Hace tan solo unas semanas, mi hijo y yo fuimos víctimas de un violento asalto en las cercanías de nuestro hogar.
Expreso mi profunda preocupación frente al exponencial problema de la delincuencia que aqueja a nuestro país. Además, deseo compartir mi experiencia personal, la cual refleja la impotencia que sentimos los ciudadanos ante un sistema burocrático y la frustración de no poder hacer nada frente a los hechos delictuales de los que somos víctimas.
El hecho que vivimos y sufrimos junto a mi hijo no solo dejó una marca indeleble en nuestra psique, sino que también resaltó la vulnerabilidad que enfrentamos como ciudadanos. Durante el asalto, fuimos testigos de que la delincuencia no es meramente un problema que afecta a estadísticas abstractas, sino que se manifiesta de manera tangible y aterradora en la vida cotidiana de las personas.
La impotencia que experimentamos en ese momento se ha visto exacerbada por la percepción de que el sistema burocrático actual no está a la altura de las circunstancias: desde el trámite del bloqueo de la Cédula de Identidad y la clave única hasta la recuperación de la licencia de conducir fue un suplicio. Y el discurso de las autoridades frente a estos hechos delictuales es siempre la misma: denuncie, Denuncie, DENUNCIE, pero los trámites para presentar una denuncia y la falta de medidas efectivas para devolvernos la tranquilidad y prevenir la reincidencia delictiva han contribuido a una sensación de desamparo entre los afectados, que por supuesto entiendo y comparto con la ciudadanía.
La frustración se apodera de nosotros al observar cómo los ciudadanos de bien nos vemos limitados en nuestra capacidad para influir en la seguridad de nuestras comunidades y obligados a guarecernos en nuestros hogares para no andar en la calle a cierta hora que sería más propensa a que sucedan estos hechos, porque no es justo, ni sensato que nosotros nos encerremos y la delincuencia ande libre afuera. Además, por otra parte, nada nos asegura hoy incluso dentro de nuestros hogares. Nos sentimos atrapados en un círculo vicioso donde la delincuencia aumenta, la burocracia entorpece y la confianza en las instituciones se desvanece.
Es imperativo que se aborde este problema de manera integral y urgente. La seguridad de los ciudadanos no puede ser sacrificada en aras de un sistema que parece distante y desconectado de la realidad que vivimos. Se requieren reformas concretas, eficaces y de aplicación inmediata para restaurar la confianza en nuestras instituciones y devolver la tranquilidad a nuestras comunidades.
Confío en que la difusión de estas preocupaciones contribuirá a sensibilizar a la sociedad sobre la urgencia de abordar la delincuencia y mejorar nuestro sistema de seguridad.
Por Paulina Torres Barrientos. La autora es Concejala de Macul e integrante del Partido Regionalista Verde.
Santiago, 27 de febrero de 2024.
Crónica Digital.