Por Marcel Garcés Muñoz
Sin duda la jornada electoral de este sábado 15 y domingo 16 de mayo, adquiere un significado crucial para el futuro político y social de Chile.
Hoy por hoy la tarea de las tareas es votar por los candidatos, las listas, los partidos, los independientes, que asumieron el mandato surgido de todo el proceso de lucha por la democracia, por el cambio, por el futuro de justicia social, que tomaron las demandas que surgieron de las movilizaciones sociales, de la calle, del 18 de octubre de 2019 cuando estalla la protesta, del plebiscito del 25 de noviembre de 2020, cuando millones y millones de chilenos, en el más grande Plebiscito jamás hecho en la historia del país, las convirtieron en bandera movilizadora, en acción política y social, obligando a La Moneda y a los partidos políticos de gobierno y de la oposición a buscar un camino destinado por una parte a “encauzar” la presión social en plazos y compromisos manejables por la institucionalidad vigente ,o simplemente descomprimir y frustrar las demandas sociales puestas en la agenda del país.
No debemos olvidar el valor cualitativo y cuantitativo de ese episodio histórico, cuando millones de chilenos en un acto colectivo de responsabilidad democrática, único en la historia del país, 5 millones 892 mil 832 ciudadanos, un 78.27 por ciento del Padrón dijo “Apruebo” una nueva constitución y 5 millones 653 mil 542 acordaron ( un 78.99 por ciento) que sea la Convención Constituyente, en tanto un 21.72 por ciento aprobó “rechazo” y un 21.00 optó por una Convención Mixta, que mantuviera por secretaría a un 50 por ciento por actuales diputados o senadores, intentando arrebatar el derecho constitucional de los ciudadanos.
La tarea del presente, de la circunstancia histórica de las elecciones de este fin de semana de – constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales, luego de las maniobras dilatorias impuestas por el Gobierno, es sin duda histórica, y demanda de los ciudadanos, de los patriotas, de los demócrata un esfuerzo titánico, para imponer la voluntad nacional de una verdadera Nueva Constitución y de un cambio del escenario que permita seguir, adelante, en el cumplimiento de las demandas progresistas.
Y las lecciones que sacaremos de este esfuerzo también serán una advertencia para quienes se han negado a la unidad de los demócratas, a los que han buscado la exclusión de algunos, la satanización de otros, y puesto en duda su voluntad de incorporar todos los esfuerzos a la tarea común.
Los resultados de los comicios, al margen del conocido triunfalismo que todos los sectores políticos harán de sus resultados, de las cifras que buscarán mostrar cuentas alegres, como explicaciones para sus estrategias o peor, justificaciones para sus escuálidos resultados, buscarán sostener sus estrategias y sus puestos, y a veces explicaciones o justificaciones para encubrir una derrota, y justificar y sobre todo “explicar” los resultados, pero también sus incapacidades de gestión política, su carencia de visión estratégica, la escasa perspectiva de su táctica, o la falta de empatía con las necesidades y demandas populares, en fin las torpezas en su lectura de la realidad.
Pero en fin, de lo que se tratará es de hacer una lectura objetiva, desapasionada, de sus acciones y responsabilidades políticas, orgánicas, y personales, y asumir los resultados y los costos asociados.
El escrutinio veraz, sin argumentos alambicados ni letra chica, ni adornos retóricos, de la opinión ciudadana, del ejercicio democrático, será una primera exigencia.
Y sin ánimo de adelantar diagnósticos, la opinión pública, y la historia tienen derecho a esperar sinceridad, un juicio objetivo, históricamente responsable, más que euforia, cuentas alegres o explicaciones sin sustancia ni contenido crítico o autocritico.
Las elecciones de este fin de semana, son sin duda, cruciales.
Pero ya eran trascendentes las urgencias políticas y sociales cuando se inició el proceso, y lo cierto es que las directivas políticas, los líderes sociales, los intelectuales y catedráticos, los ideólogos, propagandistas, agitadores, no supieron dar respuestas oportunas y coherentes, con perspectiva, y plantear ante el pueblo, los ciudadanos, la calle, las bases sociales, un programa digno de ese nombre.
Prefirieron la rosca pequeña, la retórica ofensiva, la maniobra de bajo nivel, la lucha por los puestos, sin darle oportunidad a los ciudadanos de participar, colectiva y protagónicamente en la elaboración y propuesta de su destino.
Claro que hoy la tarea de las tareas es generar la Convención Constituyente, superar la trampa antidemocrática, oligárquica, ideada por la Derecha y el Gobierno, y aceptada por los firmantes del 15 de noviembre de 2019, en el llamado Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, del quórum de los dos tercios, como metodología para impedir la voluntad expresada por los ciudadanos, – los hombres y mujeres, jóvenes, ecologistas, minorías sexuales, pueblos indígenas, que el 18 de octubre de 2019 en la épica lucha y movilización nacional contra el modelo, contra la corrupción dijeron masiva y nacionalmente: , “HASTA QUE LA DIGNIDAD SE HAGA COSTUMBRE”, “NOS COSTO TANTO ENCONTRARNOS, NO NOS SOLTEMOS”, “CON TODO. SI NO PA`QUÉ”.
