El Informe de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, sobre la situación de Derechos Humanos en Venezuela ha tenido amplias y encontradas repercusiones en el mundo político de Chile.
Y no es posible sustraerse a participar en el debate, cuyo objetivo más bien parece, en el ámbito político nacional y los medios de comunicación locales, estar destinado a hacer sacar dividendos de política interna y electoralista, junto con revivir el clima de “Guerra Fría”, tanto como de satanización de una opción política que no complace a las Derechas regionales, y sobre todo a los intereses políticos, económicos y militares de Washington.
En tal sentido, sin duda, el documento de la ONU entregado por Bachelet, puede aparecer incompleto, desfasado y no contemplar en su magnitud ni en su complejidad el fenómeno político en que se desarrolla el conflicto económico y social, de magnitud y dramatismo e incalculables consecuencias para la democracia, la paz, la situación de las personas, la estabilidad, convivencia nacional y el porvenir, en el país de Bolívar.
La crisis en este país es inocultable. Pero también es necesario ver dos aspectos insoslayables de la situación.
Por una parte la responsabilidad del Gobierno de Caracas y de los diversos actores políticos que se contraponen en ese escenario, que no solo no han encontrado un lenguaje y una voluntad común en busca de una salida democrática, que no consista en la eliminación de la escena del “otro”, sino que se han empeñado en la descalificación, la negación del “otro”, lo que los ha llevado a un callejón sin salida, o cuyo destino parece ser solo el abismo de una confrontación fratricida.
Y en segundo lugar, pero a un mismo nivel de responsabilidad y de incumbencia, el rol que han jugado en el desarrollo de la situación y el nivel de la confrontación , las potencias extranjeras, en primer lugar Estados Unidos, con su política injerencista, sus amenazas y preparación practica de intervención militar, tanto como países como Colombia y hasta Chile, que han asumido roles de avanzada, una vociferante vanguardia intervencionista, y encabezado una verdadera cruzada contra el gobierno legítimo de Venezuela y la democracia de ese país.
El documento de la ONU, puede merecer reparos, pero indica un camino, una estrategia posible, para hacer evolucionar el rumbo, desde los tambores de guerra de la intervención, a la cual son tan habituados los Estados Unidos, (Cúcuta, Grupo de Lima, la OEA encabezada por el uruguayo Luis Almagro) a una alternativa de dialogo político, tan rechazado previamente por la Oposición y el llamado presidente encargado, Juan Guaidó, Iván Duque y mandatarios de otros paìses, como el de Chile, Sebastián Piñera, el de Colombia , Iván Duque , Mauricio Macri, de Argentina, y el recién invitado a este curso de guerra , Jair Bolsonaro, de Brasil y otros que se posternan ante la estrategia belicosa, y aceptan jugar de comparsas de quien se jacta de ser el dueño de este “patio trasero”.
La aceptación de un mecanismo de negociación y diálogo, como el propuesto por Noruega y el Grupo de Montevideo, si es respetado, aporta en un camino complejo sin duda, pero el único medianamente posible, para eludir un baño de sangre en Venezuela y la intervención extranjera, y abrir un rumbo, a la larga , al reencuentro entre los venezolanos.
Dos últimos hechos, la libertad de una veintena de opositores, calificados por esta como “prisioneros políticos”, es un gesto positivo por parte del gobierno, y la aceptación mutua de ambas partes como “interlocutores válidos”, para unas negociaciones no ideologizadas, propiciadas por Noruega y el Grupo de Montevideo entre gobierno y oposición parlamentaria parece por lo tanto ser el único camino viable, para alcanzar un necesario cese de las descalificaciones, y el inicio de un dialogo , que confirme las buenas intenciones de las partes de llegar a un entendimiento.
Lo primero es el respeto mutuo. Y el compromiso para abrir el camino al dialogo en procura de una sociedad democrática.
La descalificación, del “otro” no puede ser el camino adecuado y solo conduciría a un profundo y sangriento abismo en Venezuela, un camino sin retorno y una crisis para la democracia en todo la región y con consecuencias a escala global.
Se trata de un escenario donde puede meter el veneno del autoritarismo, del totalitarismo, de las dictaduras, y trasformar a las Américas en un “protectorado” bajo las bayonetas de fuerzas de ocupación del Pentágono, y a sus Fuerzas Armadas, transformadas en simples fuerzas policíacas de ocupación colonial bajo el mando del Imperio. Es decir yanaconas de los invasores.
Por ello lo lógico es rechazar la política de Estados Unidos, el papel de la oposición venezolana que eligió a principios de este año 2019, el camino de la insurgencia, la conspiración y el complot, asesorado, financiado por Estados Unidos, estimulado por la Casa Blanca, los poderes económicos y financieros de Washington y por el presidente Donald Trump.
Son pertinentes hoy, como ayer, las palabras proféticas de Simón Bolivar, que el 1826 y 1829 sentenció alertando a los latinoamericanos: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad”.
