Por Tomás J. Reyes*
La biblia de Lilith, Editorial Zuramérica, primera edición, diciembre del 2022. Silvia Rodríguez, nuestra eximia poeta maulina, hoy nos sorprende con una entrega que fascina por varios motivos. Primero, su osadía de cruzar la frontera desde la poesía hacia un relato de largo aliento. La travesía, según su propio testimonio, fue larga y difícil, pero llegó sana y salva y lista para nuevos retos. El resultado es un libro respetable, de casi trescientas páginas en donde se asoma a temas poco tratados en nuestro medio, la posibilidad de una biblia en clave femenina y la vida de las mujeres en Colbún, un poblado campesino del Maule profundo.
Belén, la protagonista, regresa a su pueblo después de una estadía en la cárcel. Lleva consigo las heridas del desamor y la violencia. La reciben su madre y sus hermanos, la recibe el pueblo con sus grandes amigos y los que no lo son tanto. La recibe el espíritu de su abuela y el manuscrito que le heredó. La recibe una nueva vida que debe aprender a tolerar y hacer valer de la mejor manera.
La importancia de La biblia de Lilith, según mi parecer, además de reivindicar el aporte gigantesco y poco reconocido de las mujeres en el desarrollo humano, es plantar cara a la biblia que todos conocemos, que es un escrito en el que los protagonistas son varones y la mujer es relegada a un papel secundario, sin embargo, en la novela de Silvia Rodríguez, el poder creador es trasladado a lo femenino: «Mi Borei, la creadora de sí misma, cogiendo una partícula de cada universo dijo: como de mí has nacido, te llamarás Lilith, una vez que el flujo de tu sangre sea maduro, se separará la hembra de lo macho para luego unirse al mundo que les será dado.» Y más adelante señala: «Mi Borei, después de un silencio, sacó una horquilla de su cabellera y la depositó sobre el océano. Fue entonces que las aguas aprendieron a entonar melodías, las aves a volar y a emitir un canto para reconocerse». Como acabamos de comprobar, no solo la creación es de origen femenino, sino que es consumada de manera sencilla y poética a la vez.
Como ya lo señalaba en párrafos anteriores, Belén vuelve a Colbún e inicia su proceso de reconstrucción personal y ese movimiento corresponde a la trama central de la novela. Le ayuda su familia y los amigos más amigos, sin embargo, los fantasmas del pasado aparecen y vuelven a aparecer, obstaculizando ese transcurso hacia el restablecimiento que ha emprendido. Los báculos que le permiten sostenerse son su madre, Mercedes, el recuerdo de su abuela y el escrito que heredó de la anciana.
Llama la atención la apertura de la novela hacia los aspectos más íntimos de un pueblo como Colbún, oculto a los ojos del grueso del país y a los vaivenes de la economía global. En ese poblado la vida continúa en las cercanías de lo tradicional y por ello, es una gasa que envuelve a Belén y la ayuda en su proceso de sanación. Por lo mismo, La biblia de Lilith se construye como una novela que testimonia y juega en los márgenes de la sociedad moderna, una novela que rescata la vida apacible de un pueblo para reconstruir la vida de una persona herida. En una de sus descripciones señala: «El pueblo de Colbún es como un álbum de fotografías, y cada uno puede recordar sus valiosos y precarios momentos de vida con solo mirar y recorrer su única calle». Más adelante, el texto nos muestra procedimientos antiquísimos de magia, que ejercían casi siempre las mujeres: «Las dos se hincan a los pies de la cama y al unísono comienzan a rezar el Padre nuestro, luego, a medida que la señora Margarita pasa el huevo crudo por todo el cuerpo de Belén, Mercedes continúa rezando con fervor. Una vez terminada la acción, Margarita rompe el huevo en un vaso de agua y lo levanta hacia la luz que proviene de la ventana exclamando –bendito sea Dios, no se rompió la yema, y la clara está muy transparente»
La energía de esta novela está en el rescate de lo femenino, tanto en las vivencias de Belén y su familia, como en los saltos y regresos hacia la biblia de Lilith, ese documento que nos ilustra acerca del aporte de las mujeres a nuestra civilización en aspectos desconocidos hasta ahora. Señala sobre Hipatía de Alejandría: «Su casa era centro de instrucción, atraídos por su fama, asistían estudiantes de todo el imperio romano. Su erudición la llevó a unir pensamiento, ciencia y libertad… Era consejera de las más altas magistraturas de Alejandría…». Vale recoger a este personaje porque sufrió como Belén, aunque, Hipatía fue asesinada por el obispo Cirilo y la iglesia patriarcal de Alejandría.
En resumen, se trata de una obra bien escrita, con un lenguaje transparente y poético a la vez, y que irradia un gran poder femenino. La historia de Belén rige el transcurso de los hechos y la biblia hace el contrapunto necesario para que el texto sea equilibrado y ameno a la lectura. Pero, a mi juicio, lo que potencia la novela es el rescate de la vida en las afueras de la civilización moderna: el poblado de Colbún con sus costumbres y ritos y, por otro lado, la biblia como un salto al pasado remoto y femenino de la humanidad.
*Narrador, Poeta y Ensayista
Máster en Escritura creativa
Crónica Digital
Santiago de Chile, 29 de noviembre 2023
