Intercambios de alto nivel, desacuerdos comerciales, contradicciones por Taiwán, ciberataques y espionaje caracterizaron los nexos entre China y Estados Unidos en 2023, que fluctuaron entre el enfrentamiento y la distensión.
Por Isaura Diez
Corresponsal jefa en China
El año se inició con el derribo por parte de Washington de un globo chino que sobrevoló el territorio norteamericano y con las acusaciones de espionaje al gigante asiático.
Aclaró Beijing que se trataba de un objeto para uso científico que se desvió de su ruta original por mal tiempo, en tanto rechazó la exageración del suceso y las imputaciones en su contra.
En declaraciones a Prensa Latina, Pan Deng, director del Instituto de Derecho de América Latina de la Universidad de Ciencias Políticas y Derecho, subrayó que cuando la relación bilateral entra en una etapa de distensión “se producen cisnes negros en Estados Unidos”.
La especulación y la farsa política sobre el tema del «incidente del globo» que hicieron algunos políticos estadounidenses son un ejemplo de ello, agregó.
Por otro lado, el año cierra con la reanudación del diálogo militar entre los dos países, suspendido desde 2022.
Estos y otros momentos marcaron una relación que tuvo su punto más relevante en un cara a cara entre los presidentes de China, Xi Jinping y de Estados Unidos, Joe Biden.
TENSIONES COMERCIALES
En 2023 el gigante asiático expresó preocupación por los aranceles norteamericanos sobre productos chinos, las políticas acerca de semiconductores, las restricciones a la inversión, los subsidios discriminatorios y las sanciones a sus empresas.
Estados Unidos sancionó al menos a cinco compañías de esta nación asiática por negociar con Rusia, ya que según Washington, todas son sospechosas de desarrollar actividades contrarias a su seguridad nacional e intereses de política exterior.
Beijing calificó de irrazonables las medidas, acusó a la Casa Blanca de agravar el conflicto de Ucrania con el suministro de armas a Kiev y negó el supuesto apoyo militar a Moscú.
A ello le siguieron poco después nuevas imputaciones del Departamento de Justicia contra cuatro empresas chinas y ocho empleados por supuestos crímenes vinculados a la producción y comercialización del fentanilo.
La Cancillería acusó al país norteamericano de usar ese potente opioide como pretexto para castigar, sentenciar y hasta recompensar la persecución de sus compañías.
Las contradicciones sobre este tema aumentaron en septiembre último cuando Biden incluyó a China en la lista unilateral de países productores de drogas, lo que enfureció a Beijing.
Estados Unidos decidió además usar la Ley de Autorización de Defensa Nacional para incluir contenido negativo relacionado con la nación asiática.
En todas estas ocasiones Beijing subrayó que las acciones unilaterales interrumpirían las actividades comerciales normales, la producción global y las cadenas de suministro, lo cual perjudicaría a los propios inversores estadounidenses.
De hecho, China denunció el abuso del concepto de seguridad nacional en este sentido y así lo comunicó a la secretaria de Comercio norteamericana, Gina Raimondo, durante una visita histórica aquí a mitad de 2023.
En ese momento la divergencia entre las dos principales economías fueron evidentes: Beijing insistió en la necesidad de un entorno de políticas favorables para la cooperación empresarial y Washington calificó a su contraparte como un terreno riesgoso para la inversión.
Una declaración conjunta anunció la creación de un grupo de trabajo para evaluar soluciones sobre negocios específicos y la puesta en marcha de un mecanismo de intercambio de información acerca de controles de exportación.
Ese fue un paso importante para la distensión, sin embargo, los vínculos continuaron deteriorados por la interferencia de Estados Unidos en los asuntos internos de China.
CONTRADICCIONES POR TAIWÁN
En 2023 Washington aprobó en al menos cuatro ocasiones venta de armas o asistencia militar a Taiwán, lo que el gobierno chino consideró una grave violación a su soberanía.
Además, el presidente de la Cámara estadounidense de Representantes, Kevin McCarthy, recibió a la líder de la isla, Tsai Ing-wen, durante su corta estancia en la nación norteña.
Como respuesta, el ejército chino se desplegó cerca de Taiwán con aviones, buques de guerra, equipos y armamentos de última generación involucrados en ejercicios masivos, a fuego vivo y de alta intensidad.
Posteriormente Beijing sancionó a entidades e individuos de la isla y Estados Unidos, una práctica que repitió después contra empresas militares del país norteño.
Las tensiones continuaron pese a que Estados Unidos respalda el principio de Una Sola China y declaró en varias ocasiones que no apoya la independencia de Taiwán.
