En sesión de la Comisión de Cultura en Cámara de Diputados del día miércoles 10 de Junio, uno de los invitados, el Sr. Eduardo Martínez Espinoza, Presidente de la Asociación de Radiodifusores de Chile, ARCHI, afirmó que el proyecto que busca ayudar a los y las trabajadoras de la música mediante la creación de un Fondo Solidario financiado a partir de un incremento en la música chilena que se escucha en radio de 20% a 50% y el establecimiento de esa misma obligación en televisión de un 20%, es un atentado a la libertad de expresión y que tal incremento no cuenta con respaldo en producción nacional.
Al respecto, cabe señalar que tales afirmaciones provocan sorpresa y preocupación por diversos motivos.
En primer lugar, la Constitución Política no garantiza la libertad de expresión sino de información y ella consiste en que no se permite la censura previa. En consecuencia, obligar a colocar música chilena, no constituye una violación a la Constitución como tampoco es un acto de censura.
En línea con el punto de la censura, conviene recordar que no existe plena libertad de expresión tampoco. La concentración de la propiedad en los medios de comunicación es preocupante y esa sí tiene que ver con la libertad de expresión. Cada radio promueve su línea editorial consistente con las orientaciones de su propietario y esto claramente afecta el pluralismo informativo.
La Biblioteca del Congreso hizo un estudio al respecto y cabe destacar que en ningún caso un factor que altera la libertad de expresión es la música. “En Chile, los indicadores de concentración del mercado de medios son altos, o tan altos que ameritaría un análisis del regulador en el caso de que se sometiera a su aprobación una operación de concentración. No obstante, y como destaca el autor, la concentración del mercado es alta en prácticamente todos los países”[1]
El Sr. Martínez también afirmó que poner música chilena disminuirá el avisaje por la supuesta baja en la audiencia, es decir, cree que a la gente no le gusta la música nacional. Me parece una afirmación temeraria, sin evidencia empírica para respaldarla. Por lo demás, lo que ha disminuido los ingresos de las radios es la situación que afecta al país, para lo cual es indiferente la cantidad de música chilena.
Por último, consignar que, según la UNESCO (La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), la gente escucha más radio en la medida que haya más oferta de radios y las audiencias suben por cada radio en la medida en que haya menos emisoras. Desde luego, para que alguien escuche una determinada radio depende de cuántas radios tiene disponible para escuchar.[2] La propia UNESCO indica que Brasil es el mercado de radios más grande después de EEUU y allá, se escucha el 20% de música brasileña.
Ahora bien, conviene preguntarse, ¿cuánta música yanqui y cuánta música extranjera escuchan los estadounidenses y si eso tiene impacto en las radios? En el caso de los Estados Unidos, las radios no pueden colocar la música que quieran. Deben adquirir licencias de varias organizaciones de derechos de autor y una vez adquiridas, pueden poner en su radio la música de los autores con que cuenta esa organización. [3] Me pregunto, en Estados Unidos, ¿se escuchará un 80% de música extranjera? Y, a mayor abundamiento, ¿no será que lo que hizo crecer la industria musical estadounidense fue precisamente la gran cantidad de música de su país que se escucha en las radios?
Estoy por apoyar a las radios, todas ellas y para eso, sugiero explorar la alternativa del avisaje radial.
En mi opinión, establecer un fondo solidario a partir de fijar un 50% de música chilena que se coloca en radios, no atenta en contra de la libertad de expresión y podría ser, incluso, la antesala del fortalecimiento de la industria local.
Boris Barrera Moreno
Diputado de la República
Santiago de Chile, 11 de junio 2020
Crónica Digital