El plebiscito fue un símbolo, respaldado por un pueblo que hizo vibrar al mundo entero al permanecer movilizado durante más de un año contra viento y marea. Frente a él, un gobierno al lado de la represión, haciendo resurgir los momentos más oscuros de la historia de Chile.
La cristalización de este levantamiento fue también el resultado de la conjunción de muchas revueltas, las de los estudiantes de 2006 y 2011, las del derecho a la salud, las de los pueblos indígenas. El capitalismo demoníaco establecido por los Chicago Boys está tomando la vía del derrumbe.
Este voto histórico, este ‘Apruebo’ con más 78 por ciento de los votos válidos, es un repudio perentorio contra el modelo neoliberal, fuente de todas las desigualdades sufridas por el pueblo chileno. Es el deseo de sepultar los enclaves autoritarios impuestos por Augusto Pinochet que estructuraron la vida política, institucional, económica y social durante 47 años.
El referendo es, por tanto, un primer paso, un gran salto. Luego vendrá la elección de quienes redactarán esta nueva constitución, a través del aclamado mecanismo de la Convención Constitucional, que será paritaria, áuna primicia mundial!
A pesar de la crisis sanitaria y la represión sistemática, la democracia está floreciendo. Después de Bolivia y Chile, ¿pronto Ecuador? Es obvio que América Latina se encuentra en un punto de inflexión estratégico de su historia, para la democracia, los derechos humanos y la justicia social.
La gente ya no quiere volver atrás, ya no quiere los años oscuros. En estas horas de esperanza, es el momento de retomar este canto universal de Víctor Jara, ‘por el derecho de vivir en paz …’.
*Experto francés en cooperación internacional y especialista en América Latina
París, 26 de octubre 2020
Crónica Digital/PL