En octubre de 2019 se desencadenaron manifestaciones masivas en Chile, originadas por valientes estudiantes de entre 12 y 16 años que decidieron saltar los torniquetes en protesta ante el alza del pasaje del Metro.
Pero no era solo el Metro. Era un acto de rebelión en contra de 47 años de abusos hacia la clase trabajadora de un país donde se habían privatizado todos los recursos naturales y derechos sociales a través de una brutal represión.
Un acto de rebelión frente a un sistema económico político y social que les arrebató la dignidad a millones de chilenas y chilenos.
Creado por el intelectual estadounidense, Milton Friedman, el sistema neoliberal sólo era aplicable a través de una dictadura militar sangrienta, a través de lo que él mismo denominó “la Doctrina del shock”: violencia, terror, tortura, represión. Un mecanismo que permitiría luego aplicar un shock económico sin resistencia de la clase trabajadora.
Con el respaldo absoluto de Estados Unidos, Friedman creó y desarrolló lo que fue bautizado como los “Chicago Boy”.
En Chile, los Chicago tuvieron libertad absoluta para implementar su modelo, pues la dictadura anuló los contrapesos políticos y académicos.
Luego lo que hicieron los gobiernos de la Concertación cuando se retornó a la “democracia”, fue consolidar aquel nefasto sistema económico donde “el 1 % de los más ricos poseen más de una cuarta parte de la riqueza del país y la deuda de los hogares asciende al 75 % de los ingresos familiares” (Cepal).
La continuidad hoy de ese legado de Pinochet es el Gobierno de Sebastián Piñera y la Constitución de la dictadura, que impide modificar las estructuras del modelo neoliberal.
El 25 de octubre el pueblo digno y valiente de Chile le dijo NO a la Constitución de Pinochet y NO al modelo neoliberal de Milton Friedman, lo que abriría el camino para dar inicio a plasmar en una nueva Carta Magna las demandas de millones de chilenas y chilenos y para recuperar los derechos arrebatados por una minoría donde la palabra dignidad esté inscrita en los cimientos de nuestra sociedad.
¿Cuál es el problema entonces?
El acuerdo del 15 de noviembre de 2019, la salida institucional a la profunda crisis social que encontró el Gobierno de Piñera junto a algunos partidos de la oposición, establece una serie de reglas para que este proceso sea un “que todo cambie para que nada cambie”.
Dicho acuerdo establece que no se pueden tocar los tratados internacionales. De ser así, ninguna de las demandas de los ciudadanos se puede implementar.
Por ejemplo, si queremos eliminar el sistema de pensiones AFP, no podríamos porque el dinero de esos fondos está administrado por la banca internacional, depende de tratados internacionales.
No permitirnos intervenir los tratados internacionales significa que no podemos nacionalizar nuestros recursos naturales, como el cobre, litio y agua, lo que nos daría acceso a financiar, por ejemplo, educación y salud gratuitas de calidad.
El quorum de 2/3 en síntesis es la posibilidad que tiene una minoría de vetar la voluntad de una mayoría. Esta medida le reservaría un derecho a veto al oficialismo, dado que si un tercio del Legislativo rechaza las modificaciones el documento no sería refrendado.
El acuerdo tampoco garantiza la participación real en el proceso de independientes y de los pueblos originarios, así como de las y los chilenos que perdieron sus vidas, sus ojos, fueron torturados y golpeados para llegar a este momento histórico.
Tampoco asegura la libertad de los presos políticos que el Gobierno de Piñera mantiene desde 2019 hasta ahora, chilenos y chilenas detenidos en manifestaciones pacíficas, acusados sin pruebas, víctimas de montajes de carabineros, en pésimas condiciones sanitarias, aislados y sin derecho a recibir visitas.
El acuerdo no garantiza el juicio y castigo de las violaciones de derechos humanos cometidos por el Gobierno de Piñera, crímenes de lesa humanidad ratificados en cuatro informes internacionales.
Piñera no debe encabezar un proceso que necesitamos sea democrático, para ello es urgente adelantar las elecciones presidenciales. En un sistema presidencialista como el chileno, quien integre el Ejecutivo es determinante para llevar a cabo las transformaciones estructurales que Chile necesita.
Es indispensable que el pueblo chileno, que conquistó un mecanismo de democracia participativa como fue el plebiscito del domingo 25 de octubre, sea el real protagonista de los cambios en nuestro país.
Por Florencia Lagos Neumann. La autora es Corresponsal de Crónica Digital, Analista Internacional y Presentadora de TeleSur.
La Habana, 29 de octubre de 2020.
Crónica Digital.
Este artículo omite de manera flagrante lo ocurrido, no fue una situación de “dignidad” como se trata de imponer, sino que fuen un estallido delicuencial que se trato de tomar el poder, orquestado y manipulado por el partido comunista. Totalmente planificando donde se robó y ultrajó a la ciudadanía incendiando edificios, saqueando supermercados y farmacias. Se atacó a iglesias y se destruyó monumentos históricos. Así que hablar de dignidad es totalmente falso .