‘No tenemos más remedio que impugnar la orden ejecutiva por la vía judicial (…) la administración (del presidente norteamericano Donald Trump) no prestó atención a los hechos y trató de meterse en las negociaciones entre empresas privadas’, añadió.
A principios de este mes Trump rubricó una primera orden ejecutiva, que prohíbe cualquier transacción o negocio con ByteDance a partir de 45 días, en un intento por presionarla para dejar las operaciones de Tik Tok en manos de alguna corporación doméstica.
Esa medida también incluye a la popular red social WeChat, el similar de WhatsApp aquí.
‘La recopilación de datos amenaza con permitir que el Partido Comunista de China acceda a información personal y privada de los estadounidenses, lo que potencialmente le permite a China rastrear las ubicaciones de empleados y contratistas federales, crear expedientes de información personal para chantaje y realizar espionaje corporativo’, indica el referido documento.
Pero el pasado día 14 de agosto, Trump firmó otra orden que le da a ByteDance 90 días para vender o separar a Tik Tok en Estados Unidos.
Autoridades y analistas aquí consideran la maniobra una infracción a las leyes y advierten sobre los perjuicios a la confianza de compañías extranjeras con planes de incursionar en suelo estadounidense, pues siembra un precedente peligroso de violación del mercado libre y abierto.
Incluso el Ministerio chino de Relaciones Exteriores reiteró el llamado a Washington a dejar de politizar las cuestiones económico-comerciales, proporcionar un entorno justo y libre de discriminaciones donde las firmas extranjeras puedan trabajar con normalidad.
Denunció que la Casa Blanca usa vergonzosamente la seguridad nacional como pretexto, abusa del poder y demuestra su actitud hegemónica, con fines electorales.
Tik Tok y WeChat son los nuevos blancos de una ofensiva de Estados Unidos contra el sector tecnológico de China que antes atacó a los fabricantes de teléfonos Huawei y ZTE.