Elisa Neumann
Psicóloga, Derechos Humanos
Lo que se inició como masivas evasiones al metro, protagonizadas por estudiantes secundarios, se transformó en pocas semanas en protestas generalizadas, en contra del modelo-neoliberal (expresadas en múltiples y variadas demandas), en oposición a la casta gobernante y su política de los consensos, y en un abierto rechazo a la Constitución de 1980. “Chile despertó, Chile despertó”, corean hasta el día de hoy los manifestantes
De modo súbito, los ciudadanos se reconocían, salían a las calles, se identificaban en una causa común. Y se contactaban con su potencia deseante, desbaratando en acto la pesada carga de una monserga discursiva: “En la medida de lo posible”, que llamaba al orden y a la resignación. Así, por ejemplo, reza un cartel: “No era depresión. Necesitaba una Revolución”
Los llamados a la cordura no se hicieron esperar. El Rector de la UDP, diría que esto no era más que la expresión de una generación, carente de ideología, presa de sus pulsiones. Seguidos por una generación derrotada, que depositaba en ellos ideales obsoletos.
A pesar de ello, los ciudadanos de todas las clases, con excepción del 1% que concentra el 33% de la riqueza en el país han continuado expresándose. Y junto con las manifestaciones de rechazo, aparecen expresiones de ira descontrolada.
En los medios televisivos, se muestra de forma reiterativa y hasta el cansancio imágenes de jóvenes, que con su torso desnudo, rompen semáforos, asaltan locales, construyen barricadas. Y se insiste en los graves daños que ocasionan a los vecinos y locatarios de la zona. Poco o nada se dice, acerca de cómo se gasea a los manifestantes, se los persigue, apalea y dispara. Estos hechos a menudo se producen al término de las protestas, cuando los manifestantes se retiran, y los carabineros resuelven poner término a las manifestaciones. Es lo que toda persona que haya participado en las movilizaciones ha podido presenciar.
Son jóvenes de sectores populares, y tal como lo señala unos de sus carteles: “Somos hijos de los obreros que no pudisteis matar”. Este pueblo -que se movilizó gracias a la acción gozosa de estudiantes que llamaron a la evasión masiva en los metros de Santiago-, olvidó muy rápidamente la brutalidad y crueldad con la que se reprimió en las poblaciones de nuestro país. En mi trabajo como psicóloga de derechos humanos, así como en investigaciones posteriores, he podido constatar el horror y sufrimiento vivido por estos sectores. También he sido testigo de la rabia e impotencia por la impunidad, con la que se beneficiaron los violadores a los derechos humanos. A ello se agrega la enorme frustración por la escasa recuperación de sus derechos sociales, conculcados en la dictadura.
En estos sectores existe un profundo malestar por haber sido traicionados por la clase política, que encarnó una salida negociada con la dictadura cívico militar, y que rápidamente olvidó a quienes habían dado su vida para terminar con ese régimen. La supuesta “democracia” no se conquistó con un lápiz y un papel, ni fue fruto de spots televisivo. Es el resultado de manifestaciones, movilizaciones y acciones de resistencia de los sectores populares. Ello les significó detenciones, torturas, asesinatos, desapariciones, exilio, relegaciones, exoneraciones. ¿Qué recibieron?, pensiones miserables y casi nada de justicia. Cabe preguntarse: ¿Dónde reside la violencia?
Por otra parte, estas acciones han sido divulgadas y comentadas ampliamente. Se intenta con ello instalar la vieja oposición de orden versus caos. Se siembra el temor a la agudización de bandos en conflicto, que podría conducir a la pérdida de la democracia. Junto con ello se divulgaron rumores alarmistas, que sembraron el pánico en la población. El audio de Cecilia Morel, circuló ampliamente por las redes sociales, instalando la desconfianza en el otro y la sospecha.
