Por Marcel Garcés Muñoz
Chile se apresta en pocas semanas más a iniciar un camino político y social, pleno de perspectivas pero sobre todo de esperanzas, así como de desafíos, donde se pondrá en juego un proceso de cambios históricos, demandados abrumadoramente por la ciudadanía.
Pero al mismo tiempo se trata de una coyuntura llena de riesgos y peligros, con fuerzas sociales, políticas, económicas y fácticas que ya toman posiciones en busca de impedir, torpedear y combatir con todas los métodos de los cuales históricamente han sido capaces de utilizar desde el complot político hasta la fuerza, la conspiración, la violencia, el terrorismo, el crimen, la conjura antidemocrática, el quiebre institucional, el fraccionamiento de la sociedad y sus instituciones políticas y sociales, la ruptura del orden y la convivencia nacional.
Claramente no es el momento para “tomar palco”, ante las dificultades que tendría el Gobierno Boric, como lo señaló -“sin querer, queriendo”, según el Chavo del Ocho- la presidenta del Senado, Ximena Rincón, lo que estaría refrendando lo dicho en diciembre pasado, cuando expresó que la DC sería “oposición constructiva, pero oposición”, y que si un militante del partido se sumara a su gobierno, debería renunciar al partido.
Diferente ha sido la posición de la presidenta del PDC, Carmen Frei, que tras una entrevista con Boric, al día siguiente de la “filtración” del comentario de la senadora Rincón, señaló que “nosotros, la DC no vamos a ser oposición sino que vamos a hacer colaboraciones constructivas”, y caracterizó su entrevista con el presidente Electo, como “fraternal y cordial”.
Por otro lado, la decisión de Boric de ampliar las bases sociales y políticas de su coalición de gobierno, también es una aclaración a quienes pretendieron hace semanas poner límites a la ampliación del programa y de su política de alianzas para ampliar sus fuerzas de sustentación política indispensables para avanzar en los cambios estructurales que el país requiere y que se precisan para avanzar en los procesos legislativos y políticos necesarios.
Otra muestra de los afanes de la estrategia política que se planifica por parte de sectores de la Derecha, es la propuesta del presidente de Renovación Nacional, senador Francisco Chahuán , de constituir un gabinete en las sombras, de “ministros alternativos”, destinado a obstruir y dar la guerra al nuevo gobierno en cada área del gobierno que asume en marzo próximo, justo en el mismo día en que Boric recibiera oficialmente a las directivas del bloque derechista, y donde se expresara una voluntad de un dialogo gobierno oposición, de “conversar”.
Esto debería entenderse por parte de la Derecha, aunque negaron que la pretensión de Chahuán fue una posición oficial o discutida por el bloque, como componente de una especie de “cogobierno”, que es lo que parece pretender la oposición, que además insistió en el virtual “empate” que se ha dado en la composición del futuro Congreso, como elemento de presión política contra el Gobierno.
Se trata realmente de una estrategia de confrontación, que busca boicotear la acción del gobierno y frustrar su proyecto de cambios.
Y así debe ser entendido el sin duda complejo escenario político que se abre en el país.
Por ello la hora presente es de la unidad de las fuerzas partidarias del cambio y ello no solo resalta la responsabilidad histórica de las fuerzas políticas y sociales democráticas que constituyen la base del gobierno que inicia su tránsito.
El presidente electo, lo ha comprendido bien. Y ha actuado en consecuencia. Necesitamos la incorporación activa de todas las fuerzas políticas y sociales, de la juventud, de las mujeres, de los artistas, de los soñadores, comprometidos y protagonistas del cambio.
La ciudadanía, la opinión pública internacional han podido constatar su responsabilidad, coherencia, su carácter amplio y la profundidad de su mensaje, su voluntad de diálogo, de una política de alianzas y la firmeza de sus convicciones, la búsqueda de amplios horizontes políticos y sociales que inspira su accionar, su responsabilidad política y humana en la planificación de sus tareas.
El proceso de unidad social y política más amplia para desarrollar el cumplimiento de los objetivos que inspiraron el triunfo en los comicios presidenciales, expresado en la abrumadora mayoría electoral logrado por la coalición progresista el 19 de diciembre, sigue siendo una tarea irrenunciable, permanente. Y de carácter histórico.
Los datos objetivos, irrefutables, indican que los chilenos se pronunciaron por un programa de cambios y de reformas, más allá de una consigna electoral, sino que expresaron una voluntad irrenunciable de avance en los contenidos de la democracia y el progreso, el desarrollo y los derechos humanos en su amplitud de contenidos, de sueños de un nuevo Chile, de la construcción de un país, una sociedad más justa, del protagonismo y participación de los actores sociales, más avanzados y darle cauce a un nuevo rostro al conjunto de la sociedad.
Comprenderlo en toda su magnitud y complejidad, en toda su esencia histórica, es todo un aprendizaje democrático.
Como nunca antes en la historia de Chile se conjugan tanta energía social y política, con demandas, objetivos, proyectos de justicia y derechos colectivos.
La mayoría electoral abrumadora del triunfo de Gabriel Boric debe ahora ser refrendada por el desarrollo y movilización de un poderoso y masivo movimiento social, que acompañe y sostenga de manera permanente la acción del gobierno y de sus fuerzas políticas.
De ninguna manera podemos quedarnos a mirar la historia desde un cómodo palco. Este proceso será de participación, de compromiso, de protagonismo social, individual y colectivo, o no será.
Por Marcel Garcés Muñoz
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 20 de enero 2022
Crónica Digital