Por su importancia, reproducimos el siguiente importante trabajo de la periodista cubana Elsa Claro, especializada en temas internacionales, sobre la situación en Bulgaria, uno de los países en los que se derrumbó el socialismo real a fines de los 80 y en que se proclamó la victoria del neoliberalismo.
BULGARIA: SIN ESENCIA DE ROSAS
“La falta de voluntad para reformar y combatir la corrupción, el despilfarro, la violación metódica de la ley y la moral, ha llevado a Bulgaria a la parálisis de sistemas e instituciones públicas enteras por primera vez desde la transición”. Este criterio pertenece al Presidente Rumen Radev y no es la primera crítica a fondo que el Mandatario lanza sobre el gabinete de Boiko Borisov, Primer Ministro y figura principal hacia quien van dirigidas tan malas calificaciones expresadas, sobre todo, desde inicios del 2020.
Radev no está a solas en sus fuertes consideraciones. Hubo varias antes, pero en los últimos dos meses, de forma continuada y sin grandes titulares en la prensa occidental, vienen ocurriendo importantes manifestaciones con campamentos citadinos cercanos a instalaciones oficiales en protesta permanente. Pese a lo reiterado, no se escuchan los reclamos y se reprime sin demasiadas contemplaciones. Acaba de ocurrir, aunque acompañado de promesas escasamente confiables.
Precisamente Rumen Radev le retiró la confianza al gobierno pidiendo al premier que renuncie, como debe ser norma cuando no se cuenta con la confianza de los electores. El presidente, tiene un significativo apoyo popular, pero carece de los derechos reglamentarios que le permitirían poner orden, suponiendo que contara con facultades de ese tipo tampoco tendría por delante una tarea de fácil curso.
Bulgaria tiene hoy el doble y lamentable rótulo de país más corrupto y más pobre de la UE. Lo primero le cuesta el 22% del producto interior bruto (PIB) cada año, aunque sus indicadores de crecimiento tuvieron un nivel decoroso. Lo segundo provoca varias contrariedades, no solo el malestar de la población. Una a citar es el desequilibrio demográfico existente, tan pronunciado que causa alarma.
La discordancia entre mortalidad y natalidad es notable. En 1989 había 9 millones de habitantes y hoy son 7,2 millones. Eso es un 20 % o 70 mil personas menos. Si se junta con la fuerte emigración, el saldo es lamentable y nada estimulante en términos de recuperación nacional en todos los órdenes.
El Estado, regido por una “mafia oligárquica” (así la definen sin muchos reparos sectores intelectuales y pueblo llano) implican un serio desorden en política, pero se expresa con la mayor acritud en la pobreza (uno de cada cinco ciudadanos lo es) y en el conjunto de notorias desigualdades entre grupos humanos y regiones.
La corrupción abarca todos los estratos político–administrativos y es parte de los fenómenos promovidos o adjuntos al crimen organizado que tuvo en este país balcánico tempranas expresiones a partir de que se implantara un sistema socio-económico poco saludable. La explotación sexual fue una de las líneas iniciales del accionar ilícito. Después se añadieron otras fuentes de ingresos delictivos con el comercio ilegal de combustibles y el narcotráfico, seguido de varios etc.
Se llega al extremo de cometer fraude con los fondos del Pacto Comunitario destinados al desarrollo de zonas búlgaras deprimidas. Está probado que enormes cantidades de dinero entregado por Bruselas, pasaron sin escala a grandes corporaciones búlgaras de modo improcedente.
Nada de eso es desconocido en la UE, donde tampoco ignoran que la supuesta democracia recuperada es, ante todo, simple formalidad. La ONG Freedom House plantea en un informe: “Los oligarcas dominan los principales partidos y el Gobierno”; por tanto, son quienes llevan las riendas de cuanto se aplica. Esa circunstancia llevó a que se implementara un aparato de relativa vigilancia sobre el país, particularmente al momento de ocupar la presidencia rotativa del Consejo Europeo, al parecer con muchas penas y ninguna gloria.
Fue entonces cuando se sometió a ese país al mecanismo de cooperación y verificación de la UE, una especie de inspectores de Los 27, que tampoco pueden mostrar mucho éxito en su misión, visto que el problema se mantiene, y da pie a las críticas referidas al prematuro ingreso al Pacto (en el 2007) de Bulgaria y Rumanía.
La corrupción también emponzoña el Poder Judicial, desde donde se cometen irregularidades como hostigar a los contendientes políticos, algo evidenciado en hechos de baja estofa y gran temeridad. Uno fue el registro a las oficinas del presidente Radev realizado de modo abrupto, irrespetando su inmunidad, tras sus revelaciones sobre la protección que se otorga a distintos autócratas, por organismos estatales de seguridad.
Las exigencias en las calles no se limitan a exigir la dimisión del Primer Ministro, sino también del fiscal general y cuantos desde sus posiciones permitieron y facilitan el surgimiento y ampliación de una mafia erigida en el verdadero poder de Bulgaria.
La prensa padece situaciones anormales inocultables, sea por los actos ofensivos contra quienes no obedecen a pie juntillas el pedido editorial de los dueños, o por otras acciones que condena el sindicato del ramo dada la “violencia contra los periodistas” que cubren las reclamaciones ciudadanas. Es un sector dentro del cual murieron tres profesionales tras hacer investigaciones referidas a ilegalidades.
Borisov es un complejo personaje tildado por unos de astucias tipo Fouché o con capacidades tornadizas de peliagudo cifrado. Fue guardaespaldas de dirigentes en la etapa socialista y hombre de confianza del rey Simeón, retornado a Bulgaria de un largo exilio al concluir los 80.
El Primer Ministro y su gabinete están manejando opciones de equívoca honradez, se opina en Sofía, centro de las mayores demandas. Ofreció desde examinar en el parlamento su renuncia hasta emprender cambios constitucionales, pero se presume solo desea concluir su mandato en el primer trimestre del próximo año y no por la puerta pequeña.
“No la falta de una nueva constitución llevó a la gente a las calles, sino más bien la carencia de moralidad en el liderazgo, el rebajamiento de la condición de Estado y la corrupción”, estimó Radev, posiblemente resumiendo un criterio extendido y no solo a escala doméstica, excepto por quienes a la sombra o a plena luz, son los protagonistas de este entuerto.
Fuente: Cuba Debate.
Imagen: Wikipedia.
La Habana, 10 de septiembre 2020.
Crónica Digital.