Si comparamos estos porcentajes con los de la población víctima del SARS-CoV-2, vemos cómo los negros, pese a ser una minoría, se han visto más afectados.
El 22,2 por ciento de las víctimas por la Covid-19 son afroamericanos, de acuerdo con informaciones publicadas por la Casa Blanca.
Un estudio de la revista Health Affairs destaca que los pacientes afroamericanos con Covid-19 tienen 2,7 veces más probabilidades que los blancos no hispanos de presentar síntomas graves.
Este impacto desigual entre la población afroamericana y sus descendientes se explica principalmente por motivos socioeconómicos: la desigualdad y la pobreza están detrás de la mayoría de los contagios.
La población negra en los Estados Unidos es un colectivo empobrecido, que suele presentar más padecimientos crónicos y dificultades para acceder a la cobertura sanitaria. Por ello, puede que sus síntomas sean más graves.
Además, concentra un mayor riesgo de contraer coronavirus porque, en una situación de pobreza, las personas viven más juntas, con menos espacio para confinarse, entre otros motivos.
Durante la crisis del coronavirus, parte de esta población ha cubierto los puestos de trabajo considerados como ‘esenciales’: desde el personal sanitario a los servicios de limpieza, mensajería o personal de supermercados, exponiéndose así a un mayor contagio.
Estas cifras podrían ser más elevadas en un futuro si se tienen en cuenta las muertes de personas que viven en la calle, sin documentación, o bien que residen al margen de la sociedad y puede que hayan fallecido solas en sus casas.
También el componente racial que estos días ha provocado protestas y disturbios en las calles, puede agravar los casos de contagios entre los afroamericanos.
Estados Unidos es el único país desarrollado del mundo que no dispone de un sistema universal de sanidad; esto significa que la cobertura sanitaria se realiza de forma mayoritaria a través de seguros médicos privados.
Normalmente los empleos no ofrecen este tipo de seguros y para una parte de la ciudadanía es imposible pagarlos.
Para Camara Phyllis Jones, expresidenta de la Asociación Americana de Salud Pública, los tres principios para lograr la igualdad sanitaria en Estados Unidos deberían ser: centrarse en valorar a la población por igual, reconocer y rectificar las injusticias históricas y proporcionar recursos según las necesidades de los pacientes.
Desde que Donald Trump llegó al poder en noviembre de 2016, uno de los ejes de su discurso ha sido el de recortar las ayudas sociales, entre ellas, las relativas a la sanidad.
Washington, 10 junio 2020
Crónica Digital/PL