Rectora de la UTEM: La educación debe ser una prioridad permanente del Estado y la sociedad chilena

El Día Internacional de la Educación fue proclamado por la Asamblea General de Naciones Unidas en diciembre de 2018, mediante la Resolución 73/25, que subraya la importancia fundamental de la educación para lograr la paz y el desarrollo sostenible, resaltando en toda la humanidad que la educación constituye un derecho humano esencial, un bien público y una responsabilidad colectiva.

Hoy es el sexto Día Internacional de la Educación. En esta ocasión, el dramático aumento de los conflictos internacionales hace que el lema sea “Aprender para una paz duradera”. La conmemoración de esta jornada supone una reivindicación de los compromisos e iniciativas de los Estados y países del mundo, para traducirlas en acciones concretas, transformadoras e inspiradoras.

Como explican las Naciones Unidas, “el aprendizaje para la paz debe ser transformador y contribuir a dotar a los estudiantes de los conocimientos, valores, actitudes, competencias y comportamientos necesarios para convertirse en agentes de paz en sus comunidades. Los cimientos de las sociedades más pacíficas, justas y sostenibles se sientan a través de la educación, una fuerza que impregna todas las facetas de nuestra vida cotidiana y nuestras perspectivas generales. Frente a la escalada del cambio climático, la erosión democrática, las desigualdades persistentes, la creciente discriminación, los discursos de odio, la violencia y los conflictos en el mundo, la educación emerge como poderosa herramienta para abordar y prevenir estos retos en el futuro. Además, cuando se configura y aplica eficazmente, la educación es una inversión a largo plazo con rendimientos al alza”.

En el caso específico de Chile, la educación pública, en todos sus niveles, no puede salir de las prioridades de la agenda pública, pues constituye una herramienta principal para un tránsito viable de progreso social, en el sentido delineado por los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Ello es particularmente cierto en un contexto de una recesión a escala mundial, desigualdades crecientes, crisis climática y violencia generalizada. Un compromiso con la paz es una urgencia y la educación es fundamental en este propósito.

La educación, además, tiene un papel determinante e irremplazable frente a desafíos como la erradicación de la pobreza y la exclusión social, el crecimiento económico, la igualdad de género, la promoción de la democracia, el estado de derecho, el respeto de los derechos humanos y la resolución no violenta de los conflictos. Todas esas variables de realización son ciertamente condiciones indispensables para una paz duradera.

Este año, la UNESCO ha dedicado el Día Internacional de la Educación al papel crucial que desempeña la educación en la lucha contra la incitación al odio, un fenómeno nocivo para las sociedades cuya propagación se ha acelerado con el uso de las redes sociales. Según la Directora General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Audrey Azoulay, “el discurso del odio alimenta los prejuicios y la discriminación y puede permitir y normalizar la violencia. Su reciente escalada mundial, amplificada por el uso de las redes sociales y exacerbada por nuevas y prolongadas crisis en diferentes regiones, afecta gravemente a la seguridad de las comunidades de todo el mundo. En este día, la UNESCO insta a sus Estados Miembros a dar prioridad a la educación como una herramienta para promover sociedades que valoren la dignidad humana y la paz”.

Frente a la “propagación acelerada de la incitación al odio”, señala el organismo, “nuestra mejor defensa es la educación, que debe estar en el centro de cualquier esfuerzo por la paz. Es nuestro deber colectivo capacitar a los alumnos de todas las edades para deconstruir el discurso del odio y sentar las bases de sociedades integradoras, democráticas y respetuosas de los derechos humanos”.

El pasado 20 de noviembre, los 194 Estados Miembros de la UNESCO aprobaron la histórica Recomendación sobre la Educación para la Paz, los Derechos Humanos y el Desarrollo Sostenible durante su Conferencia General. Es el único instrumento normativo mundial que establece cómo debe utilizarse la educación para lograr una paz sostenible y fomentar el desarrollo humano basándose en 14 principios rectores.

La Recomendación articula la totalidad de dimensiones de la educación y vincula diferentes ámbitos, desde las tecnologías digitales y el cambio climático hasta las cuestiones relativas al género y libertades fundamentales, proponiéndose construir sociedades más pacíficas, justas, igualitarias, inclusivas, democráticas y sostenibles.

La Recomendación reconoce que la paz se construye no solamente mediante negociaciones internacionales, sino también en las instituciones de educación, en los campos de deporte, mediante la educación artística y científica, y a lo largo de toda la vida.  En esta perspectiva, define 14 principios rectores que deberían guiar y orientar la transformación de los sistemas educativos.

El documento hace especial énfasis en los derechos humanos y las libertades fundamentales e integra cuestiones consideradas fundamentales para lograr una paz sostenible, como el desarrollo sostenible, el cambio climático, el respeto a la diversidad, la igualdad de género y la alfabetización mediática e informacional. Entre los 14 principios rectores, subraya que, más allá de las competencias básicas en lectoescritura y aritmética, las y los estudiantes deben adquirir competencias como la empatía, el pensamiento crítico, la comprensión intercultural y la gestión sostenible del medioambiente.

Desde la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), nos ponemos a plena disposición de acometer ese desafío de envergadura histórica.

Por Marisol Durán Santis. La autora es Rectora de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM).

Santiago, 24 de enero 2024.

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