Reflexiones en torno al “fuego sagrado” y los juegos Panamericanos

Por Marcel Garcés Muñoz

Lo cierto es que la partida del Fuego Sagrado, que simboliza los llamados Juegos Panamericanos y Parapanamericanos a desarrollarse en nuestro Chile, desde el magnífico escenario  histórico de Teotihuacán en México, tiene un significado simbólico de pasado, presente y futuro para nuestra recuperación histórica y sobre todo para la  restauración de nuestra identidad

Es sin duda un acto memorable de reivindicación de nuestras raíces históricas como pueblos, civilizaciones, cultura, y un destino.

Y hay que agradecer a las autoridades políticas, estatales, deportivas y culturales de ese país, nuestro México lindo y querido, que nos hayan recordado nuestras raíces en momento de una competencia deportiva regional, de lo que hoy conocemos con nuestra América, que nos convoca a una competencia de destrezas, de fuerza, de amistad, de alegría compartida, de convivencia, en medio de un escenario global y a veces regional, de incertidumbres sobre nuestro futuro, de desconcierto, de confrontaciones políticas y desafíos sociales.

Vincular una fiesta deportiva de toda la región, con las raíces étnicas de nuestros pueblos, con su origen y su hermosa cultura originaria, con las venas y la sangre que nos hizo, primero,  hijos de la “Pachamama”, que nos dio la identidad y la perspectiva histórica de lo que fuimos, somos y seremos, es una reivindicación digna, que no debe ser olvidado.

Mal que mal no hay que olvidar que el concepto del que “panamericanismo” se fundamenta  en los objetivos o designios de dominación continental , que con el argumento de  la “unidad geográfica  y afinidad política”, imponen como criterio regional la política estatal, los intereses económicos y comerciales, y las consideraciones militares e imperiales de Estados Unidos , para contraponerse a los intereses coloniales de las potencias europeas,  en momentos históricos cuando los criollos enarbolan  aspiraciones  de autonomía e independencia.

Mal que mal conviene, en momentos legítimos de alegría y entusiasmo deportivo colectivo, recordar que en el concepto de “paramericanismo” se esconde un objetivo de subordinación  de la potencia imperial a la región imponiendo el concepto, ya en  1890, manteniendo el objetivo clave de una dominación geográfica, política, económica, militar y hasta cultural.

O sea una versión que cada cierto tiempo se disfraza y moderniza pero con su permanente sentido original e indesmentible: “América para los Americanos”.

Esta doctrina de dominación,  se renueva a lo largo de una historia  de explotación  hacia la región , resumida en eslóganes como  una “integración”, una “unión de los pueblos americanos”, una “solidaridad continental”, “Alianza para el porogreso”,  “Democracia Occidental”, o “Guerra Fría”,  fundamentada en las ideas de “la unidad geográfica y afinidad política”,  de la metrópoli con las colonias.

Luego,  vendrían los instrumentos más descarados de la  “ingerencia “, ( decenas de conspiraciones , Golpes de Estado, como  el del 11 de septiembre de 1973 en Chile, asesinatos de líderes populares de América Latina, invasiones descaradas, financiamiento de  yanaconas locales, decenas de bases militares, complot de la CIA,  y los instrumentos  permanentes de  entrenamiento político, militar, injerencia y corrupción, , como los “Tratados de Asistencia Recíproca”, cuyo objetivo político-militar a nivel regional y global es imposible de disfrazar,  el “Banco Interamericanos de Desarrollo”, la Organización de Estados Americanos”- definido con razón como el Ministerio de Colonias de Estados Unidos, y claro, la “Organización  Deportiva Panamericana”.

Claro que cabe celebrar que hoy, Chile sea escenario de este evento “panamericano” y sentir orgullo por el esfuerzo organizativo, financiero y deportivo y que al “fuego sagrado” haya partido desde un escenario que recuerda y rinde homenaje a nuestros ancestros y nuestra historia vernacular como civilización originaria.

Y que una competencia deportiva representativa de múltiples disciplinas tenga como escenario, nuestra historia y nuestro  escenario geográfico y ello refleje, nuestro futuro, proyecto nacional y nuestras esperanzas.

El que la tradicional “Llama Olímpica”, con que los griegos iniciaban su fiesta olímpica, que ponía un espacio simbólico de tregua, de paz, para dar paso a una competencia de habilidades a los deportistas, por sobre quienes guerreaban por espacios, dominios, riquezas o esclavos, se encendiera, este 29 de septiembre de 2023 , en Teotihuacán, anunciando los Juegos Panamericanos y Paralatinoamericanos, en un escenario que nos recordaba  nuestro origen histórico y cultural, étnico y libertario, antes del llamado “descubrimiento” de los que vinieron a hacerse “la América”, no fue un mero gesto publicitario.

De alguna manera fue recuperar el sentido profundo, popular de una práctica social, latinoamericana, nacional y regional, el deporte, la sana competencia fraternal de quienes son hijos de una misma familia, los hijos de esta tierra, que Pablo Neruda, nuestro Premio Nobel retratara en su Canto General.

Y que mas allá de la confabulación propia del mercado, de las competencias publicitarias del avisaje, auspicios, las ganancias y los intereses privados o propios, irrumpieron desde las raíces, desde el arte vernacular, colectivo, el colorido y ritmo que parecía  emerger- y asi lo sentimos- desde los principios de nuestra historia, la real, no  la imaginada o tergiversada, ni la impuesta por los conquistadores de la invasión colonialista española, portuguesa y estadounidense.

Gracias, hermanos mexicanos, por esta lección de historia, de solidaridad, de recuperación de nuestra sentido de hijos de esta tierra, de la Pachamama, de rescate de nuestras raíces, de nuestro destino, es decir de nuestra historia de ayer, hoy y mañana.

Y esperamos que la llama  del Fuego Sagrado ilumine nuestros caminos.

Y que, ojalá, inspire a nuestras autoridades para tomar el ejemplo y represente a nuestros pueblos originarios, con creatividad, en acontecimientos como este evento deportivo, y los instale, con respeto y trascendencia, como protagonistas, sociales, artísticos, y por qué no, como anfitriones.

¿Sería Mucho Pedir?.

El autor es periodista
Director de Crónica Digital

Santiago de Chile, 4 de octubre 2023
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