Minutos antes de que se cortara el audio de la videoconferencia, Feldstein aseguró que en Estados Unidos no existían precedentes de que un periodista o editor hubiese sido juzgado por publicar información clasificada.
Según el profesor de periodismo de la Universidad de Maryland, la primera enmienda de la constitución estadounidense protege ese tipo de publicaciones, y que en su país hay periodistas especializados en temas de seguridad nacional, cuyo trabajo depende de las filtraciones del gobierno.
Antes de dar por concluida la sesión, Baraitser rechazó una petición presentada por el equipo de defensa de Assange para posponer el juicio de extradición.
Según argumentó el abogado Mark Summers, su cliente no había tenido tiempo de leer los documentos relativos a las nuevas acusaciones hechas por la fiscalía norteamericana, que pretende ahora vincularlo con una supuesta conspiración con la exanalista de Inteligencia Chelsea Manning para acceder a una computadora del Pentágono, y robar cables diplomáticos e información de las guerras en Iraq y Afganistán.
También alega ahora, a partir del testimonio de informantes, que Assange se puso en contacto con piratas informáticos internacionales, y les pidió que le suministraran información clasificada para publicarla en Wikileaks.
La jueza británica consideró, sin embargo, que el equipo legal del ciberactivista australiano tuvo tiempo suficiente para solicitar un nuevo aplazamiento, pero no lo hizo, por lo que dio por zanjado el asunto y ordenó seguir con el proceso.
Assange asistió a la audiencia en el tribunal londinense de Old Bailey, pero al igual que en primera parte del juicio celebrada en febrero pasado, debió permanecer en un cubículo encristalada al fondo de la sala, custodiado por dos guardias de seguridad, y sin tener contacto con sus abogados.
En la transmisión vía control remoto habilitada para la prensa solo fue enfocado por las cámaras cuando la jueza le pidió que se identificara, y cuando se le preguntó si estaba preparado para ser extraditado a Estados Unidos, a lo cual respondió que ‘no’.
El juicio de extradición, que se inició en febrero pasado pero luego fue suspendido por la pandemia de Covid-19, podría durar hasta tres semanas, y es muy probable que la parte perdedora apele el veredicto.
De ser entregado a la justicia estadounidense, el fundador de Wikileaks podría ser condenado a 175 años de cárcel, a partir de los cargos de espionaje y piratería informática que se le imputan, por haber publicado en su portal cientos de miles de archivos secretos de la diplomacia y el Ejército norteamericano.
Docenas de seguidores de Assange, entre ellos su padre, John Shipton y la diseñadora de modas Vivienne Westwood, se congregaron en las afueras del tribunal londinense para exigir su liberación, y denunciar la naturaleza política del juicio.
Londres, 7 septiembre 2020
Crónica Digital/PL