En las últimas tres décadas de democracia neoliberal, el Estado chileno y sus gobiernos de turno, han profundizado sistemáticamente la violencia y represión en contra nuestra nación mapuche, la militarización del territorio, la indolencia política, el descaro del saqueo, siembra el terror por los campos y ciudades, los elementos de coacción, control y vigilancia de los aparatos de seguridad, operan cual dictadura sanguinaria estuviese gobernando.
Resultado de esta doctrina colonial de Estado, se han asesinado hace solo unos días cruelmente a jóvenes mapuche, se han allanado a comunidades, se han torturado, encarcelado y detenido a una centena de dirigentes que incluye a mujeres, ancianos y niños.
Violadas históricamente todas las garantías jurídicas, procesal e investigativa, tenemos como respuesta en julio de este año 2020 una desesperada huelga de hambre de un conjunto de miembros de la nación mapuche que ya superan más de 90 días en distintas cárceles construidas en nuestro propio Wallmapu.
En este contexto, y bajo una declarada crisis sanitaria mundial, se vulneran los derechos que les asisten a los mapuche. En esa perspectiva, en ciudad de Nueva Imperial, el machi Celestino Córdova es internado en el hospital trasladado desde cárcel de Temuco, debido a su inminente deterioro de su salud en el que se encuentra, privados de sus derechos como autoridad espiritual y de salud, cumple una condena a todas luces injusta, en una cárcel construida para encerrar la protesta mapuche, profecía auto-cumplida del colonizador.
El colonialismo iniciado en el continente a finales del 1400 significa pandemia en todos sus términos, murieron a causa de esta invasión más de setenta millones de indígenas efecto de enfermedades, desnutriciones, torturas, etc. Por lo tanto, este delito de lesa humanidad tiene responsables materiales que la emancipación futura debe reparar, sería sin embargo ingenuo imaginar que habrá justicia efectiva de parte de los tribunales chilenos, manchados de sangre durante toda su historia y ministerio de colonia y guardianes de cuarteles de violaciones de derechos humanos.
Hasta el día de hoy, no existen indicios concretos del cese de violaciones a los derechos humanos colectivos indígenas, ni creemos que los vaya a haber, como han establecido en convenciones y declaraciones de los organismos de la comunidad internacional, lo que hace pensar, que el camino diplomático termina entrampado en una burocracia tecnocrática que no garantizará ni obligará a ningún estado ni tribunal a hacer justicia efectiva.
Para el caso Mapuche, desde la ocupación militar de 1881 a la actualidad, los mecanismos de coerción se han instalado mediante diversos métodos y tácticas para desmovilizar las legítimas luchas nuestras. De este modo, se instalan las mentiras del presente como verdades y se niegan las verdades del pasado para sepultar las del presente y el futuro.
Se utiliza e invoca crisis sanitaria de occidente para profundizar el crimen en contra de nuestra nación, si no es de salud pública, es financiera, recesiones truchas, inestabilidad política, o necesario cuidado de la democracia la paz y el orden o, por último, el “estado de derecho”, esa figura que nadie entiende, pero que el colonialista conoce en completa profundidad y que sólo beneficia la protección de sus robos y el despojo, en una legalidad que él construyó fuera de todo nuestro consentimiento.
Las contradicciones evidentes
La actual pandemia sanitaria, no se ha resuelto en términos de políticas de salud pública, menos se ha discutido el modelo de salud, ni siquiera imaginar el método de salud mapuche, se ha criminalizado a la sociedad y se han decretados leyes coloniales. Cual comisarios de películas del oeste, aparecen decretos, multas, sanciones penales, etc., de tal manera que a las élites no les interesa la salud de nadie en el mundo. De lo único que se acordará la sociedad del futuro es del terror financiero, militar y policial de los gobiernos y en Chile de su indolencia total con los mapuche.
Ya no es tiempo de creer en las razones humanitarias que el colonizador promueve hipócritamente mediante sus aparatos comunicacionales, al menos para los mapuche debe quedar claro: se intenta implantar un orden económico y político sin nuestra presencia genética, mediante una ley que no resiste más el confinamiento. Es una completa irresponsabilidad el cómo maltratan a centenas de integrantes de nuestra nación, sin existir ni un mínimo de criterio para cautelar su derecho a la vida.
