Varios medios de comunicación, entre ellos The Washington Post, cuestionan medidas tales como el lanzamiento de gases lacrimógenos contra manifestantes pacíficos frente a la Casa Blanca estadounidense.
Ahora, según declararon tres funcionarios del Departamento de Defensa al citado diario, se espera que efectivos de la Fuerza de Respuesta Inmediata de la 82ª División Aerotransportada -normalmente
estacionados en Fort Bragg en Carolina del Norte- se desplieguen en zonas capitalinas.
Los oficiales hicieron declaraciones al periódico bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a discutir el asunto públicamente.
Para expertos, los comentarios de Trump sólo han conseguido generar más odio y convulsión a un ambiente ya de por sí muy tenso y crispado, principalmente a consecuencia del impacto destructor del nuevo coronavirus, que dejó ya más de 100 mil muertos y más de 20 millones de desempleados.
El sábado, el jefe del Estado publicó un tuit diciendo que la muerte de Floyd, producida cinco días antes en Minneapolis, era una ‘grave tragedia’ que ‘nunca debería haber ocurrido. Ha llenado a todos los estadounidenses de horror, ira y dolor’.
Ese fue un mensaje correcto y medido, pero esa línea de actuación se quedó en un simple espejismo, de acuerdo con un editorial del rotativo The New york Times.
Aparte de esas palabras, Trump no jugó ningún papel conciliador. Más bien lo contrario. Arremetió contra las autoridades demócratas de Minneapolis y el estado de Minnesota y fustigó a los principales medios de comunicación -CNN, The New York Times y The Washington Post- por supuestamente fomentar ‘el odio y la anarquía’, sostiene el comentarista Lluís Bassets.
El viernes 29 de mayo, Trump tuiteó que ‘cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo’, una frase con una conocida historia racista detrás, de la que dijo no estar al tanto de su origen. ¿Tenemos que creerle?, cuestiona el analista.
Más tarde, el líder republicano declaró que su intención no era lanzar una amenaza, sino recoger la preocupación sobre la posibilidad de que la violencia armada pueda acompañar a los pillajes. ¿Torpeza o mala fe? ¿Desconocimiento o instigación?, agrega.
Ninguna de las dos opciones deja en buen lugar ni a Trump ni a sus asesores de comunicación. ¿Quién controla sus mensajes por Twitter? ¿Dónde está el freno a su actitud?, continúa el estudioso.
La frase ‘cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo’ tiene gran carga emocional en Estados Unidos pues evoca la larga y dura lucha contra el segregacionismo librada en ese país especialmente hace medio siglo.
Usarla en este contexto de extrema sensibilidad y en medio de una pandemia ha sido como lanzar una bomba nuclear en una ciudad superpoblada, aseguran observadores.
Esas palabras las pronunció en 1967 el jefe de policía de Miami, Walter Headley, durante una vista judicial sobre el crimen en Florida, lo que provocó entonces agrias reacciones de los defensores de las libertades civiles.
Headley tenía un largo historial de fanatismo contra la comunidad negra; la frase también fue utilizada por el candidato presidencial segregacionista y gobernador de Alabama, George Wallace, durante la campaña de 1968.
Ya desde ayer, durante un discurso pronunciado en el Jardín de Rosas de la mansión ejecutiva, el mandatario republicano dijo que estaba enviando a miles y miles de soldados armados, personal militar y agentes de la ley para detener los disturbios y los saqueos que se han visto en los últimos días.
Tales medidas están asociadas a multitudinarias protestas ocurridas en decenas de ciudades norteamericanas tras el deceso del afronorteamericano Floyd, quien murió el pasado lunes en Minneapolis, Minnesota, luego de que un oficial blanco se arrodilló sobre su cuello por varios minutos.
Varios medios de comunicación, entre ellos The Washington Post, cuestionan medidas tales como el lanzamiento de gases lacrimógenos contra manifestantes pacíficos frente a la Casa Blanca estadounidense.
Ahora, según declararon tres funcionarios del Departamento de Defensa al citado diario, se espera que efectivos de la Fuerza de Respuesta Inmediata de la 82ª División Aerotransportada -normalmente
estacionados en Fort Bragg en Carolina del Norte- se desplieguen en zonas capitalinas.
Los oficiales hicieron declaraciones al periódico bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a discutir el asunto públicamente.
Para expertos, los comentarios de Trump sólo han conseguido generar más odio y convulsión a un ambiente ya de por sí muy tenso y crispado, principalmente a consecuencia del impacto destructor del nuevo coronavirus, que dejó ya más de 100 mil muertos y más de 20 millones de desempleados.
El sábado, el jefe del Estado publicó un tuit diciendo que la muerte de Floyd, producida cinco días antes en Minneapolis, era una ‘grave tragedia’ que ‘nunca debería haber ocurrido. Ha llenado a todos los estadounidenses de horror, ira y dolor’.
Ese fue un mensaje correcto y medido, pero esa línea de actuación se quedó en un simple espejismo, de acuerdo con un editorial del rotativo The New york Times.
Aparte de esas palabras, Trump no jugó ningún papel conciliador. Más bien lo contrario. Arremetió contra las autoridades demócratas de Minneapolis y el estado de Minnesota y fustigó a los principales medios de comunicación -CNN, The New York Times y The Washington Post- por supuestamente fomentar ‘el odio y la anarquía’, sostiene el comentarista Lluís Bassets.
El viernes 29 de mayo, Trump tuiteó que ‘cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo’, una frase con una conocida historia racista detrás, de la que dijo no estar al tanto de su origen. ¿Tenemos que creerle?, cuestiona el analista.
Más tarde, el líder republicano declaró que su intención no era lanzar una amenaza, sino recoger la preocupación sobre la posibilidad de que la violencia armada pueda acompañar a los pillajes. ¿Torpeza o mala fe? ¿Desconocimiento o instigación?, agrega.
Ninguna de las dos opciones deja en buen lugar ni a Trump ni a sus asesores de comunicación. ¿Quién controla sus mensajes por Twitter? ¿Dónde está el freno a su actitud?, continúa el estudioso.
La frase ‘cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo’ tiene gran carga emocional en Estados Unidos pues evoca la larga y dura lucha contra el segregacionismo librada en ese país especialmente hace medio siglo.
Usarla en este contexto de extrema sensibilidad y en medio de una pandemia ha sido como lanzar una bomba nuclear en una ciudad superpoblada, aseguran observadores.
Esas palabras las pronunció en 1967 el jefe de policía de Miami, Walter Headley, durante una vista judicial sobre el crimen en Florida, lo que provocó entonces agrias reacciones de los defensores de las libertades civiles.
Headley tenía un largo historial de fanatismo contra la comunidad negra; la frase también fue utilizada por el candidato presidencial segregacionista y gobernador de Alabama, George Wallace, durante la campaña de 1968.
Ya desde ayer, durante un discurso pronunciado en el Jardín de Rosas de la mansión ejecutiva, el mandatario republicano dijo que estaba enviando a miles y miles de soldados armados, personal militar y agentes de la ley para detener los disturbios y los saqueos que se han visto en los últimos días.
Tales medidas están asociadas a multitudinarias protestas ocurridas en decenas de ciudades norteamericanas tras el deceso del afronorteamericano Floyd, quien murió el pasado lunes en Minneapolis, Minnesota, luego de que un oficial blanco se arrodilló sobre su cuello por varios minutos.
Washington, 2 junio 2020
Crónica Digital /PL