Ecuador, Haití, Chile y Argentina, viven momentos calificados por muchos de pesadilla, ante la creciente ola de protestas reprimidas por las fuerzas de seguridad de cada uno de los gobiernos.
La mayoría de las manifestaciones, a las cuales las autoridades locales les adjudicaron responsables externos, tienen un hilo conductor: el hastío del pueblo a las recetas económicas impuestas desde la doctrina neoliberal.
En Ecuador, hace apenas dos semanas, la población, encabezada por los pueblos originarios, salió a las calles para exigir la derogación del Decreto 883, que eliminó el subsidio a la gasolina extra y el diesel y que formaba parte de un paquete de medidas.
Las manifestaciones estallaron en Quito y se extendieron a otras zonas del país, tras el anuncio del gobierno ecuatoriano del llamado “paquetazo”.
Ante el empuje popular, el Presidente Lenín Moreno impuso el estado de excepción y se recogió a la ciudad de Guayaquil, antes de llegar a un acuerdo con comunidades indígenas, principales protagonistas de las protesta.
La represión dejó muertos, heridos, detenidos, y luego comenzó la persecución a líderes de la Revolución Ciudadana.
Aunque desde diversas partes del mundo se condenó la arremetida de la policía y los militares, lo cierto es que siete personas perdieron la vida, mil 340 resultaron heridas y mil 152 fueron detenidas.
En tanto, aún están latentes otras medidas económicas contenidas en el “paquetazo” en virtud de un cuestionado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que desmontan los logros sociales alcanzado durante el gobierno de Rafael Correa y latente también un nuevo episodio de protesta social.
Chile, este fin de semana vivió las manifestaciones más fuertes de los últimos 30 años, con dos toques de queda, militarización de las calles, tanquetas, chorros de agua, balas de gomas, gases lacrimógenos, al estilo de la dictadura de Augusto Pinochet.
Las protestas estallaron por el incremento de la tarifa del pasaje del tren subterráneo. A pesar del toque de queda, cientos de miles de chilenos se mantuvieron en las calles, retomaron su tradicional cacerolazo que se diría se escuchó de Iquique a Santiago y de Biobío a Valparaíso.
La diputada del Partido Comunista de Chile Karol Cariola aseguró que lo que comenzó con escolares evadiendo el metro, se transformó en una situación de violencia inédita en el país gracias a la incompetencia del gobierno de Sebastián Piñera y sus ministros.
Consideró que el diálogo es posible y necesario, pero sin militares apuntando al pueblo.
Chile es una república privatizada donde todo tiene dueño: el agua, el mar, el cobre, el litio, expresó al tiempo que denunció el robo de las riquezas por las transnacionales y los daños al medio ambiente.
Haití con sus crisis sempiterna, con su pueblo vapuleado por la pobreza vive casi en las calles en protesta. En Argentina, el gobierno de Mauricio Macri, cuadruplicó su deuda externa y todo el peso cayó sobre la gente que ve encercer su vida.
Para el politólogo argentino Atilión Borón, el clima de época ha cambiado y no solo en Latinoamérica. Señaló que las falsas promesas ya no son más creíbles y los pueblos se rebelan: algunos, como en Argentina, desalojando a los voceros neoliberales a través del mecanismo electoral, y otros intentando con sus enormes movilizaciones (Chile, Ecuador, Haití, Honduras) poner fin a un proyecto insanablemente injusto, inhumano y predatorio.
“Es cierto: hay un fin de ciclo en la región. Pero no como postulaban algunos, el del progresismo sino el del neoliberalismo, que sólo podrá ser sostenido, y no por mucho tiempo, a fuerza de brutales represiones·, aseveró Borón.
Por Odalys Troya.
La Habana, 21 de octubre 2019
Crónica Digital / Prensa Latina.