En medio de esta situación, el primer ministro de Líbano, Hassan Diab, anunció la dimisión de todo su gabinete ante las masivas manifestaciones de descontento que vive ese país.
El puerto, epicentro de la explosión destructora de la mitad de Beirut, la capital, y una de las principales fuentes de la economía nacional, basada en importaciones, constituye también un lucrativo negocio que se disputan facciones políticas.
Los donativos o préstamos para ese Estado requieren de auditorías en el Banco Central antes de concederlas y asegurar que los ciudadanos comunes no sean aplastados por deudas cuyos beneficios nunca ven.
A corto plazo la asistencia prevista se concentrará en emergencias humanitarias y de relativa facilidad de control, e irá a instituciones como la Cruz Roja o agencias de la ONU.
Sin embargo, la reconstrucción real demanda inversiones en suministros y equipos, cuyos contratos antaño dieron riqueza y poder a la élite gobernante, mientras el país sigue con carreteras en ruinas, apagones diarios, basura en las calles y abastecimiento insuficiente de agua.
‘El nivel de infraestructura en el Líbano está directamente relacionado con el nivel de corrupción’, denunció Neemat Frem, un prominente empresario y diputado independiente.
‘Necesitamos urgentemente más dólares, pero entiendo que el Estado libanés y sus agencias no son competentes’, apuntó.
‘Hay un gran robo en el Líbano y otro pequeño, pero este último no fue el que puso al país en el hoyo actual’, indicó Nadim Houry, director ejecutivo de la Iniciativa de Reforma Árabe.
Ayudas similares anteriores, subrayó, terminaron en manos de jefes políticos que se quedaron con su porción y repartieron trabajos y dinero a los partidarios.
Cansados de las pequeñas indignidades que soportan para pasar un día, hay mucho recelo en los libaneses, el 37 por ciento de los cuales dice que necesita pagar sobornos, según Transparencia Internacional.
‘El público va a ser increíblemente desconfiado de la forma en que se hace esto, y creo que con razón’, expresó Frank Vogl, cofundador de esa entidad y presidente del Fondo de Asociación para la Transparencia.
Mientras, Julien Courson, director de la Asociación de Transparencia en el Líbano, reveló que organizaciones no gubernamentales comenzaron a crear equipos para monitorizar adónde va a parar el dinero de las donaciones.
Quienes toman las decisiones y los servidores públicos que están a cargo de canalizar esa asistencia son los mismos de siempre’, acotó.
Beirut, 15 agosto 2020
Crónica Digital/PL (Tomado de Orbe)