En junio pasado Beijing expresó su fuerte oposición a la firma de un pacto entre las dos partes que prevé asistencia militar por valor de hasta 345 millones de dólares.
Asimismo, Lai Ching-te, vicepresidente de Taiwán, hizo una escala en Estados Unidos en su viaje a Paraguay y allí realizó actividades políticas.
Según la Cancillería asiática, se trata de “un alborotador separatista”, quien además es uno de los candidatos para las próximas elecciones al liderazgo de la isla.
Por si fuera poco, el gobierno de Biden aprobó por primera vez una ayuda militar directa a Taiwán en el marco de un programa de asistencia a gobiernos extranjeros.
China rechazó la intención de Estados Unidos de convertir la cuestión de Taiwán en un problema internacional para provocar la confrontación con otros países.
El Ministerio de Defensa asiático condenó la última venta de armamento a la isla anunciada por la nación norteamericana.
“No importa cuántas armas proporcione Estados Unidos a la región de Taiwán, el curso histórico de la reunificación de China es inevitable”, enfatizó la Cancillería.
Otros temas de seguridad que tensionaron los vínculos estuvieron vinculados a los casos de espionaje descubiertos por Beijing en puestos clave de la industria militar y del gobierno que involucraron a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.
TECNOLOGÍA Y CIBERSEGURIDAD
China denunció a mitad de año el ataque cibernético a un centro estatal de Wuhan, provincia central de Hubei, y subrayó que tuvo un probable origen estadounidense.
De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, las agencias gubernamentales del gigante asiático están sujetas a ataques cibernéticos masivos casi a diario, y la mayoría de ellos se originan en territorio norteamericano.
«Estados Unidos es el imperio de piratería más grande del mundo y el ladrón cibernético global», dijo el portavoz Wang Wenbin.
Otro frente de confrontación entre ambas naciones estuvo relacionado con el intercambio y venta de tecnologías, sobre todo en el tema de los semiconductores.
La Cancillería china denunció en agosto pasado la politización de los negocios por parte de Estados Unidos al utilizar las cuestiones tecnológicas y comerciales como armas para impedir el desarrollo del gigante asiático.
Beijing rechazó la decisión ejecutiva de Washington de controlar aún más las inversiones de entidades estadounidenses en los sectores de semiconductores y microelectrónica, tecnología de información cuántica e inteligencia artificial en China.
De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, se trata de una coerción económica y hostigamiento tecnológico, «un acto que viola gravemente los principios de la economía de mercado y la competencia justa».
En este mismo sentido, el Ministerio de Comercio rechazó la presión de legisladores estadounidenses que pidieron más controles de exportación a los chips informáticos avanzados dirigidos al gigante asiático.
DIPLOMACIA Y DIÁLOGO
“Desde mediados de 2023, diversos sectores de Estados Unidos expresaron con frecuencia su deseo de comunicarse con el lado chino: el poder ejecutivo, los legisladores, gentes de negocios, los líderes locales y la sociedad civil visitaron frecuentemente el país y sus gestos transmitieron señales de respeto mutuo», comentó Pan a Prensa Latina.
En efecto, desde junio y en menos de cuatro meses visitaron China el secretario de Estado, Antony Blinken; la secretaria del Tesoro, Janet Yellen; el enviado especial para cambio climático, John Kerry, entre otros. Por su parte el canciller Wang Yi también viajó a Washington.
“Se puede decir que la parte estadounidense había entendido perfectamente las exigencias de China y demostrado su sinceridad a la hora de crear condiciones para una cumbre bilateral de alto nivel, en esa atmósfera el encuentro en San Francisco se celebró”, enfatizó el experto.
La reactivación de canales para acercar más a Estados Unidos y China y mejorar sus tensas relaciones fue un punto a favor del encuentro entre los líderes Joe Biden y Xi Jinping en noviembre pasado, al margen de la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico.
“Sin embargo, la conversación de unas horas no podría resolver los conflictos estructurales entre ambos países, han pasado unos días y vemos que las erróneas políticas económicas y comerciales de Estados Unidos hacia China y su supresión en el campo de la alta tecnología siguen sin cambiar”, agregó Pan.
No obstante, el especialista señaló que el consenso alcanzado en San Francisco desempeña un rol positivo en cuanto al entendimiento mutuo de que la confrontación implicaría enormes costos económicos y sociales, por lo que es mejor gestionar las discrepancias de forma racional.
En la actualidad Estados Unidos tiene identificados el desarrollo biotecnológico, la Inteligencia Artificial, la modernización del Ejército, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la cooperación con Rusia y otros tantos programas de China como una amenaza para su seguridad nacional.
Beijing, 29 de diciembre 2023
Crónica Digital/PL