Por Marcel Garcés Muñoz
Cualquier cambio de un gabinete de ministros en un régimen presidencial, conformado por diversas fuerzas políticas, pero sobre todo sensibilidades diversas, estrategias y también, objetivos y tácticas contrapuestas y hasta intereses y objetivos de corto plazo o cálculos electorales pequeños ofrece variadas lecturas, interpretaciones, pero también incomprensiones a nivel del pueblo o de la ciudadanía.
En este caso no es diferente. Y va más allá de las especulaciones o la pretensión de presionar, pretender cogobernar por parte de la Derecha económica, política o fáctica. Y sobre todo cuando se genera una guerra sucia constante en los medios de comunicación monopólicos en busca de crear incertidumbres a nivel de la ciudadanía.
Por ello es importante ahondar en las razones del presidente Gabriel Boric para ejercer el derecho de proponer una renovación a la gestión de su gobierno para responder a una compleja situación y proyección política del mismo, enfrentado a una agresiva ofensiva de la Derecha política y económica, que raya en la conspiración.
El propio presidente dijo, que de lo que se trata es ejercer “cambios en los énfasis, en la eficacia”, en el espíritu de coalición, la coherencia del discurso, de la unidad interna del bloque político que lo llevó a encabezar el gobierno del país.
Pero, pero también de la cercanía de las políticas gubernamentales – esto es, del discurso y de los actos del gobierno, de su capacidad de convocatoria social y política, tanto como de la conducta y vínculo de sus integrantes: ministros, sub secretarios, altos funcionarios, portavoces, con el sentir, demandas e imaginario de la ciudadanía.
Esto es, de los principios prometidos, de la actuación y ejercicio de sus autoridades pero también de su base política, de sus diputados y senadores, de sus funcionarios regionales, de los concejales y alcaldes de la coalición gobernante y del equipo ejecutor de sus iniciativas políticas, pero también del cumplimiento del Programa por el cual fue elegido por los ciudadanos, de cómo sus fuerzas políticas, sus liderazgos, y sobre todo de su militancia, se comprometan en el apoyo de sus objetivos y propósitos, confirmados por la voluntad electoral ciudadana.
Hay que reconocer que en esta materia hay mucho que desear, que se está al debe, que no todos han estado a la altura, no ya de las circunstancias sino de las prácticas aceptables, naturales, de una coalición que merezca el nombre de tal, y que la teoría, o justificación antojadiza y oportunista, de las “dos almas”, no sirve para explicar ciertas inconductas.
Es importante resaltar los conceptos que inspiran el mensaje que envió el presidente Boric a la ciudadanía al anunciar el viernes 10 de marzo la renovación del gabinete ministerial.
El propósito de estos cambios, que marcan los objetivos de este segundo periodo presidencial, y delinean y definen el proyecto gubernamental a inspiran la acción del gobierno, dijo el Mandatario, “es mejorar nuestra capacidad de respuesta y mejorar la gestión ante las urgencias que hoy día tienen nuestra Patria y nuestros ciudadanos.
“Necesitamos equipos con conocimiento del Estado, con energía nueva y también, con la experiencia necesaria para poder responder sin dilaciones ni excusas las demandas urgentes de la ciudadanía.
“Como he dicho en reiteradas ocasiones, de nada sirve echarle la culpa ni a quienes estuvieron antes ni al empedrado; hoy la responsabilidad de tener un Chile seguro, justo y digno es de quienes estamos gobernando y de la sociedad que estamos construyendo”, apuntó.
De esta manera el presidente Boric, hizo un severo llamado de atención público, dirigido en primer lugar a su coalición, que no ha asumido plenamente su responsabilidad de ser una fuerza unitaria, disciplinada, creadora pero movilizada de gobierno, y no de meros de actores pasivos o de segunda línea, en un escenario confuso en procura de espacios de poder, en una disputa interna de cargos, representaciones partidistas, y que a ratos parecen ser ocupantes de trincheras contrapuestas, con estrategias opuestas, que se descalifican a través de los medios de información claramente de la derecha opositora, que los manipulan y utilizan contra el gobierno y sus objetivos de cambio.
