Los efectos del cambio climático están cada vez más presentes en nuestro día a día. En los últimos 150 años, la temperatura de la tierra ha aumentado considerablemente, algo que, según la comunidad científica, es de extrema preocupación.
Según un informe elaborado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan a este ritmo, en 2030 el planeta alcanzará el umbral crucial de 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
Si como sociedad seguimos igual y no tomamos ninguna medida para reducir nuestra huella de carbono, los especialistas advierten que se agudizará irreversiblemente el riesgo de incendios forestales, sequía extrema, lluvias torrenciales y otros desastres naturales.
Todo ello, en el largo plazo, tendrá un impacto sin precedentes, entre otras cosas, en la biodiversidad, el suministro de agua y la producción de alimentos, sobre todo en zonas sensibles como el Mediterráneo o Latinoamérica.
Pero el cambio climático no solo se debe a la indiscriminada emisión de CO2 por parte de la mayoría de los países industrializados. La explotación de recursos naturales de forma irresponsable, el maltrato de los suelos, la desforestación y un sinfín de prácticas heredadas de generaciones pasadas han acelerado el calentamiento global.
Y tal como dijeron los científicos que en 2018 firmaron el mencionado informe de la ONU, el tiempo de actuar es ahora.
“Si bien los expertos han llamado a los gobiernos del mundo a impulsar nuevas tecnologías que sean amigables con el medioambiente, tenemos que entender que la responsabilidad es de todos. Algunas empresas en Chile estamos haciendo lo propio al utilizar materias primas reciclables, por ejemplo. O desarrollar productos, como las cortinas roller motorizadas, que permiten a los usuarios ahorrar energía y de paso, cuidar el medioambiente”, explica Laura Yáñez, gerente de Marketing WCP de Hunter Douglas.
La reforestación: todos podemos participar
Es cierto que nada podemos hacer para cambiar las variaciones de energía que se reciben del sol, para detener una erupción volcánica, para alterar procesos biológicos inevitables. Pero sí podemos reparar el daño a la naturaleza que los mismos seres humanos provocamos.
La reforestación es uno de estos caminos. Los bosques limpian el aire y regulan el clima a la vez. Un solo árbol sano, por ejemplo, produce el mismo efecto de enfriamiento que 10 unidades de aire acondicionado funcionando al mismo tiempo. Esto, sin considerar que reducen la materia particulada en el aire entre un 7 % y un 24 %.
“Los árboles son fundamentales para el planeta. No solo son sinónimo de espacios verdes en las ciudades y sirven para dar relajo a las personas, sino que además son el hábitat de la vida silvestre. Y mucho más importante es que son las únicas especies vivas capaces de limpiar y enfriar el aire al mismo tiempo. Tenemos que tomar conciencia de ello y ayudar a que más árboles crezcan en nuestro entorno”, agrega Laura Yáñez.
Para darle un justo valor a los árboles, la Asamblea General de la ONU proclamó el 21 de marzo como “Día Internacional de los Bosques”, con el fin de dar importancia al cuidado de las zonas forestales del planeta y promover la reforestación.
El desafío es tomar en cuenta que, si como sociedad hemos logrado difundir e imitado prácticas dañinas para el medio ambiente, será posible contagiar acciones de impacto positivo, como la siembra de distintas especies de árboles.
Una iniciativa destacada es la que hace BBVA en España, que ha puesto en marcha una campaña de repoblación forestal en siete localidades del país. Con más de 300 voluntarios y sus familiares, se ha logrado plantar más de 750 árboles desde que partió la idea.
En Chile, aunque existe conciencia de la necesidad de reforestar, sobre todo las zonas afectadas por incendios forestales, los esfuerzos siguen siendo aislados.
Santiago de Chile, 15 de mayo 2019
Crónica Digital