Hace unas semanas conmemoramos los cincuenta años de la elección del Doctor Salvador Allende a la presidencia de Chile. En realidad, el 4 de septiembre de 1970 sacó solo la primera mayoría de la elección presidencial, con el 37% de los votos, mientras Jorge Alessandri obtuvo el 35% y Radomiro Tomic el 28%. En esta situación, según la constitución vigente, el Congreso Pleno debía dirimir entre las dos primeras mayorías.
El 24 de octubre de 1970 el Congreso debía decidir entre el Doctor Allende, mi Tío Chicho, y Jorge Alessandri, quien sería el Presidente de Chile en el período de 1970 a 1976. El Presidente electo debía asumir el 3 de noviembre de 1970 y solo ahí se conocería a los miembros del gabinete designado y los funcionarios que llevarían adelante el programa de la Unidad Popular.
Tradicionalmente en Chile, el Subsecretario —equivalente al Viceministro— del Interior asume primero, la misma mañana de la asunción del nuevo presidente. El 3 de noviembre de 1970 asumió en el cargo Daniel Vergara Bustos.
Al parecer, pocos saben que siempre hay otro funcionario de confianza del Presidente electo que asume antes. Se trata del Director del Protocolo, funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, quien tiene por misión primera la preparación y realización de la ceremonia del traspaso de mando presidencial.
Hablando acerca de este episodio histórico con mi padre, Lucio Parada Dagnino, en Ginebra, Suiza, donde ambos residíamos y donde mi padre falleció en septiembre de 2008, él se entusiasmó y dijo que le gustaría escribir algo sobre eso. En realidad, mi padre, diplomático de carrera, siempre se negó a escribir algo parecido a sus memorias. Decía que era traicionar la confianza de aquellos que le permitieron ser parte de la historia de Chile.
A cincuenta años de los hechos, me permito, sin traicionar la voluntad de mi padre, transcribir ciertos recuerdos.
“Comienzo a escribir estos apuntes antes de que la memoria, transcurridos ya más de 30 años, me juegue sucio.
Tengo el recuerdo de que el día en que el Congreso Pleno eligió a Salvador Allende Presidente de la República era un sábado, el 24 de octubre de 1970.
Esa mañana me encontraba en mi oficina del Protocolo en el Ministerio de Relaciones Exteriores, con todos los funcionarios. Al poco rato de haber dicho la radio que Allende había sido elegido contra Jorge Alessandri, llegó René Rojas y me dijo que me iba a llevar a presentarme como su futuro Jefe del Protocolo.
Partimos pues en el viejo Oldsmobile a la calle Guardia Vieja. Muy solemne, René le expresó al Presidente el motivo de la visita, quien dijo: “Usted me viene a presentar a Lucio…”
Era en realidad la tercera campaña que yo hacía por Salvador allende. Y quienes habíamos estado con él, con la UP, no éramos en el Ministerio más de 12 o 13. Y entre ellos no estaba René, ni P.J., radicales y masones ambos.
Pero ya que he hablado de esos 12 o 13 UP, creo que valdría la pena tratar de acordarme de quienes éramos de dentro y fuera (del exterior): Humberto Díaz-Casanueva, Leonora Kracht, Hugo Cubillos, Roberto Otaegui, Claudio Jara, Luis Quinteros, Sergio Verdugo, Mario Valenzuela, Miguel Rioseco, Raúl Elgueta (hijo), Germán Carrasco, Eduardo Ormeño, Alejandro Carvajal.
Nos reuníamos generalmente en casa de Miguel Rioseco y hablábamos de la elección del 4 de septiembre y pensando que nada habíamos resuelto de nombres para ofrecer para cargos en el Ministerio si llegaba a ser elegido nuestro candidato, nos fuimos Mario Valenzuela, Claudio Jara, yo y un cuarto que no recuerdo a un boliche en Apoquindo con Tobalaba, donde resolvimos que siendo Mario el único Ministro Consejero lo destacaríamos como eventual Director General, Claudio iría como Director de Organismos Internacionales y yo como Director del Protocolo. En mi caso, más que todo para tapar la posible entrada de alguien afuerino con aptitudes protocolares. Temíamos también a un latente arribismo. Habíamos escuchado incluso el apellido Larraín como un posible aportado.
A la fecha del 4 de septiembre yo estaba como Subdirector Económico y recuerdo que el 5 muy de mañana se acercaron varios compañeros a felicitarme, escondiendo muy mal el temor por la llegada del régimen UP a la Cancillería. Tuve que tranquilizarlos y pedirles que se fueran a trabajar.
