Por Omar Cid*
El estudio realizado por MORI y la Fundación Instituto de Estudios Laborales (FIEL) en la Región Metropolitana[1]. Particularmente, El Gran Santiago, nos permite reflexionar sobre algunos temas que han estado en el debate público, desde antes de la crisis sanitaria.
La ciudadanía percibe que las políticas de la administración vigente, están destinadas a proteger los intereses del 1% de los grupos poderosos de la sociedad. Así, lo considera el 86% de los encuestados. Esa impresión se reafirma, al indicar que la preocupación principal del gobierno son los empresarios en un 73%. Estos antecedentes son significativos, porque la idea republicana divulgada por el presidente empresario, de gobernar para todos, perdió sentido, no posee credibilidad alguna, a lo menos en esta fotografía social.
Otro dato revelador, es que el 63% de los entrevistados, dice informarse por la televisión abierta sobre la pandemia. O sea, escuchan la visión de los medios uniformados de comunicación. Sin embargo, la credibilidad de estos sitios tanto televisivos como radiales no supera el 9%. Es más, las redes sociales ocupan un 31% de las preferencias, a la hora de buscar información del Covid19.
Se distingue aquí, una oportunidad para el fortalecimiento de medios de comunicación, no pertenecientes a los grandes conglomerados económicos. Es el tiempo, en que las organizaciones sociales, sindicales y barriales desarrollen proyectos informativos propios o fortalezcan los existentes: apuntando a la educación de sus bases. Las tecnologías están al alcance y deben usarse en ese beneficio, un ejemplo concreto es la radio Recabarren[2], impulsada por La Central Unitaria de Trabajadores entre otras iniciativas del mismo tipo.
En el mismo sentido, cuando se traza el mapa de la confianza en las instituciones y élites, los medios de comunicación llegan al 30%, junto a los bancos. Curiosa mixtura, en el país donde los dueños de banco, poseen canales de televisión y radios. Ahora, el dato demoledor es que las redes sociales según el 68% de los consultados, informan de mejor manera que los órganos oficiales. Otra referencia llamativa, es el 75% de los santiaguinos que certifica no creer a los matinales.
¿Qué subjetividad se ha ido construyendo? ¿Cómo es posible que un pueblo encerrado, asediado comunicacionalmente manifieste ese malestar? La pregunta está abierta. Una probable respuesta, es la dura realidad del hambre, el desempleo, el miedo, el desamparo, la impotencia y la rabia que se acumula, en el escenario de los conventillos 2.0.
El regreso de las ollas comunes, de las redes de asistencia, donde las organizaciones sociales y los vecinos con sus propias iniciativas, cumplen un rol fundamental: es el gran retrato de este tiempo histórico.
La intranquilidad, la sombra de los despidos se ha volcado a los sectores medios, la preocupación está instalada y se traduce en retirar a sus hijos de los colegios privados, con el impacto psicosocial que implica ese quiebre al interior del grupo familiar; el congelamiento en pago de créditos de vivienda se ha extendido, se llega con dificultad a fin de mes. Lo teatral del hecho, es la solución propuesta desde el ejecutivo para este sector, cristalizada de la siguiente manera “está atosigado por las deudas, endéudese más”. Bajo esa premisa, el que se encuentra fuera de todas las políticas sociales y resuelve con su bolsillo, tiene derecho a sostener que se trata de una gran burla.
Entre los apuntes estremecedores, se encuentra la pregunta ¿quién ha sido más solidario en esta pandemia? Y las respuestas, apelan a la familia, vecinos, municipalidades, organizaciones sociales, el gobierno aparece apenas con un 9%. Con ello se ratifica, lo que se ha planteado por distintos sectores de oposición, cuando afirman que afectados por la calamidad: “el pueblo apechugó solo”. Recurriendo a sus fortalezas, a sus redes personales, volviendo a saberes aprendidos de otras crisis que requirieren estructuras horizontales.
Téngase presente, la encuesta de opinión elaborada por estos organismos, se encontraba sobre la mesa de los parlamentarios de uno y otro sector, cuando se obtuvo el número de votos necesarios e inesperados, cuyo objetivo es abrir la posibilidad de retirar el 10% de los ahorros individuales, administrados por las AFPs. Esta votación, es un portazo transversal a las políticas implementadas por el gobierno de los empresarios, para enfrentar la crisis. Si no, están dispuestos a compartir nada, ni siquiera los capitales del Estado que pertenecen a todos los chilenos. Al menos, por mínima dignidad, dejen que el pueblo si lo necesita, recurra a sus reservas de toda una vida, recursos que el actual mandatario, pretende usar como salvataje del gran empresariado[3].
*Escritor
Subdirector Crónica Digital
Santiago de Chile, 9 de julio 2020
[1] https://media.elmostrador.cl/2020/07/INFORME-DE-PRENSA-JUNIO-2020-BAROMETRO-DEL-TRABAJO.pdf
[2] https://cut.cl/cutchile/radio-recabarren/
[3] https://www.elmostrador.cl/dia/2020/06/29/senador-quinteros-ps-por-proyecto-para-ayudar-a-grandes-empresas-llamo-a-los-trabajadores-a-estar-alerta-por-uso-de-sus-fondos/