Por Marcel Garcés Muñoz
El próximo domingo 4 de septiembre será un día memorable, una jornada de carácter histórico donde la ciudadanía, por primera vez en la historia del país, será protagonista colectivo en el ejercicio de uno de los derechos fundamentales de la democracia: determinar con su voto, su voluntad el destino del país, de la sociedad en que vive, de sus derechos humanos, en el ejercicio de su soberanía, del tipo de institucionalidad en que desea vivir, convivir y proyectar sus facultades, hacer realidad sus proyectos, sueños en libertad, justicia y plenitud, lo que implica mucho más que un proceso meramente político electoral, sino que marca un hito histórico, que en su esencia es fundacional.
Estos anhelos personales, sociales y de objetivos históricos están contemplados y representados en la opción APRUEBO el proyecto de nueva Constitución, elaborado en un proceso social inédito de participación mayoritaria y determinante, que hace eclosión masivamente en octubre de 2019, pero que viene desarrollándose, soñándose, preparándose, desde las barricadas contra la dictadura de Pinochet y sus mandantes de la Derecha política y empresarial nacional e imperial, en un escenario multitudinario, de ejercicio de una democracia participativa.
Un camino que maduró en la sociedad, en el pueblo que resistió a la dictadura, en la calle, con el protagonismo de fuerzas políticas, sociales, organizaciones femeninas, juveniles, de artistas, de minorías sexuales, de pueblos originarios, de una sociedad nacional en marcha.
El plebiscito de salida, es un paso más de un proceso político de masas que eclosionó con fuerza colectiva en la protesta social de octu8bre de 2019, y que podríamos decir que corresponde a una regularidad histórica, que asombró, sorprendió y asustó a muchos, pero que es el resultado de años de lucha de masas, de la resistencia y la rebelión popular, y de un proceso de acumulación de fuerzas democráticas en confrontación con la dictadura, sus mandantes y cómplices, y que rompió los límites de los buenos modales reclamados por los oligarcas de siempre y algunos que temen más al ejercicio de las libertades y la democracia, que a los que predican el odio de clase, a los pontífices de una guerra santa contra los que sueñan con un futuro de progreso, justicia, igualdad de oportunidades y derechos fundamentales, seguridad social, salud, educación, trabajo, una pensión digna y al progreso y felicidad del ser humano.
El 4 de septiembre próximo, es un momento de confrontación histórica sin duda, para resolver el dilema entre las fuerzas del cambio y del progreso, de la justicia y de los sueños de futuro y los oscurantistas pinochetistas, los torturadores de la dictadura y sus cómplices, que mantienen hasta hoy sus ansias de sangre del pueblo, y que hoy impúdicamente se presentan- en la propaganda y hasta en el discurso público- distanciados de las violaciones a los derechos humanos de la dictadura y hasta críticos de la Constitución, que les permitió poder y ganancias.
Hoy con el descaro del poder mediático y del dinero que reparten a manos llenas a sus subordinados hablan del “amor”, pontifican acerca de la democracia y hasta se atreven a proclamar derechos humanos y sociales.
Pero son los mismos que solo ayer instaban a una mayor represión de los demócratas opositores a la dictadura militar derechista.
Hoy han buscado ocultar los rostros más odiosos de la Derecha y han transformado en sus adalides a oscuros personajes de sus empleados y subordinados y hasta del mundo del hampa, a los cuales han tenido que “amarrarlos” para disimular sus verdaderos planes de utilizarlos como perros violentos si la fortuna no los acompaña.
Pero no podrán ocultar de la historia político social del país la realidad de la decisión de un 78,27 por ciento (5 millones 886 mil 421 chilenos) de un total de 7 millones 562 mil 175 votantes de los ciudadanos registrados en el Padrón electoral, que participaron en la segunda vuelta del Plebiscito de entrada del proceso constituyente del 19 de diciembre de 2021, cifras que constatan una toma de conciencia nacional por los cambios que la historia ha puesto en la agenda histórica de Chile.
El proyecto de nueva constitución, puesto en la agenda nacional por la voluntad ejercida por los ciudadanos que eligió la Convención Constitucional, un órgano inédito en la historia del país, que tuvo el mandato de redactar el texto, de un 78.99 por ciento de los ciudadanos participantes en el Plebiscito del, contra un 21.01 de quienes querían una Convención Mixta( con un 50 por ciento de sus miembros elegido por el actual Congreso Nacional- o sea en la cocina parlamentaria y con acuerdos cupulares de las elites políticas.
La Derecha política económica y mediática- El Mercurio mediante- ha pretendido esconder la contundencia de la voluntad ciudadana y desde el momento inicial del proceso ha pretendido, descalificar, desprestigiar, calumniar no solo el proceso y a los Constituyentes sino que la esencia misma del proceso democrático, su carácter de ejercicio sin precedentes en la historia nacional de expresión de la voluntad ciudadana, de la madurez y capacidad de los ciudadanos en ejercicio pleno de sus derechos y deberes.
Debemos ser protagonistas dignos de este momento histórico.
Es la hora de triunfar, pero también de defender la voluntad democrática de los ciudadanos, defender cada voto, y sobre todo, proyectar este acto patriótico de aprobar una nueva constitución en una gesta, una epopeya democrática.
Estamos en vísperas de hacer realidad el sueño libertario de los Padres de la Patria, de los trabajadores obreros, campesinos, intelectuales, jóvenes y mujeres, del pueblo multitudinario y multifacético.
Es la hora del esfuerzo final.
Mañana, después del 4 de diciembre nos esperan nuevas tareas, nuevos objetivos políticos y sociales, y transformar el triunfo en el plebiscito, en fuerza determinante en la construcción de un nuevo Chile.
Haremos historia
Santiago de Chile, 29 de agosto 2022
Crónica Digital