De acuerdo con medios locales de prensa, una tensa calma prevaleció anoche en el centro de la ciudad, área donde se ubicó el foco de tumultuosas protestas esta semana en apoyo a Jacob Blake Jr., el hombre negro baleado en la espalda por un policía blanco el domingo, y que aún está en cuidados intensivos con pocas posibilidades de volver a caminar.
El ataque contra Blake, de 29 años, frente a sus tres hijos, convirtió a la ciudad mayoritariamente blanca, en el más reciente escenario de un verano de manifestaciones a nivel nacional contra la brutalidad policial y el racismo.
El padre de Blake denunció la víspera el silencio del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre el caso, lo que calificó de muy negativo en una entrevista con la cadena televisiva CNN.
Blake, quien fue sometido a varias intervenciones quirúrgicas desde el tiroteo, estuvo inicialmente esposado a una cama del hospital pero las ataduras fueron retiradas el viernes y los oficiales que lo custodiaban se retiraron después de que se anuló la orden, dijo a la agencia Reuters su abogado, Pat Cafferty.
Los manifestantes y la familia de Blake exigieron que los tres agentes involucrados en el hecho, incluido el policía que le disparó a quemarropa por la espalda, sean expulsados y procesados.
Hasta ahora, los tres fueron puestos en licencia administrativa, en espera de una investigación del Departamento de Justicia de Wisconsin.
Sin embargo, el sindicato de policías de Kenosha insiste en defender a los oficiales, y argumentan que Blake estaba armado con un cuchillo, luchó contra los agentes del orden y tuvo varias oportunidades de cooperar antes de que usaran la fuerza letal.
La reacción de los participantes en el operativo policial fue considerada extremadamente excesiva por amplios sectores de la opinión pública estadounidense.
A pesar del toque de queda desde el atardecer hasta el amanecer, una ola de ataques incendiarios y vandalismo devastó un distrito predominantemente minoritario el lunes por la noche, y el martes tres manifestantes fueron baleados, y dos de ellos murieron, por un adolescente blanco armado con un fusil semiautomático.
El sospechoso de 17 años, Kyle Rittenhouse, se entregó a la policía el miércoles, según dijeron sus abogados al diario local The Advocate.
Los disturbios disminuyeron desde mediados de semana, cuando el gobernador Tony Evers desplegó tropas adicionales de la Guardia Nacional de Wisconsin para ayudar a las fuerzas del orden locales a restablecer la tranquilidad.
Washington, 29 agosto 2020
Crónica Digital/PL