“Amiga, yo creo que lo más importante es tratar de nosotros mantener la cabeza fría, no seguir calentándonos, porque lo que viene es muy, muy grave. Adelantaron el toque de queda porque se supo que la estrategia es romper toda la cadena de abastecimiento….estamos absolutamente sobrepasados, es como una invasión extranjera, alienígena, no sé cómo se dice, y no tenemos herramientas para combatirlas”
El audio circuló ampliamente por las redes sociales. Y todo parece indicar que no fue casualidad. En las noches del Estado de Emergencia, varios supermercados serías saqueados y quemados. Ello a pesar de la fuerte presencia policial y militar, que reprimía duramente a quienes desafiaban el toque de queda.
En estos días, no han dejado de circular audios y comentarios que intentan instalar la peregrina idea de una supuesta invasión castrista o bolivariana, que explicaría un estallido social, que desbordó al gobierno y la clase política. Rumores absurdos, que han sido reiterados en entrevistas a medios nacionales y extranjeros por Piñera.
Al mismo tiempo, circularon rumores de supuestas invasiones a las barriadas. Los vecinos se organizaban para proteger sus viviendas y enseres. En estos días hemos sido testigos, como los denominados chalecos amarillos golpean a cualquiera, a veces a sus propios vecinos, sin que carabineros intervenga.
Se trata de inocular en la población la presencia de otro extranjero, no humano, alienígena, dispuesto a atacar de forma descontrolada; y frente a los cuales todos los medios son igualmente válidos a objeto de protegerse. Se emplean viejas técnicas de guerra psicológica ya empleadas durante la dictadura cívico-militar; las que junto con criminalizar la protesta social, buscan justificar la represión. Se recurre a una lógica maniquea, binaria, el orden vs el caos, extranjero vs patria. Esta lógica argumental, busca también restar adhesión al movimiento, que estaría infiltrado, por vándalos, delincuentes, narcotraficantes y extranjeros. Se busca por todos los medios acallar la protesta social. Al mismo tiempo, y como forma de restarle fuerza y legitimidad al movimiento ciudadano, se instalan otros diálogos. Diálogos, que controlados desde el poder central, buscan acallar el justo reclamo por una nueva constitución.
Estamos frente al uso de todas las formas de violencia de Estado. Galtung, sociólogo dedicado a la investigación de la paz y conflictos sociales, ha señalado que existirían tres tipos de violencia. La violencia estructural, es decir de un sistema que impide la concreción de los derechos sociales, a la educación, salud, vivienda y protección social. La violencia directa, que es la que se ejerce cuando los oprimidos se rebelan e intentan cambiar las condiciones políticas, y que se expresa como represión directa y exterminio. Y la violencia cultural que legitima la violencia directa y estructural, que aparecen como justas o al menos no equivocadas.
Es la violencia cultural, la que se ha ejercido durante más de 30 años. Violencia que justificó el Golpe Militar, con la teoría de la aguda polarización social y que avaló una política de los consensos, basada en negociaciones y pactos entre los sectores que encarnaron la transición y los representantes de la dictadura cívico militar.
Es contra estas negociaciones espurias, que la población se rebela con decisión y energía. Nos cansamos, nos unimos expresa este sentir de la base social.
¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno de Piñera?
Unas cuantas migajas, que ofenden e insultan la inteligencia del pueblo. Y junto con ello una brutal represión. Según, el INDH a la fecha existirían 5.629, de las cuales 634 son menores de edad. Se habrían presentado 283 querellas por tortura o muertes en el curso de las protestas. Por su parte, la Cruz Roja ha señalado que existirían más de 2.500 heridos, de los cuales cerca de 200 podrían perder la visión de uno o ambos ojos.
Antecedentes suficientes para denunciar que se está en presencia de una grave y sistemática violación a los derechos humanos. Es de esperar que la clase política de este país, sea fiel a su mandato, y respalde la acusación constitucional en contra de Piñera impulsada por las bancadas de los partidos Humanista, Comunista, Ecologista Verde y Frente Regionalista Verde Social. No hacerlo, sería una vez más respaldar la Impunidad que tanto daño moral y social ha causado a nuestro país.
Santiago de Chile, 12 de noviembre 2019
Crónica Digital