Académicos de la UV analizan la razón de que ciertos productos y servicios no estén incluidos en este indicador económico.
Esta semana, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reveló un aumento del 0,4 por ciento en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), marcando un acumulado del 1,6 por ciento en lo que va del año. Pero, ¿qué elementos se consideran en este indicador económico y por qué algunos, como la marihuana y los moteles, no están incluidos?
Para comprender mejor este indicador económico, el académico Carlos Felipe Henríquez, doctor en Estadística, profesor del Instituto de Estadística de la Universidad de Valparaíso (IDEUV) e investigador del Centro de Neurobiología y Fisiopatología Integrativa (CENFI), y el ingeniero en Estadística, magíster en Filosofía de las Ciencias y estudiante del Doctorado en Estadística, Rodrigo Barrera, explican qué es el IPC y cómo se lleva a cabo su cálculo.
Tal como lo expresa el profesor Henríquez, la primera canasta para calcular el IPC en Chile se remonta a 1928, e incluyó artículos como carne, pan y transporte en tranvía.
“Esta canasta estaba dividida en cuatro grupos: alimentación, combustible y luz, vestuario y varios, con un total de 43 artículos. En el grupo varios, el ‘viaje en tranvía (en primera clase)’ tenía la ponderación más alta, con un 51,3 por ciento. Dentro del grupo de vestuario, destacaban ‘terno para hombre (sobre medida, género nacional)’ y ‘terno para hombre (sobre medida, género importado)’ con igual ponderación de 27,8 por ciento. En cuanto a alimentación, los principales artículos eran la carne y las legumbres, con un 22,6 y 13,6 por ciento respectivamente, mientras que el pan tenía una ponderación del 8,9 por ciento”.
Con el paso del tiempo, la metodología ha evolucionado para reflejar los patrones de consumo actuales. En la actualidad, la canasta de consumo consta de 283 ítems, determinados a través de la Encuesta de Presupuestos Familiares realizada cada cinco años.
“El IPC, proporcionado por el INE, es un promedio ponderado de una canasta de productos y servicios. Esta canasta se elige cada cinco años a través de la Encuesta de Presupuestos Familiares, considerando tres niveles socioeconómicos (bajo, medio y alto). Incluye 283 ítems, como fideos, arroz o harina, sin especificar marcas. Los precios se registran mes a mes para determinar la variación respecto al mes anterior. Las ponderaciones determinan la importancia de cada ítem en el promedio, lo que evita que todos tengan el mismo peso”, señala Henríquez.
Por su parte, Rodrigo Barrera complementa que los precios se registran mes a mes para determinar la variación respecto al mes anterior. Las ponderaciones determinan la importancia de cada ítem en el promedio, lo que evita que todos tengan el mismo peso.
Agrega que “los precios de estos ítems se registran mensualmente en una variedad de establecimientos comerciales, como panaderías, supermercados y tiendas de barrio. Sin embargo, el INE excluye los puntos de venta informales para mantener la consistencia en la recolección de los datos. En caso de cierre de un establecimiento, se busca uno similar para continuar con el seguimiento de los precios. Este proceso garantiza una comparativa coherente de los precios mes a mes, lo que alimenta una base de datos para analizar las variaciones respecto al mes anterior”.
¿Entonces, qué es el IPC?
Ambos estadísticos sostienen que “en realidad, los medios de comunicación suelen no distinguir entre el IPC y la variación del IPC, y habitualmente se refieren a la variación del IPC simplemente como IPC. Por ejemplo, si en un mes la variación del IPC es de uno por ciento, esto sugiere que los precios han aumentado —en promedio— en un uno por ciento respecto al mes base. Es decir, ciertos productos subirán de precio e incluso otros bajarán, pues es un promedio (ponderado). Sin embargo, dos productos diferentes pueden variar en un uno por ciento, pero si tienen ponderaciones diferentes incidirán de manera distinta en el promedio ponderado”.
Ahora bien, dicen, “hay elementos del gasto cotidiano que, por su naturaleza, son difíciles de rastrear o cuantificar para incluirlos en el IPC. Por ejemplo, aunque es común en Chile dar propinas del orden del diez por ciento en los restaurantes, este gasto varía ampliamente entre individuos y situaciones, y no todos frecuentan restaurantes de manera regular. Asimismo, gastos personales o discretos, como los realizados en moteles, son poco probables de ser reportados en encuestas de consumo. Otros ítems, como la marihuana, al estar fuera del marco legal, no pueden ser considerados para el registro oficial de precios”.
Por ello, cierran, “aunque la metodología para calcular el IPC busca ser lo más representativa y exhaustiva posible, ciertas limitaciones inherentes a la naturaleza de algunos gastos hacen que no todos los aspectos del consumo puedan ser reflejados en este índice”.
Santiago de Chile, 11 de abril 2024
Crónica Digital/uv.cl