Por Coronel ® Nelson Domínguez Morera (Noel)
Ocupó responsabilidades de dirección en los cuerpos de Seguridad del Estado
“Por eso, el CHE, o el Argentino, para nosotros, constituirá siempre un ejemplo… sin ningún tipo de tachadura o como quisiéramos que fueran nuestros hijos…”, según expresó el Comandante en Jefe Fidel Castro.
A finales de 1959, el Che sostuvo una reunión en el local de Sarabia, cercano al Estadio Latinoamericano (actual ubicación de la Jefatura de la Dirección Técnica de Investigación) con los recientemente incorporados a la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).
Algunos de sus fundamentos expresados entonces tienen hoy total vigencia:
“…Había dicho al principio, que la nueva tarea de la Policía Nacional Revolucionaria es no sólo custodia del orden público, como va a llamarse, sino también y fundamentalmente la investigación de la opinión pública y la orientación de esa opinión.
“No hay ningún miembro de todos nuestros cuerpos que esté tan cerca del pueblo como ustedes, viven del pueblo, reciben a cada minuto todas las pequeñas manifestaciones del descontento o la alegría popular.
“Ustedes están mucho más cerca que nadie en la posibilidad de catar cada acto del Gobierno Revolucionario o de los funcionarios del Gobierno Revolucionario. Ustedes también tienen que cumplir la tarea que guarda el orden público, encontrar precisamente esa equidistancia entre dos tareas que aparentemente chocan, es la gran labor de quienes darán a esta policía sus rasgos peculiares de eficacia y de Ejército Popular.
“Porque nunca debemos olvidar que en caso de una agresión, la tarea de la Policía será extraordinaria. No será la Policía un Cuerpo que se desbande al primer tiro o que renuncie a luchar, porque sus compañeros de otras ramas de las Fuerzas Armadas han sido derrotados, tendrán que seguir luchando, porque todos, si hay guerra, si hay invasión, si hay alguna agresión, tendremos que luchar hasta el final y aprender la técnica, aprender la táctica de la lucha en las ciudades, tanto defensiva como ofensiva; es otra de las tareas de la nueva Policía Revolucionaria.
“Pero fundamentalmente donde nuestro trabajo debe ser más grande y será más dificultoso también, es el hacer que no se pierda el viejo espíritu, el hacer que cada momento de la acción diaria, recuerde el vigilante revolucionario que antes que nada y por sobre todas las cosas es un miembro del pueblo, que el hecho de ser pueblo uniformado le da deberes pero no derechos y debe entonces centrarse la educación para hacer de cada uno de ustedes un modelo de cultura, un modelo en cuanto a las relaciones sociales”.
ALECCIONADOR, DIDÁCTICO
Consecuente con una prédica ejemplar, tengo otros ejemplos, bastante inéditos:
También a finales de 1959 y/o 1960, las visitas del Che a la recientemente intervenida Cuban Telephone Company -monopolio de transnacional norteamericana, entonces aún vigente en la Cuba revolucionaria-, eran frecuentes, para supervisar la marcha del proceso previo a su total nacionalización, acontecida después.
Un día casi de madrugada, irrumpió con el traje de campaña desaliñado y la boina verde olivo, para visitar al interventor designado por la Revolución, capitán del Ejército Rebelde a quien conocíamos como Williams.
Solo estaban dos milicianos de guardia en la puerta de Águila y Dragones, uno de los cuales, solícito, le abrió la puerta del elevador y con el único hombre de su escolta personal, lo condujo al noveno piso y lo esperó, con elevador incluido, durante casi dos horas para bajarlo.
A la salida para acceder al auto que lo esperaba estacionado por la calle Águila, se despidió de los custodios obreros, para regresar sobre sus pasos de inmediato y dirigirse al miliciano que sentado en un taburete hacia su turno de guardia: “Vos estas fatigado, ¿eres asmático, tienes tratamiento?
“Respira fuerte y toma mucho líquido… No te amilanes”, le aconsejó.
NI EXTREMISTA NI DESHUMANIZADO
Otra anécdota: Casi nacía su primogénita Aleidita; la madre estaba atendida por un médico del Ejército Rebelde, el capitán Adolfo “Cuco” Rodríguez de la Vega, quien aunque no era ginecobstetra, había sido designado por el Che para atenderla previo al parto, dada la afinidad que mantenían desde la guerra insurreccional.
Un día, ella llegó tarde y sudorosa a una de las últimas consultas en el hospital Calixto García; el “Cuco” indagó, y ella humilde y tímidamente responde: “Doctor, es que las guaguas (ómnibus) están muy malas y me demoré en llegar”.
El médico casi saltó en sobresalto de su asiento: “Pero Aleida, tú casi tienes los nueve meses, ¿y el Che no te manda a la consulta en automóvil? Yo hablaré con él al respecto”. “Por favor, doctor, no vaya a plantearle que yo se lo dije”, expresó la angustiada y primeriza madre.
Pocos días después, “Cuco” visitó al Che en su despacho en el Banco Nacional de Cuba con algún pretexto y le expuso con timidez: “Che, Aleida no puede seguir cogiendo guaguas para ir a mi consulta en el estado avanzado de gestación que presenta, puede perjudicarla”.
El Argentino respondió tan ríspido como cuando les habló en Sarabia a los de la PNR: “¿Es que ella te ha dicho que intercedas conmigo? Fíjate, cuando yo conocí a Aleida en el Escambray, era una simple maestra, preparada biológicamente como todas las mujeres para dar a luz, en las más difíciles condiciones, sin autos acompañantes… ella nunca pensó casarse con un ministro”.
“Cuco” quedó anonadado, sin embargo, en la próxima visita de consulta periódica, Aleida se presentó sosegada y fresca, e indagó. “¿Doctor, usted habló algo con el Che? Porque en esta ocasión me mandó a la visita con un carro de su escolta”.
Así era Ernesto Guevara de la Serna, “El Che” inmortal, aleccionador, didáctico, ejemplarizante, pero para nada extremista ni deshumanizado. Primero daba una consideración irrefutablemente doctrinal y de principios, siendo después capaz de atemperarla acorde a las circunstancias prácticas.
La Habana, 1 de julio 2022
Crónica Digital/PL