del antes mencionado Partido Verde Australiano, los que se expresan, por ejemplo, en la “Carta de los Verdes”.

Señalan: “Vivimos en un momento crucial de la historia. Nunca antes habíamos tenido tantas respuestas a los problemas que han afectado a nuestro mundo en desarrollo. Ahora existen soluciones que podrían disminuir en gran medida la pobreza, el hambre y la mala salud de nuestros semejantes y ahora contamos con tecnologías para reducir y reparar gran parte del daño ecológico causado en nuestro planeta por nuestras actividades industriales y agrícolas. Aire limpio, agua limpia y sostenibilidad ecológica son posibles. Sin embargo, no se está haciendo”.

Agregan: “En todo el mundo, los gobiernos conservadores carecen de la voluntad política para hacer los ajustes necesarios que pongan fin a los conflictos, la contaminación, la mala salud y la inequidad social que caracterizan nuestro tiempo. Los Verdes han crecido en este clima para mostrar un nuevo camino a seguir”.

Señalan que “una respuesta verde a la crisis ecológica se basa en el respeto por toda la vida, humana y no humana. Reconocemos la interdependencia mutua entre la humanidad y el resto de la naturaleza y nos proponemos avanzar por un camino ecológicamente sostenible. Buscamos erradicar la pobreza, la opresión y la discriminación y construir una sociedad sustentada en los valores de la democracia participativa, la justicia social y el respeto a la diversidad cultural y ecológica. Nuestro objetivo es transformar las estructuras políticas, sociales y económicas que oprimen a las personas y desarrollar una vida cultural rica y participativa que permita el florecimiento de un movimiento democrático para un cambio progresista”.

“Creemos que participar en las elecciones es un paso necesario hacia la construcción de una sociedad ecológicamente sostenible y socialmente justa, pero que de ninguna manera es el único paso. Reconocemos y buscamos facilitar los movimientos ciudadanos y las iniciativas comunitarias que trabajen por la responsabilidad ecológica, la justicia social, los derechos humanos, la acción afirmativa en nombre de los grupos discriminados, los derechos soberanos de las Primeras Naciones, la paz y la cooperación internacional”, sostienen.

En ese sentido, expresando su “conciencia de la interrelación de la totalidad de los procesos ecológicos, sociales y económicos”, afirman principios generales como los siguientes:

Ecología: “Garantizar que la actividad humana respete la integridad de los ecosistemas y no perjudique la biodiversidad ni la resiliencia ecológica de los sistemas que sustentan la vida”;

Democracia: “Aumentar las oportunidades de participación pública en la toma de las decisiones políticas, sociales y económicas”; y “romper las desigualdades de riqueza y poder que inhiben la democracia participativa”;

Justicia social: “Erradicar la pobreza mediante el desarrollo de iniciativas que aborden las causas y los síntomas de la pobreza”; y “proporcionar acción afirmativa para eliminar la discriminación basada en género, edad, raza, etnia, clase, religión, discapacidad, sexualidad o pertenencia a un grupo minoritario”;

Economía ecológicamente sostenible: “Desarrollar políticas económicas que garanticen una mayor eficiencia energética y de recursos, así como el desarrollo y uso de tecnologías ambientalmente sostenibles”; “reducir la dependencia de los recursos no renovables y garantizar el uso sostenible de los recursos renovables”; y “adoptar prácticas de evaluación social, ambiental y tecnológica integrales”.

Trabajo significativo: “Fomentar y desarrollar un trabajo seguro, justamente remunerado, socialmente útil, personalmente satisfactorio y no perjudicial para el medio ambiente”.

Cultura: “Proteger la diversidad étnica”; “reconocer las necesidades sociales y culturales de los pueblos de las Primeras Naciones”; y “garantizar los logros de los derechos soberanos y la autodeterminación de las Primeras Naciones”.

Responsabilidad global: “Promover la equidad entre las naciones y los pueblos mediante: facilitar relaciones comerciales justas; prever una mayor asistencia para el desarrollo y una acción internacional concertada para abolir la deuda del Tercer Mundo; proporcionar una mayor transferencia de tecnología y capacidades verdes a los países en desarrollo; oponerse a los abusos de los derechos humanos y la opresión política; desempeñar un papel activo en la promoción de la paz y la sostenibilidad ecológica”.

Los hombres y mujeres verdes no tienen necesidad de esconder sus ideas y propósitos. En forma explícita postulan una nueva concepción progresista y transformadora, y proponen cambiar el modo dominante de producir la vida. No requieren el uso de la torpe caricatura inventada por los conservadores y extremistas de derecha.

Por Víctor Osorio. El autor es periodista, académico y ex Ministro de Estado.

Santiago, 4 de julio de 2024.

Crónica Digital.

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