Aplazada un año por la Covid-19, con restricciones de público y la amenaza de la pandemia aún latente, los primeros Juegos Olímpicos de la era post-Usain Bolt, post-Michael Phelps, serán tan atípicos y tendrán tantas novedades que ni Nostradamus, ni el pulpo Paul, ni Mandrake el mago lo habría podido predecir.
La halterista neozelandesa Laurel Hubbard será el primer transexual en participar en unas olimpiadas, el béisbol regresará sin la presencia de Cuba, y habrá deportes tan raros y llamativos como la escalada, el skateboarding y el surf.
Todo ello, aderezado con el distintivo toque asiático que tendrá su organización, pues Japón querrá celebrar unos Juegos “seguros” e impresionar al mundo con sus adelantos tecnológicos, como ya hizo en Tokio 1964 con el lanzamiento del primer tren bala (Shinkansen). Aunque también planea brillar en el plano deportivo, al igual que otros países de la región.
JAPÓN, POR UN IPPON A LA PANDEMIA
Al ser la única delegación que contará con apoyo desde las gradas, los anfitriones están listos para alcanzar su mejor actuación histórica y mejorar hasta en un 40 por ciento la cosecha respecto a la cita anterior, según el jefe de análisis de la compañía de datos deportivos Gracenote Sports, Simon Gleave.
Y, probablemente, el famoso Nippon Budokan, sede de las competencias de judo, sea el terreno más fértil para la delegación nipona, sin duda la gran potencia de este deporte. No en balde, en los tatamis ha amasado prácticamente cerca de un tercio de sus títulos olímpicos a lo largo de la historia: 39 de 142.
Con el monarca olímpico Shohei Ono de los 73 kilogramos y la doble campeona mundial Uta Abe (52) a la cabeza, los anfitriones intentarán hacer valer esa hegemonía, en el mismo santuario donde hace 57 años dejaron escapar una sola presea dorada. Aunque entonces fueron solo cuatro –todas en categorías masculinas– y ahora serán 15, con la adición de un evento por equipos mixto.
Del mismo modo, el estreno del karate en el programa de los Juegos, con ocho medallas de oro (seis en kumite y dos en kata), puede ser un buen filón para los anfitriones, que dominaron sin ambages los últimos Mundiales de esta disciplina.
Asimismo, cabe destacar su poderío en la lucha femenina, teniendo en cuenta que hace cinco años en la Arena Carioca 2 de Río de Janeiro estuvo presente en cinco de las seis finales y acabó ganando cuatro títulos.
Fuera de los deportes de combate, el país del Sol naciente también posee una miríada de individualidades como Kohei Uchimura, considerado por muchos el mejor gimnasta masculino de la historia; los nadadores Daiya Seto y Kosuke Hagino; el marchista Toshikazu Yamanishi, o los ases del skateboarding Sakura Yosozumi y Aori Nishimura, quienes podrían brindarle más de una alegría en el medallero.
CHINA, ¿UN SALTO A LA CIMA?
No obstante, cuando se habla de asaltar la cima por países, quizá la mayor fuerza a tener en cuenta en Asia sea China, un fijo en el podio desde la edición de Sídney 2000.
De hecho, la última vez que la región acogió unos Juegos, el gigante asiático logró lo impensado: superar a Estados Unidos (48 títulos por 36), algo que desde 1948 solo habían logrado las delegaciones de la antigua Unión Soviética. Por eso, después de ceder el segundo puesto ante Gran Bretaña en Río de Janeiro, no es fortuito que busque volver por sus fueros, justo un año antes de albergar los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing.
Según la Administración General de Deportes del Estado del gigante asiático, su delegación constará de 340 representantes en 32 deportes. Y lo cierto es que para ese ejército de atletas la preparación a puerta cerrada fue una rutina en 2020, simulando la atmósfera que podrían experimentar en Japón.
“Todos tendrán que vivir y competir en un ambiente estricto de prevención y control de epidemias durante los Juegos de Tokio, por lo cual, si pueden acostumbrarse a ese ambiente, tendrán una ventaja psicológica”, explicaba meses atrás Miao Zhongyi, director del Centro de Gestión de Gimnasia de la Administración General de Deportes.
Acostumbrada a buscar la perfección –no solo en la gimnasia–, puede que la cosecha áurea de China en estos Juegos sea difícil de anticipar, pero no que mantendrá su incontestable dominio en las competencias de clavados (ocho oros) y tenis de mesa (cinco), donde hace años que los demás países apenas logran disputarse las migajas.
Y eso, sin descartar las preseas que pueda alcanzar en deportes como el tiro deportivo y la halterofilia femenina, en esta última teniendo en cuenta sobre todo la renuncia de la República Popular Democrática de Corea a participar en Tokio por la Covid-19.
OTRO TIGRE ASIÁTICO Y VARIOS CACHORROS
Por su parte, Corea del Sur asoma como el tercer tigre asiático presente en el top 10 del medallero, casi de forma ininterrumpida, desde que ocupó el cuarto puesto como anfitrión en Seúl 1988.
Prácticamente imbatibles en las pruebas de tiro con arco, en las que han ganado siempre el oro por equipos de la rama femenina, los surcoreanos suelen obtener también buenos réditos en el taekwondo, con casi el doble de los títulos que el segundo lugar de la clasificación histórica (12 frente a siete de China).
Incluso conquistaron una presea dorada en el debut olímpico del golf en Río, por medio de Inbee Park en la lid para damas, aunque esta vez solo concursarán en el certamen masculino.
Otros países como Tailandia e Indonesia, en cambio, muestran casi todo su potencial en el boxeo y el bádminton, respectivamente. De hecho, el deporte de las raquetas y volantes es dominado con puño de hierro por los países asiáticos, ganadores de 32 de los 34 oros disputados en los Juegos hasta el momento.
Más allá, poco a poco la geografía del medallero olímpico se ensancha, y ya países como Vietnam y Singapur conquistaron hace cinco años en Río las primeras preseas doradas de su historia.
El primero, con los certeros disparos del pistolero Hoàng Xuân Vinh –oro y plata– y el segundo con las brazadas del sorprendente Joseph Schooling, quien batió al Tiburón Phelps en una de sus pruebas favoritas: los 100 metros estilo mariposa, con récord incluido para los Juegos.
Queda por ver entonces si Filipinas y Malasia le siguen los pasos en Tokio, o si Myanmar, Camboya y Laos –entre las delegaciones más pequeñitas– consiguen estrenarse al fin en un podio.
Con el escenario casi listo para que la llama olímpica flamee una vez más en el pebetero, los Juegos de la capital nipona, tan atípicos como la burbuja que los rodea, pueden brindar un cúmulo de sorpresas en cuanto a resultados y récords.
Aunque el mayor triunfo, como enfatizó el primer ministro japonés, Yoshihide Suga, acaso sea convertirse en “una prueba de la victoria humana contra el coronavirus”.
Hanoi, 11 de julio 2021
Crónica Digital/PL