Por primera vez en su historia Estados Unidos sufría en carne propia el impacto del terrorismo que ha sido, en muchos casos, un arma al servicio del propio Washington contra otras naciones del mundo.
El 11 de septiembre de 2001, un grupo de 19 terroristas secuestraron cuatro aviones comerciales; estrellaron dos de ellos contra las torres gemelas del World Trade Center y uno contra el Pentágono en Washington, DC, mientras una cuarta aeronave se desplomó en Pensilvania.
Como resultado, perdieron la vida casi tres mil personas procedentes de unas 80 naciones en lo se considera el mayor ataque extremista sufrido por este país en su historia.
La semana pasada Biden proclamo el 11 de septiembre de 2023 como Día del Patriota y Día Nacional de Servicio y Recuerdo e hizo un llamado a todos los departamentos, agencias e instituciones para que exhiban este lunes la bandera de Estados Unidos a media asta.
Igualmente invitó al pueblo estadounidense a participar en el servicio comunitario en honor a quienes fallecieron ese día y pidió un minuto de silencio a partir de las 8:46 am hora del este para honrar a las víctimas inocentes que perecieron como resultado de los ataques.
El viernes, las autoridades de Nueva York confirmaron la identificación de los restos de dos personas, un hombre y una mujer, que fallecieron en el Centro de Comercio, pero se mantuvieron en reserva a petición de los familiares.
Más de mil restos humanos de personas que murieron aquel trágico día aún esperan por llevar un nombre y mientras, permanecen guardados en el Museo y Memorial Nacional del 11 de septiembre, erigido sobre lo que fueron las dos torres reducidas a cenizas por los aviones.
La noche del 11 de septiembre de 2001, el entonces presidente George W. Bush habló al pueblo estadounidense desde la Oficina Oval en un discurso televisado en el que se refirió a «las imágenes de los aviones que volaban hacia los edificios, los incendios que ardían, el colapso de inmensas estructuras, (que) nos han llenado de incredulidad, de una tristeza terrible y de una ira callada e inquebrantable”.
En esa alocución Bush delineó la estrategia de Seguridad Nacional que sería luego la proclamada cruzada mundial o guerra contra el terror que, según Washington, libraría en cualquier rincón del planeta.
El 17 de octubre, el gobernante subrayó: «Nuestra será una campaña amplia, combatida en muchos frentes. Es una campaña que será librada de día y de noche, en la luz y en las tinieblas, en batallas que verán y batallas que no verán”.
Fue así que -en busca de Osama Bin Laden, cabecilla de la red Al Qaeda, señalado por la autoría de los ataques- Estados Unidos invadió Afganistán en octubre de 2001.
Las tropas del Pentágono se mantuvieron por dos décadas en una guerra, la más costosa que tuvieron, y se retiraron dela nación centroasiática en 2021 sin lograr los objetivos: En Afganistán no estaba Bin Laden (apareció 10 años después en Paquistán donde lo mataron fuerzas especiales de Estados Unidos) y los talibanes volvieron al poder.
Por cierto, Bin Laden fue calificado por Washington de “enemigo público n°1”, pero no siempre fue un adversario, porque en los años 1980, formado por la CIA, participó en la primera guerra de Afganistán contra la otrora Unión Soviética y los estadounidenses lo consideraban entonces como un héroe “combatiente de la libertad”.
En nombre de esa propia guerra contra el terror, la Casa Blanca ordenó la invasión a Iraq y destruyó a Libia.
Pero, mirando en retrospectiva, hay otros 11 de septiembre que marcan el dolor y la muerte.
Este lunes se cumplen 50 años del golpe militar en Chile que cercenó los sueños del Gobierno de la Unidad Popular y de Salvador Allende, y si un elemento queda claro luego de una reciente desclasificación parcial de documentos, es el rol no solo de la CIA, sino también del presidente presidente estadounidense de turno, Richard Nixon.
La administración Nixon (1969-1974) estuvo estrechamente involucrada en los esfuerzos para impedir que Allende, asumiera el poder en 1970 y en el posterior derrocamiento de su gobierno, el 11 de septiembre de 1973, afirmó un artículo publicado en el sitio digital Common Dreams.
También el 11 de septiembre, en 1980, fue asesinado por terroristas en las mismas calles de Nueva York, el diplomático cubano Félix García. Un crimen que fue el resultado de la impunidad otorgada a connotados terroristas que siempre gozaron de protección en Estados Unidos.
El día de su muerte, temprano en la mañana, García conmemoró junto con varios chilenos la resistencia de Allende en el Palacio de la Moneda en Santiago, aquel otro 11 de septiembre.
Cuba dedica esta fecha para rendir tributo a todos los funcionarios del servicio exterior que ofrendaron sus vidas por defender a la Revolución desde esa trinchera.
Washington, 11 septiembre 2023
Crónica Digital/PL