Para los gobiernos de derecha. Para las oligarquías colonizadas del continente, junto a sus intelectuales satélites amparados por fundaciones, universidades y medios de comunicación uniformados, el giro que se experimenta a nivel geopolítico, se ha vuelto su talón de Aquiles.
Confiados en la protección proveniente desde Washington, han actuado con ligereza e impunidad, envalentonados por la retórica del inquilino de La Casa Blanca, han traspasado los límites de lo aceptable.
Intentaron una agresión directa contra un estado soberano como el de Venezuela, en Cúcuta. Reconocieron a un diputado que se autoproclamó presidente en una plaza pública y no contento con eso, hoy se sabe de sus vínculos con paramilitares narcos de Colombia, ante el silencio de sus socios y de una parte de la comunidad internacional.
Bajo la misma lógica y sin ningún pudor, el Presidente colombiano Iván Duque, miente con un informe que pretendía vincular al gobierno de La república Bolivariana de Venezuela, con guerrilleros del ELN colombiano. Dicho escrito ni siquiera resistió un par de horas y hoy debe lucir en las oficinas del Secretario General de Las Naciones Unidas António Guterres, como un himno de la hipocresía.
No obstante, la capacidad de superación, el espíritu de competitividad de los liberales del continente no conoce límites, así lo ha dejado claro el ímpetu del presidente Lenin Moreno al acusar sin ningún sustento a su par Nicolás Maduro y al ex – mandatario Correa, por la crisis política generada por su administración, al decretar una serie de medidas económicas favorables a las transnacionales y la economía de EE.UU. por medio del FMI, ante la desazón de los menospreciados de su país. Luego de varios días de movilización, con muertos, heridos, detenidos, las comunidades de los pueblos originarios, junto a los trabajadores, pobladores y sectores de clase media, lograron torcer la mano a su destino. Sin embargo, esa resistencia es presentada como un intento de golpe de Estado.
La afonía, el mutismo, la manipulación de los gobiernos conservadores, de las sociales democracias del continente: es un impacto a la conciencia.
En Lima en tanto, las cosas no andan mucho mejor, con un parlamento que se vio tentado a proclamar a una mandataria, para luego arrepentirse y buscar otras maneras de disentir de las políticas del gobierno de Vizcarra.
Releer los mitos
La democracia de los aristócratas atenienses, esa que les gusta tanto citar a los intelectuales de occidente, la de Pericles y su edicto donde recalcaba que los derechos de ciudadanía, los privilegios de la ciudad Estado del siglo V antes de nuestra era, se resguardaban para los nacidos de padre y madre atenienses. El viejo Eurípides y disculpen el ejemplo euro-céntrico, lo devela en Medea, la extranjera casada con Jasón, la que tuvo dos hijos que no podían aspirar a los más altos cargos en la sociedad ateniense, por eso Jasón se casa con la hija del rey de Creta, la respuesta desesperada de Medea, es la crítica de Eurípides a una democracia que nace excluyente, la exclusión se encuentra dentro de sus fundamentos, bajo el principio que sus beneficios solo son sustentables para los triunfadores. La degradación de las democracias occidentales se encuentra en el origen de sus propios mitos, pobres Medeas de Libia, Siria, México, Haití, Colombia y Venezuela, condenadas por su color de piel, por su acento, por su religión.
Las democracias de raza, se sienten con el derecho de imponer sus designios, aunque sus medidas sean rechazadas por amplios sectores de las ciudadanías: la represión, la cacería selectiva, el acoso mediático de opositores en Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina, Paraguay, Honduras, Haití –entre otros- son ejemplos contundentes, de acciones coordinadas que revelan un patrón común de comportamiento, destinado a socavar la resistencia de los pueblos.
La estrategia no es nueva, ahora se muestra tapizada de tintes institucionales y de espíritu democrático. Insisto, se busca dividir, generar un estado de confusión, desarmando en lo organizativo e ideológico a los adversarios políticos.
Los signos de los tiempos
Pese a todo lo retratado, nos encontramos ante un poder que retrocede, las bases militares de EE.UU. abandonadas en Siria, son el retrato de lo que viene, poco a poco se nos develan indicios del nuevo orden internacional que emerge y de otro que no termina por fenecer.
La incertidumbre está instalada. China en lo económico, Rusia en lo militar, copan la agenda internacional, en agosto el Presidente francés Emmanuel Macron ha dicho: “Sin duda, estamos viviendo el fin de la hegemonía occidental en el mundo”[i].
La pregunta para las oligarquías latinoamericanas y para sus partidos e intelectuales con espíritu de sucursales es ¿dónde nos ubicamos como región? Y la respuesta no tiene nada de sorprendente. Su ofrecimiento es un pacto de total docilidad con las políticas de Washington. Brasil, que en el último tiempo se empoderó como uno de los países líderes, pierde notoriedad, en las manos de un gobierno blandengue que está dispuesto a liquidar todo lo ganado, con tal de obtener el beneplácito de los poderes económicos y políticos instalados en La Gran Manzana.
Las democracias liberales, exhiben como pocas veces en la historia, sus más profundas contradicciones, estuvieron dispuestas a destruir a la ex-Yugoslavia, porque era distinta, la socavaron hasta destruirla, ese socialismo democrático, con problemas como muchas sociedades, nacido de una tradición libertaria les estorbaba y la destruyeron. En cambio en España, la España de la OTAN, hay que defenderla de los separatistas catalanes, vascos y los que vengan. Prisión, castigos de toda índole, da lo mismo. Sin ruborizarse, dan su beneplácito a gobiernos fascistas como el de Ucrania que reivindica los crímenes del nazi- fascismo.
A los custodios de los “valores de occidente” les importa un bledo, los asesinatos sistemáticos en Colombia, la violación de los acuerdos de paz firmados por el Estado colombiano y transgredidos de modo indecoroso, por el presidente Iván Duque. Cierran los ojos ante los muertos y agredidos en Haití.
En este contexto de paradojas evidentes, las declaraciones del Canciller Teodoro Ribera en el diario The Economist[ii] donde amenaza con nuevas sanciones, apuntando a un bloqueo bestial contra Venezuela: son graves. Más peligrosas todavía, cuando 105 votos de los Estados integrantes de Las Naciones Unidas, han apoyado a La República Bolivariana, para integrar El Consejo de Derechos Humanos. La oligarquía chilena, las oligarquías latinoamericanas pretenden llevarnos a un conflicto internacional de proporciones desconocidas, en nuestro continente y para nuestro país. El mensaje geopolítico expresado en la principal organización de los países en el mundo, golpea en el centro del Grupo de Lima y de la OEA: por lo categórico.
Para el pueblo común y sencillo, molesto por el alza de los pasajes del Metro, de la luz, el agua, lo que esperan de sus élites, es un mínimo de sentido común, los más exigentes, anhelan brochazos de sabiduría, los más preocupados de “la cosa pública” saben que una de las cualidades más difíciles de adquirir: es la de leer “los signos de los tiempos”. No vaya ser que terminemos como el pueblo Kurdo señores de la élite, pidiendo agüita.
[i]https://www.hispantv.com/noticias/francia/436429/macron-hegemonia-occidente-rusia-china
[ii] “Tenemos que hacer que Maduro entienda que es preferible convocar elecciones que no convocarlas”, apuntó la autoridad chilena quien afirmó los “próximos pasos lógicos” serían el bloqueo de las comunicaciones y el acceso al país por aire y mar”. (Reproducidas por Radio Cooperativa, 16 de octubre 2019)
Por Omar Cid
Escritor
Santiago de Chile, 18 de octubre de 2019
Crónica Digital