Con relación a la pandemia del virus COVID– 19 y sus brutales efectos sobre la vida humana en el planeta, varios intelectuales a nivel mundial, del campo de las ciencias sociales, han reflexionado y han hecho diversas críticas sobre las acciones que se han tomado y han propuesto acciones a realizar. Por ejemplo, Noam Chomsky nos dice que “esta crisis es el enésimo ejemplo del fracaso del mercado”, y podríamos concluir de sus palabras que es fracaso del sistema neoliberal.
El sudcoreano Byung–Chul Han ha puesto énfasis en que los países que han obtenido relativo éxito en controlar el virus confían en su Estado y son más colectivistas y menos individualistas que los occidentales. La confianza en quien toma las decisiones entonces es esencial. Pero como expuso en una columna el Presidente de GEA Atacama, profesor Oscar Silva: “Chile, con su gobierno y con el actual sistema político, económico, cultural y social, sufren una crisis de credibilidad. La ciudadanía ve que más que proteger a la sociedad, se busca a cada momento hacer negocios. El arriendo ventajoso de Espacio Riesco es un ejemplo de lo anterior”.
La canadiense Naomi Klein ve la pandemia como un “desastre capitalista”, donde las industrias privadas resurgen al beneficiarse directamente de una crisis a gran escala. Agrega que el gobierno estadounidense y el Presidente Trump han manejado completamente mal esta crisis, viendo más los beneficios para su gobierno y su reelección. Esto no es lejano a lo planteado por Oscar Silva de GEA, para el caso de Chile, y que podríamos agregar es extrapolable para otros países de Sudamérica, como Brasil, y el inepto manejo del ultraderechista Bolsonaro.
El filósofo Slavov Zizek ha planteado que el mundo post COVID– 19 puede terminar en un estado de barbarie, que concluye sería el dominio deshumanizante de las empresas transnacionales, o en una mirada positiva, democrática y más humana, un mundo donde se impondrá lo que llamó “una forma de comunismo reinventado”.
Algo anecdótico, pero no menor: cuando se habla del control efectivo del virus y el uso de las mascarillas, Byung – Chul Han habla de la importancia capital de su uso, de lo que llama capuchas. Nos dice: “Nuestro individualismo trae aparejada la costumbre de llevar la cara descubierta. Pero ahora, viendo imágenes de Corea, me he acostumbrado tanto a ver personas enmascaradas que la faz descubierta de mis conciudadanos europeos me resulta casi obscena”. Pensar que, en Chile, hay una ley anti capuchas. ¿Qué pensará este Doctor en Filosofía? ¿Que la nuestra es una ley obscena?
Lo cierto es que esta coyuntura ha dejado expuesta la debilidad de nuestro sistema de salud pública y además esta coyuntura nos ha mostrado como se ha demostrado en todo el mundo lo fundamental de un sistema de salud público de excelencia. Y qué duda cabe que debemos controlar la salud privada, ya que se ha convertido en un comercio, alejado del bienestar humano. Sin duda, debemos avanzar en salud pública y de calidad.
Como ya sabemos que el virus, no se transformará en buena persona, sería pertinente que se haga efectivo, para el beneficio de las personas, un control de los precios de los alimentos, medicamentos, gasolina, luz, agua y gas. Un control de los créditos, pero sin cobros de usura. Debería la gran empresa pagar los sueldos a los trabajadores privados. También debería planificarse una restricción racional y estricta a los desplazamientos. Lo central, en esta hora de Chile y el mundo, en esta hora de nuestra Región, provincia y comuna, es la protección de la vida de todos y todas las atacameñas y de los atacameños.
Por Guillermo Cortés Lutz. El autor es Doctor en Historia y Vicepresidente Regional de Atacama del Partido Progresista de Chile.
Copiapó, 3 de abril 2020.
Crónica Digital.