Sin duda este será el triunfo se debe asumir e interpretar como resultado de una larga, difícil, compleja lucha política popular y democrática de un proceso que continúa históricamente la derrota de la dictadura de Pinochet y del modelo neoliberal impuesto a sangre y fuego, y por ello aquí también están presentes los que murieron, los torturados, los exiliados, los agredidos, o cegados por las bombas policiales, los perseguidos por el Estado y el Gobierno en esta larga lucha, los presos políticos que hay que liberar.
Pero este lunes 17 también comienza una etapa trascedente del proceso político iniciado , por ponerle una fecha dramática, el 18 de octubre de 2019, aunque todos sabemos que esta es, ni más ni menos, que la continuidad de un devenir histórico, de la lucha por hacer realidad nuestros anhelos de democracia participativa, de ponerle nombre y apellido a las demandas populares, a las exigencias de justicia social que están escritas, en la conciencia nacional, y que quisieran ser aplastadas, por la misma derecha que instaló la dictadura y el crimen con Pinochet y hoy se dispone a frustrar las esperanzas de los que han luchado siempre.
El pueblo chileno ha obtenido una victoria: la realización del plebiscito, la materialización del proceso constituyente, y la elección de la Convención Constituyente.
La tarea insoslayable y urgente de hoy es ir a votar: buscar a los candidatos que representen y estén comprometidos con las demandas democráticas y sociales de la ciudadanía, del pueblo y elegir como Constituyentes, a los que representen la defensa de la democracia y el progreso y la institucionalidad, la justicia, un Estado solidario y progresista, a los alcaldes que estará junto a las organizaciones sociales en la defensa de sus derechos y demandas, a los concejales que representarán sus intereses en esa plataforma social y popular que son los municipios aprendiendo junto a pobladores, clubes deportivos, centros culturales, a un ejercicio colectivo de la participación y compromiso social, ajenos a la corrupción y el tutelaje, generando el poder desde la base popular.
No podemos delegar en los enemigos de la democracia, la construcción de nuestro futuro y el de las nuevas generaciones de chilenos. Este es nuestro deber ciudadano, la tarea patriótica de hoy, la responsabilidad con el futuro.
Desde luego se puede hablar, con legítimo orgullo, con justicia y razón de un triunfo político y social, de una etapa de avance crucial, y transformar estos días en una fecha trascendente. Pero lo que también hay que tener claro que es tras esta etapa lograda, se inicia un nuevo proceso, y que habrá que estar alertas y firmes para seguir avanzando.
No sabemos hoy la correlación de fuerzas sociales y políticas que mostrará la Convención Constitucional, pero sabemos que en tanto será el órgano más importante de la construcción de un nuevo Chile, como ciudadanos tenemos el deber y el derecho de apoyar su desempeño, tanto como participar en sus decisiones y discusiones.
Sin la participación colectiva del pueblo, de los ciudadanos y sus organizaciones de base, no podrá lograrse respuestas adecuadas, permanentes.
La conspiración para frustrar el triunfo ya está en marcha, desde la demagogia, del intento de desconocer el significado de la voluntad expresada por la oposición y los demócratas, el significado y sueños de este avance del pueblo, a través de la provocación violentista, o de oponerse con las armas y métodos del terrorismo, la sedición, el golpismo, la insurgencia neofascista, el boicot a la voluntad de cambios de la mayoría.
A partir de este lunes 17 se reiniciarán los intentos de “presidencializar” el debate, con el payaseo de la señora Matthei contra Lavín, o viceversa, da lo mismo, o cuando se persista desde distintos e inesperados flancos, en dividir, intrigar o fraccionar a la centro izquierda, a la izquierda y el progresismo, a la oposición, al “enemigo”, en general, o desviar la atención de la ciudadanía , en incluso los políticos de este sector, para debilitar su cohesión y su fuerza, sembrar desconfianzas, o la cizaña, cuando lo que importa es avanzar hacia un Estado social y democráticos, la defensa permanente de los Derechos Humanos y sociales garantizar una salud y una seguridad social, vivienda dignas, el trabajo, la defensa de la naturaleza, el agua y las riquezas nacionales, los derechos y el reconocimiento de los pueblos indígenas, igualdad de género, instalar el tema de los Derechos Humanos mas amplios.
No debemos dejarnos enredar por discusiones estériles, que no apuntan a lo central del momento histórico que vive Chile, y que por lo demás no nos incumben.
Lo que nos debe motivar es, como lo hemos dicho siempre, es la unidad de los demócratas, de los patriotas, de los ciudadanos, del pueblo, y sus demandas.
Esa es nuestra responsabilidad y tenemos derecho a exigírselo a nuestros políticos.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 12 de mayo 2021
Crónica Digital