En el contexto de la realización del Segunda Semana de la Memoria Histórica y los Derechos Humanos en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), se desarrollará hoy una Charla Magistral de María Adela Antokoletz Gard, escritora y profesora de Letras de la Universidad Católica de Argentina, conocida en el país vecino por su liderazgo en las Madres de la Plaza de Mayo – Línea Fundadora, y por su trabajo en la Federación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de América Latina (FEDEFAM).
La Charla Magistral se realizará hoy a las 18:00 horas, a través de plataformas virtuales, en el marco del hito conmemorativo que se estableció en la memoria de la muerte de Ronald Wood, estudiante de la Casa de Estudios que fue acribillado por militares en mayo de 1986.
María Adela Antokoletz es autora del libro “Desovillando la Historia” (Ediciones Baobab, Buenos Aires), que es considerada una importante obra sobre las Madres de la Plaza de Mayo, tanto por su rigurosidad en términos historiográficos, como particularmente por su valor en tanto que la autora es testigo de primera línea en los orígenes de la entidad.
Es hija de María Adela Gard Pérez de Antokoletz, una de las 14 mujeres que se apostó por primera vez frente a la Casa Rosada en la dictadura argentina el sábado 31 de abril de 1977, a partir de lo cual se fundó las Asociación Madres de Plaza de Mayo, entidad de derechos humanos que logró enorme reconocimiento internacional y cuyos pañuelos blancos sobre las cabezas se convirtieron en un símbolo global de la causa por la verdad y la justicia.
La escritora es hermana de Daniel, un reconocido abogado defensor de presos políticos de Chile y Argentina, que fue secuestrado y recluido en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y que continúa hoy en calidad de detenido–desaparecido. Se estima que su cuerpo fue arrojado al Río de la Plata en los conocidos “vuelos de la muerte”, método de exterminio consistente en arrojar al mar o el río desde aeronaves militares a presos, que previamente eran fusilados o inyectados con pentotal sódico y arrojados todavía vivos y en estado de somnolencia.
María Adela Antokoletz recuerda hoy: “Desde que Mario Andrés, hermano de mi querida cuñada Liliana, llegó a mi casa en Buenos Aires para decirnos que el departamento donde vivían Liliana y mi hermano Daniel estaba abierto, revuelto, vacío, la vida se partió en dos. Mi madre, mis tías y yo estuvimos todo el día con Mario, al lado del teléfono, con la atención en vilo, sobrecogidos de angustia. Y al día siguiente, lo mismo. Mamá caminaba a lo largo del pasillo, ida y vuelta, durante horas, sin hablar, sólo a la espera. Al tercer día ella y yo salimos. Empezaba así la búsqueda. La misma que hoy sigue y sigue, cada día”.
Entre esas primeras 14 mujeres se encontraba Azucena Villaflor, quien poco después de esos primeros pasos, en diciembre de 1977, fue secuestrada en Avellaneda, Buenos Aires, y también fue hecha desaparecer. Azucena había dicho a sus compañeras: “Madres: nos mienten en todas partes, nos cierran todas las puertas. Tenemos que salir de este laberinto infernal que nos lleva a recorrer despachos oficiales, cuarteles y juzgados. Tenemos que ir a la Plaza de Mayo y quedarnos allí hasta que nos den respuesta. Tenemos que llegar a ser cien, doscientas o mil madres hasta que nos vean, hasta que nos vea el mundo entero”.
Las Madres se hicieron, en efecto, conocidas en el mundo entero por sus rondas en la Plaza de Mayo en Buenos Aires, todos los jueves a las 15:30 horas.
¿Por qué el día jueves fue escogida para esa acción, que se tornaría emblemática? Al inicio el encuentro era cada viernes. Una de las mujeres que se sumó al observar las rondas, Dora Penellas, propuso cambiar a los jueves: “El viernes no, porque trae mala suerte, es día de brujas”, argumentó. María Adela recordó: “¿Más mala suerte que la que habíamos tenido hasta ese momento? Yo no creía en esas cosas y, probablemente, otras que estaban allí tampoco. Pero nadie le objetó nada a aquella mujer; nadie le discutió. Ahí empezó a surgir un rasgo de lo que seríamos las Madres: si había una objeción de alguna y si el tema no era importante, nadie discutía; tratábamos de facilitar las cosas para que la totalidad de las que quisieran se sumaran. Así cambiamos los viernes por los jueves”.
María Adela Antokoletz cuenta ahora: “Un grupito de mujeres llenas de incertidumbre y que sólo atinaban a preguntarse unas a otras a quién tenía detenido cada una se reunió un sábado 30 de abril de 1977 en una Plaza casi vacía. En sucesivos encuentros surgió el jueves como el mejor día. Mi madre y sus hermanas fueron parte de ese grupo fundante, que esa tarde ignoraba aún lo que estaba creando. No sabían, entonces, que estaban construyendo uno de los hechos de ética más poderosos en la historia de Argentina y América Latina. Las madres crecieron. ¡Cómo no iba a ser así, si les habían arrancado a sus hijos! Una madre que se va convirtiendo en Madre es, simplemente, imparable. Nada las detenía”.
María Adela Gard Pérez se transformó en una de las principales líderes de las Madres de la Plaza de Mayo, las que la rebautizaron como “la dama digna”. Falleció en 2002 a los 91 años, sin encontrar a su hijo. Su hija señaló en su velorio: “No vas a decir que era la más valiente, ni la más elegante ni la que más sufrió. Pero tenía la capacidad de simbolizar todo eso”.
Sus cenizas se mezclaron en el agua del Río de la Plata.
Imagen: Agencia Informativa Prensa Latina.
Santiago, 28 de mayo 2020.
Crónica Digital.