Se termina este año el periodo de gestión gremial en el Colegio de Profesores para Mario Aguilar y sus aliados, ya que en noviembre se debe renovar la totalidad de los directorios a nivel nacional. ¿Cómo han sido estos ya casi tres años de conducción del humanista Aguilar, aquel que prometió “Nunca más sin los profesores”, que dijo “Esta no es mi carrera”?
Pues bien, su primer año de conducción se caracterizó por escudriñar por dónde estaba el dolo, la fuga de capitales desde el Colegio de Profesores hacia los partidos políticos, la malversación de fondos tan denunciada por los seguidores de Aguilar durante la campaña electoral. La conducción implementó una auditoría, hasta se querelló contra funcionarios que ejercían funciones administrativas y financieras, y ¿qué encontró? ¡Nada! En lo reivindicativo, la conducción inmovilizó totalmente al magisterio. De petitorio o conquistas de demandas sentidas por el profesorado el año 2017, ¡Nada!
Prometió una administración austera, despidiendo a personal no confiable y contratando incondicionales, incluso gastando más en recursos humanos, en la lógica de la “Sede Segura”. Se alineó con la derecha levantando resistencia a los Servicio Locales de Educación, por el único hecho de haber sido parte de la reforma educacional de Bachelet.
Al segundo año, se presenta en abril un petitorio de 10 temas, de los que gran parte son derechos exigibles y no negociables, dejando fuera temas sensibles como: reajustabilidad sectorial; fortalecimiento y celeridad de la Nueva Educación Pública; perfeccionamiento de la Evaluación Docente; disminución de la brecha entre salario público y salario privado de los docentes; no discriminación de la BRP vía pago de mención; legislación sobre enfermedades profesionales de los y las docentes, entre otros. Resultado de la negociación 2018, ¡Nada!
Lo único que se logró fue la reajustabilidad junto a las organizaciones del Sector Público que se agrupan en torno a la CUT, pese a que esta conducción, desde que asumió y fuera de toda norma estatutaria, busca una artimaña para congelar las cotizaciones a la mayoritaria central de trabajadoras y trabajadores del país, intentando ahogar y silenciar el permanente accionar siempre justo y punzante en la defensa de los derechos laborales desde tiempos de su fundador Clotario Blest en 1953. Idéntica conducta obstruccionista que la derecha reaccionaria.
Llegamos al 2019, y para poder exhibir logros, se cuelgan de la iniciativa de Yasna Provoste y la Comisión de Educación consistente en la renovación de la vigencia de la ley que otorga titularidad a los docentes a contrata en los mismos términos de lo logrado bajo la conducción de Jaime Gajardo. Para reinstalar a su sector y aliados, y con evidente oportunismo electoral, repone la fracasada negociación del 2018, esta vez reducida a 5 puntos, y recurre a su acostumbrado juego de participación consistente en implementar consultas a respuestas del gobierno claramente nulas, que para abultarlas votan colegiados y no colegiados, donde el único fin es lograr que faculten al Directorio Nacional y Asamblea Nacional, mayoritariamente de conducción, para que hagan y deshagan. Una participación disfrazada, donde deciden otros.
La izquierda, leal con las trabajadoras y trabajadores, con conducta institucional participará de toda consulta no restándose a la movilización, reconociéndola como única herramienta de conquista y bregará con las demandas más sentidas del gremio, contribuyendo al mejoramiento de las condiciones laborales de las trabajadoras y trabajadores docentes y de sus familias.
Por tanto, gobernó sin ni para los profesores y nada hizo para perfeccionar la Carrera Docente.
Por Juan Cuevas Moya
Profesor de Matemáticas y Estadísticas
Magíster en Educación
Santiago de Chile, 30 de mayo 2019
Crónica Digital