Volviendo a mi llegada a la casa de Guardia Vieja, recuerdo que estaban instalándose los equipos de televisión a cargo de Augusto Olivares, el “Perro”. El jefe del GAP Ortega.
Recuerdo que el Presidente me dijo que no quería ser tratado de Excelencia, que quienes le llamaban Senador, si querían siguieran así llamándolo. O Doctor si así lo llamaban o derechamente Presidente. Y comencé a ocuparme de las visitas que se anunciaban… el Embajador de Colombia, Álvaro García Herrera, por ejemplo; el Embajador del Perú, Arturo García y García; de Argentina, Javier Teodoro Gallac; el de Bélgica, Taelemans.
A las cinco y media llegó el Presidente Frei Montalva con su señora. Yo no lo había visto nunca. El Presidente Allende y la señora Tencha los recibieron en la puerta. Ellos pasaron al pequeño escritorio que estaba a la derecha y las señoras siguieron hacia el comedor. No se sabrá nunca qué hablaron ellos.
A las seis tenían fijada entrevista los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y el Director General de Carabineros. Cada uno en su auto llegaron cinco minutos antes. Los muchachos del GAP me fueron a avisar. Les dije que no eran las seis. El Presidente Allende seguía encerrado con el Presidente Frei. Un minuto antes abrí la puerta y los hice pasar al living. Se sentaron: el General Prats en un sillón a la izquierda del sillón que iba a ocupar Allende y luego en un sofá al frente, Guerraty, de la Fuerza Aérea, Tirado, de la Marina y Huerta, de Carabineros.
Minutos pasados las seis golpeé a la puerta del escritorio, abrí y dije: Perdonen Señores Presidentes. Los Señores Comandantes en Jefe han llegado. Bueno, dijo el Presidente Frei, yo me voy. No, no, le dijo Allende, acompáñame a saludarlos y lo tomó de un brazo.
Ya se habían puesto de pie los uniformados, se saludaron con ambos Presidentes. Fui a avisarle a la señora Frei que se iban. Se despidieron. No salió la señora Tencha al living. Frei y señora se fueron. Se sentaron los cinco y el Presidente Allende le dijo al General Prats, en ese momento Comandante en Jefe interino del Ejército, que se le había informado que el general Schneider había estado mejor ese día. Coincidió el General Prats. Tirado le recordó a Allende su condición de porteño, lo que no conmovió al Presidente, y Huerta le dijo que sabía que le gustaba montar a caballo y que estaría muy contento de que fuera a la Escuela de Carabineros. Allende le dijo fríamente que le avisaría si quería ir.
Recordemos dos cosas: Allende había hecho su servicio militar como aspirante a oficial en el Regimiento Coraceros de Viña del Mar (caballería) y luego que sabía que, con la excepción del General Prats, los otros tres habían conspirado para que no asumiera como Presidente.
El Cardenal Silva Henríquez fue también a ver al Presidente, acompañado de Monseñor Oviedo.
En esa oportunidad me dijo: acerca esa silla, Lucio, y dirigiéndose al Cardenal le añadió: Lucio es amigo de familia. Se refería indudablemente a la época en que su padre, tras haber sido amigo en Valparaíso y Viña con mi tío Vicente Dagnino, médico, habían coincidido en Tacna, todavía chileno. El tío Vicente era Director del Hospital y el padre del Presidente, notario. En la misma época era Ministro de la Corte de Apelaciones de Tacna mi tío Agustín Parada Benavente, hermano de mi abuelo.
El Cardenal, muy amable, le ofreció todo su apoyo al Presidente. Este le contó que su madre era una mujer muy católica y que un crucifijo que había en un mueble esquinero había sido de ella.
Habiéndome preguntado antes si lo del Te Deum era una obligación prescrita, a lo que le dije que no, Allende le dijo al Cardenal que después de jurar le gustaría que se cantara un Te Deum ecuménico. Y Usted, señor Cardenal (sí, así habíamos acordado llamarlo y yo le dije al señor Cardenal que al Presidente no lo llamara Excelencia, con el acuerdo de él.) sabrá a quien invita a su casa. Por ejemplo, le dijo, al rabino, al evangélico, al luterano… Basémonos en el Concilio Vaticano II.
Quiero que quede bien en claro entonces que esto de los Te Deum ecuménicos es idea del Presidente Allende, que fue recogida de inmediato con gusto por el Cardenal Silva Henríquez.”
Esto es lo único que se sabrá del primer funcionario del gobierno de la Unidad Popular del Presidente Salvador Allende. El resto es mentira, confesiones obtenidas con engaño o abuso de confianza.
Lucio Parada Oudkerk
Santiago de Chile, 25 de octubre 2020
Crónica Digital