Por Roberto Lobos*
En Chile se quebró la política de consensos, la evaluación de esta situación acá no será abordada, pero lo cierto, es que la polarización es cada vez más notoria. Y precisamente ha sido la oposición por derecha la que ha buscado instalar este escenario. Recordemos que este año se cumplió el 50 aniversario del Golpe de Estado y a diferencia del gobierno, fue esta oposición la que busco hacer parecer a la política oficial como una provocación, cuando en los hechos el Gobierno ha realizado una veloz peregrinación hacia el centro político. Lo mismo ha sucedido sobre el 18 de octubre, del enemigo interno a una banda delictual, la derecha ha ido afinando su discurso preparando y moldeando la memoria histórica, mientras desde el gobierno pareciera que han decidido olvidar para no recordar.
Los que sí añoran el pasado previo al acontecimiento y quieren recordar, son los que ahora dicen jódanse o esto está cerrado. Los argentinos, mucho más acostumbrados a la política performática tiene una canción que resuena en las movilizaciones, cantan ¡unidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode, se jode! Una polaridad natural que ha ido desvaneciéndose con los años; después del último resultado electoral trasandino, con unidad y todo, los trabajadores se joden. Lo que allá es natural, acá es una sorpresa, al menos para quienes quieren seguir creyendo en la política de consensos. A los ingenuos quizás habría que contarles que el viejo pascuero son los padres o más bien las madres, como indican las últimas encuestas y Chile elije creer.
El tema es que pare creer, primero hay que contar el cuento y la izquierda está contando poco. La campaña “en contra” parte a la defensiva. Las cosas como son, terminamos defendiendo la constitución de Pinochet y votando con Rojo Edwards. Nos tienen contra las cuerdas, tal es así que la derecha se da el lujo de corrernos por izquierda. Sinceramente ¿alguna vez pensamos que el gobierno cantaría “para cerrar esto voto”? la vedad es que no, pero el tiempo para la autocrítica pasó hace rato. ¿Nada de esto era predecible? Quizá sí, en el momento que se dejó la política de transformación por la transformación de la política de quienes alguna vez tuvieron algo que contar. Ese fue el momento “amiga date cuenta” de nuestra historia reciente, pero seguimos creyendo en el viejo pascuero.
Las elecciones no están ganadas, mesuradamente se ha ido acortado el resultado, y el voto en Chile sigue siendo una ruleta rusa. Decía que nos tenían sobre las cuerdas, porque es una boxeadora de puente alto en la franja a favor la que nos da el relato desde abajo, el giro de la revolución a la mesura de no cambiarlo nada, fue una decisión de los temerosos, por decir lo menos. En Chile la derecha se da el lujo de decirle a los ex líderes estudiantiles “¿Qué han hecho por la educación?” Mientras que el oficialismo sigue pasando la lista en un aula vacía, y la verdad es que después de tantas equivocaciones uno podría pensar que quizá olvidaron abrir la puerta del establecimiento. El triunfo de Milei en argentina es una advertencia, la gente se cansa y aunque todo indique hoy que Chile busca un voto conservador y de centro, es lo material lo que determina finalmente la realidad. Estas últimas semanas debemos defender lo que hasta ayer era indefendible, sacudirnos el polvo y preparar el escenario pensando más allá de las batallas inmediatas, alguien debe hacerlo.
*Director del área de investigación de Fundación Plebeya
Crónica Digital
Santiago de Chile, 04 de diciembre del 2023