Pero más allá de la incertidumbre que caracteriza el escenario, sometido a una concertada y enconada estrategia ofensiva de las oligarquías, sus voceros y sus medios de comunicación, el Mandatario, con claridad y profunda visión de presente y futuro, llamó al orden, a la disciplina y coherencia a sus fuerzas políticas con su compromiso histórico, a sus liderazgos y militancia, al mismo tiempo que enunció grandes objetivos presentes, estratégicos e históricos que resumen su programa de gobierno, el sentido histórico del periodo, que corresponden a las grandes contradicciones de la sociedad chilena de hoy, y los objetivos que deben asumir las fuerzas del cambio y del progreso en confrontación a las fuerzas del rechazo, de la conspiración, del “rechazo”, de la violencia y el caos, que defiende a todo dar sus intereses económicos y la esencia de su modelo totalitario, nostálgico del terrorismo de Estado, del neoliberalismo, de la dictadura de la elite económica y política conservadora, en alianza con los residuos pinochetistas que pugnan por aplastar las demandas democráticas populares.
El Mandatario definió las tareas políticas y sociales del momento, derivadas del Programa y de las promesas ofrecidas a los ciudadanos en las elecciones presidenciales del 19 de diciembre de 2021 (Segunda Vuelta) que ganó, Gabriel Boric, con un 55.82 por ciento de la votación, la mayor cifra histórica en una elección presidencial chilena y confirmadas en elocuentes jornadas políticas ciudadanas en las calles y en las urnas por las cuales se entregó la confianza a la coalición progresista.
Un segundo objetivo estratégico, además de la unidad de la coalición de gobierno y el compromiso con las demandas ciudadanas está en la generación de una mayoría nacional en apoyo a la gestión: la participación ciudadana, popular, en la generación de una mayoría democrática que haga posible, y sin lo cual no se pueden concebir o materializar, los cambios, la profundización y ampliación de la democracia y del progreso económico y social, que responda a la nueva etapa histórica en marcha.
En otras palabras: la política también se desarrolla en las calles, en los centros de trabajo, en los escenarios estudiantiles, en las poblaciones, los centros juveniles, las organizaciones feministas, en las Universidades tanto como en los núcleos obreros, en las organizaciones populares diversas, en todo el escenario social, en el pueblo organizado, en el aún existente Chile del exilio, en los centros culturales.
La política no es solo de los “entendidos”, los “especialistas”, “de los académicos”, de los subordinados de las organizaciones empresariales, que sin duda pueden ofrecer su aporte, pero es el pueblo el que sabe donde aprieta el zapato.
Hay que terminar en los hechos con la hipocresía instalada, que criminaliza la política cuando es ejercida por los protagonistas populares, y aceptarla solo cuando se instala en los salones aristocráticos, en los escenarios parlamentarios o académicos, o en los directorios de las elites empresariales- que pretenden que los llamemos “gremios”- que financian, alimentan y conducen como titireteros las conspiraciones sediciones, económicas y manipulan a los políticos de la Derecha pinochetista, que pretende pautear la agenta política y ejecutiva del gobierno y que paralelamente, a través de El Mercurio y otros levantan una agenda insurreccional y de boicot económico y político.
El presidente Boric se ha reunido con los mandamases empresariales, cuya existencia no es posible eludir, para darles a conocer la opinión del gobierno en torno al futuro que busca para Chile y los chilenos y plantearles la necesidad patriótica de participar en el desarrollo futuro de su economía y la justicia social.
Hará falta el tiempo para constatar qué habrán recogido de las propuestas y que sus declaraciones no solo han sido buenas maneras, expresiones protocolares.