Coincidentemente, el colonialismo no retrocede en crimen, se perfecciona por el mundo, el Apartheid, copia y traslada las mismas técnicas de dominación por todo el hemisferio. Así, el guion represivo del medio oriente de Israel, traslada fielmente el terror al Wallmapu, de modo que se han importados armas de guerra, vigilancia aérea, drones, aviones vigías entre otros, vehículos terrestres y entrenamientos tácticos de la policía y el ejército en plena pandemia y crisis sanitaria, de industria del mismo colonialista.
Largamente hemos sido responsables de todo lo negativo para el oficialismo gobernante. Sentados en zonas de derecha e izquierda parlamentaria, el colonizador debate su proclama en contra nuestra, promueve leyes anti-protesta, anti capucha, anti manifestación social, imprimiendo en nuestras venas la sumisión, de tal manera que, al final del día, cualquier disidencia, o toma de conciencia de nuestros derechos despojados, se resuelven con ofertas de ejército en las calles, policías y funcionarios civiles para inmovilizar nuestras justas demandas.
Las cárceles, son inevitables, existe una sola manera de no ir a ella, “la doblegación y sumisión”, cuestión a la que el pueblo mapuche nos hemos negados históricamente aceptar.
Conspiración internacional y crimen desatado
La conspiración internacional de los estados coloniales donde es parte el Estado de Chile ha creado un clima de verdadera dictadura mundial, instala una doctrina del terror sistemático, promoviendo el arresto domiciliario de la sociedad, el terrorismo colonial del saqueo, extracción de recursos naturales y la explotación de ello, mientras la sociedad está encerrada en sus casa.
Ante estos hechos y otros, los mapuche no nos podemos dejar engañar, sabemos de la existencia de los alcances del virus, pero también sabemos de la intencionalidad política y el aprovechamiento del gobierno para mantenernos en distancia social, temeroso de contagio y una ley de multa si rompemos con su mandato político de criminalización.
Es de sentido común lo paradójico de la actuación del mundo político en contra de las naciones anexadas, colonizadas y ocupadas militarmente, como es el caso de la Nación Mapuche, los gobernantes repugnan nuestras vidas, no hay razones para preocuparse de salvarnos del COVID-19.
Ante estos hechos, a los mapuche nos quedan pocas posibilidades de seguir respetando las leyes de orden sanitario, este protocolo es completamente impracticable cuando se están muriendo en una huelga un conjunto de mapuche, que se les niega el cumplir el proceso de investigación en sus domicilios mientras este la crisis sanitaria.
El control del ejército en las calles, las comunidades sitiadas, los cordones sanitarios en todas las ciudades de enclaves coloniales y el cierre de fronteras, hace imposible cualquier especulación jurídica de fuga, pero más aún, el deterioro de la salud de los huelguistas, les imposibilita desplegarse de forma independiente.
Solo se confirma entonces, el odio racial y la injusticia que vivimos los mapuche por parte de la institucionalidad política del Estado en todo su esplendor.
Señalamos en junio del año 2019, al Congreso de Chile el cese de aprobación del presupuesto definido ITEM étnico para reprimir al pueblo mapuche, y lo que hemos visto en los últimos días es el desfile de vehículos tácticos, sofisticadas armas de guerras e incluso militares boinas negras amenazando a la movilización mapuche, ante ello, si el desenlace fuera la muerte de unos de los huelguistas, no nos quedará otro camino que, llamar a movilizarnos con todas nuestras fuerzas.
Ante estos hechos, sumado al incumplimiento de las leyes y recomendaciones de organismos internacionales en materias de derechos de los pueblos indígenas, que refiere el Convenio 169 de OIT, a la Declaración de Naciones Unidas de septiembre de 2007, e incluso la reciente Resolución Pandemia y Derechos Humanos en las Américas (CIDH, 1/20 del 10 de abril del 2020, a los mapuche no les quedará otro camino que estallar en desobediencia civil y salir de sus casa, lof y enfrentar la injusticia jurídica y política mediante movilización y protesta, frente al genocidio que nos ofrece la institucionalidad del Estado.
Por Eduardo Curín Paillavil
Sociólogo mapuche
Crónica Digital/Mapuexpress
Santiago de Chile, 12 de agosto 2020