No hay que olvidar el fenómeno de la puesta en escena de Cúcuta, donde presidentes como el chileno, Sebastián Piñera, el de Colombia, Iván Duque, el de Panamá, Juan Carlos Varela, junto a un uruguayo que funge como Secretario General de la OEA, Luis Almagro, se prestaron como patéticas comparsas, junto a un desequilibrado y decadente Miguel Bosé para escenificar la mentada “ayuda humanitaria”, que no tenía otro objetivo de ser el escenario mediático para dar inicio a la acción militar y política intervencionista y el derrocamiento militar a Maduro.
Por ello es también recomendable que Chile aporte también tanto de su experiencia histórica, de la década del 70, y claramente de 1973 en adelante (dictadura, transición a la democracia, descalificación, conflicto), como en mantener una actitud cuidadosa- tanto a nivel de gobierno, como de sus partidos y organizaciones sociales, para acompañar y apoyar un curso de acción que favorezca una salida pacífica, política, respetuosa de la democracia y los Derechos Humanos que promueva el reencuentro de los venezolanos para soñar los escenarios para un país en paz, seguridad y progreso.
En este contexto no es aceptable que personajes locales, que quieren trascender en el escenario político nacional, se permitan llamar – en un exabrupto antidemocrático, insolente y altanero, a Maduro que “dé un paso al costado”, utilizar una visión sesgada de lo que ocurre en Venezuela, para utilizarlo como argumentos de la refriega politiquera local.
O de otros articulistas que pretenden descalificar a Bachelet, que hace su trabajo en nombre de la ONU, con alusiones familiares no solo de mal gusto sino que de escaso rigor político y humano, y claramente ofensivos, como oponer su figura y autoridad, a la figura y estatura moral de su padre, el General Alberto Bachelet.
Que la actual administración de La Moneda y la Derecha “cómplice pasiva y activa” del Golpe de Estado de 1973 y la dictadura, se transforme en cómplice del Imperio en su lucha contra los derechos democráticos y la libertad de los pueblos, no debería ser una sorpresa.
Pero además, dar la impresión de que ponemos a todos quienes no están de acuerdo con nosotros en un mismo saco, no solo parece ser útil para el futuro democrático del país, y la elaboración de proyectos conjuntos para recuperar la convivencia nacional, el progreso de la democracia y una política que apunte al desarrollo y la justicia, los Derechos Humanos y el progreso en su más profundo significado y perspectivas.
No hay que caer en la trampa en que el Imperio y la Derecha quieren empantanar a los sectores democráticos y progresistas, poniéndolos a discutir, nó sobre los problemas económicos y sociales acuciantes del país, entretenerlos en discusiones del pasado o enemistarlos en una agenda , sobre la cual podemos opinar, con respeto a la autodeterminación de sus protagonistas, pero que debe ser resuelta por un pueblo hermano, sin interferencias extranjeras.
Mas bien debiéramos sacar las enseñanzas sociales y políticas de los acontecimientos en desarrollo en Venezuela, distinguir entre contradictor y enemigo, el valor universal de los Derechos Humanos, tener en cuenta siempre la manipulación de la derecha que , primero descalificó a Michelle Bachelet, como lo hizo también Juan Guaidó , y ahora quiere transformarla poco menos que en “santo de su devoción” por su informe, pero eluden su mensaje esencial, que busca que se resuelva la indesmentible crisis socio política venezolana, por un camino de paz, y en procura de la democracia y los derechos humanos de todos los venezolanos.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 17 de julio 2019
Crónica Digital
El Informe de la Alta Comisionada falsifica y manipula la realidad de los DDHH en Venezuela. Se alinea con quienes quieren satanizar y estigmatizar un Proceso que no cuenta con el benéplacito de Washington. Michelle Bachelet en su Informe, reafirma la conducta de la Cancillería que en forma inequívoca, aplica los dictados de la oligarquía chilena. La Historia, la verdadera historia, dará cuenta de cada uno de los pasos que estos personeros de la clase dominante han dado contra la Venezuela Bolivariana. Son muchos los acontecimientos, los hechos, los episodios, los atosigamientos, circunstancias y actitudes conque la Política Chilena se inmiscuye en un proceso que tiene como política esencial la DDHH.
Nadie puede negar que el gobierno y el pueblo Bolivariano atraviesa una terrible crisis política y económica que castiga en forma despiadada y salvaje al corajudo pueblo chavista. Nadie tampoco puede ignorar que esta crisis es inducida por la actitud anti humanista y saqueadora los centros de Poder y económicos como EEUU y Europa.Nadie puede ignorar los esfuerzos gigantescos del Gobierno y su pueblo por derrotar la guerra económica y las sanciones viles. Por salvar su Proceso, su Independencia y su determinación a toda prueba de ser Libre
Diga lo que diga Trump, digan lo que digan los del Cartel de Lima y la alimaña de Almagro sobre el Informe de la Alta Comisionada lo que la Historia y los pueblos del mundo registran es que Chavez ayer y hoy Maduro han tenido una sola y gran preocupación: “la más noble de todas:servir a su pueblo, visibilizar y atender las necesidades de los más humildes; devolverle la dignidad a los pueblos originarios”. Por eso la imagen de ellos está firmemente arraigada en la conciencia y en el corazón del pueblo.