Boric dijo en su mensaje a los chilenos “necesitamos a las organizaciones sociales, a los gremios, a los sindicatos, a los dirigentes vecinales”, anotando que “si hay un objetivo que tenemos como Gobierno es reconstruir las confianzas”, y que “ya no es tiempo de diagnósticos, es tiempo de la acción””.
Sin duda, buenas palabras.
Y entendemos que habrán sido bien recibidas tanto por la base social, como por aquellos líderes sociales, y Partidos, que ejercen representación y conducción en dichos sectores.
Insistamos en los conceptos señalados por el Presidente, y en la decisión de ponerlos en práctica en la acción política cotidiana: “Nos necesitamos unidos y, además necesitamos ampliar nuestra base de apoyo”.
“Chile, por cierto nos demanda esa unidad para atender las urgencias del presente y proyectar nuestro país hacia un futuro que está lleno de posibilidades”.
“Quiero que sepan que vamos a dialogar hasta que duela con todos los sectores políticos, pero no solos, porque la sociedad es mucho más amplia que la política profesional”, enfatizó.
Por ello y ante la magnitud de la tarea histórica, las fuerzas políticas y sociales, las capacidades intelectuales y organizativas deben abocarse al esfuerzo y determinación que marca el momento y espera el futuro.
Hay que superar decididamente la sensación de derrotismo e incertidumbre que instaló- mediante el dominio de los medios de comunicación y la altanería y agresividad verbal de la Derecha y la oligarquía empresarial neo liberal- que pretenden, tras un episodio electoral coyuntural imponer la impresión de que estarían recuperando el poder político totalitario pinochetista y buscando imponer una vuelta atrás, con una estrategia revanchista rechazada por la ciudadanía.
Hay algo que el mensaje del Mandatario hizo patente en su mensaje de este viernes 10 de marzo, desde La Moneda, que es la distancia entre el andamiaje partidista y gubernamental y la base social que dice representar y que los eligió para dirigir los destinos del país, por un periodo determinado, pero también con un programa, unos objetivos del plazo inmediato, pero también mediano, pero sobre todo con una perspectiva histórica.
El presidente Boric lo señaló mirando a sus nuevos ministros, pero también a la ciudadanía que votó por un porvenir de cambios: “Necesitamos trabajar con nuestro pueblo que sufre las incertidumbres de un modelo de desarrollo que trajo crecimiento, es cierto, pero también una intolerable desigualdad y precariedad de las clases medias que sigue estando presente, aunque algunos prefieran obviarla. Toso esto para conseguir acuerdos que tengan como norte el bien de Chile y de su gente, más allá de las legítimas diferencias propias de la política”.
El Mandatario subrayó en su discurso, que marcó un curso de acción esperanzado y realista:: “Si hay un objetivo que tenemos como Gobierno es reconstruir las confianzas y eso no lo vamos poder hacer solos, los necesitamos a todos ustedes.
“Estas son nuestras prioridades, nuestros anhelos y sabemos que para alcanzarlos vamos a tener que trabajar con más unidad, mas solidaridad, con más empatías, escuchando a quien piensa distinto para poder construir mayorías que permitan viabilizar estos cambios.
“El llamado que hago a mi equipo es a trabajar en terreno, es continuar la senda y apretar aún más el acelerador; No estamos partiendo de cero, en este cambio de gabinete, ni con este Gobierno. Como he dicho también tantas veces, nos paramos sobre hombros de gigantes, porque mientras exista un chileno o una chilena que no cuente con las condiciones básicas para desarrollar, el Estado chileno permanece en deuda, y hay otras fuerzas negativas que avanzan”, concluyó el Jefe de Estado.
Entonces, lo indispensable de la hora presente es la identificación de los políticos realmente progresistas con la praxis de la movilización popular, del protagonismo del pueblo, con las demandas y necesidades y las aspiraciones de la ciudadanía, los objetivos de futuro.
Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 22 de marzo 2023
Crónica Digital