A solo tres semanas de las elecciones generales, los candidatos a la Presidencia de Perú intensifican sus campañas en una especie de guerra contra el tiempo para conseguir el voto esquivo de los indecisos.
Los reflectores de la competencia están puestos en la definición del acceso a la segunda vuelta, la cual resulta inevitable debido a los magros porcentajes de preferencias, pues solo tres superan el 10 por ciento.
Del periodo pendiente hay que restar los cuatro días feriados de la Semana Santa y las dos jornadas previas a las elecciones del 11 de abril, en las que los reglamentos electorales prohíben hacer proselitismo.
Entre los aspirantes a la ronda definitiva figuran, en los primeros lugares, el populista Yonhy Lescano, con 15,6 por ciento; el exfutbolista neoliberal George Forsyth (3,1) y la progresista Verónika Mendoza (11,2), según una encuesta del Cetro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica.
El sondeo ubicó más abajo a los neoliberales Hernando de Soto (8,6 por ciento) y Keiko Fujimori (siete), al exgeneral populista Daniel Urresti y al extremista de derecha Rafael López Aliaga, igualados con 5,1 por ciento, y al centroderechista Julio Guzmán (cinco).
Como dato importante, la misma encuesta verificó que algo más del 47 por ciento de los ciudadanos consultados tienen decidido a quién elegirán como presidente, en tanto el resto todavía no definen su voto.
En la última semana, Lescano atacó a sus rivales frente a los múltiples cuestionamientos recibidos por la inconsistencia de sus promesas electorales, algunas negadas por él; mientras, Forsyth lo hizo en medio de su afán por mejorar la caída en las intenciones de votos que reflejan los sondeos.
Mendoza, por su parte, desarrolló una intensa actividad en Lima y otras regiones, en las que aterrizó su programa político con planteamientos concretos como dar acceso a internet a toda la población y asumir el control del gas para garantizar su uso masivo y menos costoso en las casas, el transporte y la industria.
De Soto se ofreció como mediador en una protesta de transportistas de carga contra el alza en el precio de los combustibles, lo cual no prosperó por su evidente interés electoral, pero que encontró solución mediante un trato directo entre el Gobierno y los huelguistas.
Fujimori, a su vez, arremetió en contra de la cuarentena que fue decretada por el Ejecutivo y recomendada por epidemiólogos, desde el jueves pasado hasta el domingo próximo, para evitar las aglomeraciones durante los ritos y tradicionales viajes de descanso en semana santa.
La candidata compartió, una vez más, las posiciones de la Confederación de Empresarios y aprovechó la impopularidad del confinamiento para aliviar su posición de candidata con mayor rechazo, pues según las encuestas más del 70 por ciento jamás votaría por ella.
Urresti buscó notoriedad alegando que los demás partidos plagiaron su programa, lo que ameritó una llamada de atención del Jurado Nacional de Elecciones por ser arbitrario e incierto.
En un esfuerzo por salir de su rezagada posición, Muñoz enfrentó a López Aliaga, quien anunció que lo denunciará judicialmente por difamación, ante lo cual el primero lo llamó “hipócrita, evasor de impuestos y matón”.
López Aliaga continuó su campaña de desbordes verbales, afirmaciones falsas y golpes de efecto, al estilo de Donald Trump y Jair Bolsonaro, y llegó al extremo de insultar al Primer Mandatario peruano Francisco Sagasti, a quien llamó “baboso” (tonto o imbécil).
Con gran despliegue de recursos, otros sondeos ubican a López en posición más expectante y en su afán de mejorar las posibilidades hizo un acuerdo con licenciados del Ejército con posiciones nacionalistas radicales, en las antípodas del extremismo y conservadurismo.
El empresario recibió golpes periodísticos que resaltaron las contradicciones provocadas por el pacto en las filas del partido Renovación Nacional, que postula a López Aliaga, así como conductas personales inapropiadas y antecedentes empresariales poco éticos.
Muy relegado en las encuestas, el millonario empresario Céar Acuña ofreció mejores condiciones de pago o hacerse cargo, a través del estatal Banco de la Nación, de las deudas bancarias de cinco millones de peruanos con problemas para asumirlas debido a la crisis económica causada por la COVID–19.
Por Manuel Robles Sosa. El autor es periodista de la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina.
En la imagen principal: Verónika Mendoza, candidata presidencial del progresismo peruano.
Lima, 21 de marzo 2021.
Crónica Digital / Prensa Latina.