Empujados por la violencia, la pobreza, la falta de acceso a servicios esenciales comenzó la dramática caravana integrada por campesinos, pescadores, obreros, mujeres y niños.
Cargaban sobre su espalda la miseria y con ese peso intentaban algunos llegar a México e instalarse en ese país, otra cantidad mayor deseaba cruzar la frontera para ingresar a Estados Unidos.
En el camino encontraron el apoyo de muchas personas humildes quienes les ayudaron con alimentos, agua, medicinas, cobertores para pasar el frío de las noches o solo con el aliento para estimularlos a seguir el largo recorrido de más de tres mil kilómetros.
Pero también tropezaron con la represalia de la policía mexicana y el anuncio del presidente Donald Trump de enviar a centenares de soldados estadounidenses a la frontera.
La gran caravana llegó a tener a unos 15 mil migrantes de la región quienes se apoyaron mutuamente para evitar las dificultades que este viaje lleva consigo históricamente (asaltos, violaciones, crímenes y accidentes).
Esta vez fue un grupo internacional unido que no logró todos sus objetivos, pero al menos puso de relieve un tema que en Centroamérica no es nada nuevo, aunque se obvia con facilidad.
EN CENTROAMÉRICA
No se puede hablar de la historia de la humanidad sin mencionar las grandes migraciones que comenzaron hace unos 70 mil años porque lo que es hoy un problema para Europa o Estados Unidos, fue siempre parte de la vida de los seres humanos.
¿Qué empuja a los centroamericanos a huir de sus países de origen? Se trata de una pregunta con respuestas sobradas desde hace siglos.
Antes del colonialismo, los pueblos originarios de esta región se desplazaban de un sitio a otro por motivos muy poderosos como el hambre, la guerra y quizá las enfermedades que los obligaban a emigrar y alejarse para siempre de su lugar nativo.
Solo por poner un ejemplo, cuentan que con la destrucción de Tula, la prodigiosa ciudad de los toltecas, al parecer por las invasiones chichimecas en el siglo XII, se inició la emigración y expansión de grupos toltecas-nahuas a lo largo de Mesoamérica.
Más tarde, con la llegada de los colonizadores europeos, los pueblos indígenas tuvieron que desplazarse de sus asentamientos ante la dominación de los intrusos.
Luego llegaron las guerras por la independencia de la corona española, el robo de las tierras ejidales por las familias poderosas, las luchas sociales, los golpes de Estado, las dictaduras militares, las guerras, las prácticas neoliberales, fenómenos todos que engendraron los males que inundan hoy a estos países y estimula la emigración.
Por ejemplo, Honduras tiene una tasa de homicidios de 43 por cada 100 mil habitantes, por lo cual es considerado uno de los más violentos del mundo. Las pandillas y el narcotráfico generan una situación de temor que obligan a miles de personas a huir del país cada semana.
Además, a estos fenómenos se suma la pobreza que afecta a más del 60 por ciento de los nueve millones de hondureños.
De acuerdo con denuncias, el alto costo de los alimentos en ese país mantiene el precio de la canasta básica por encima del salario mínimo de algunos sectores.
La pobreza en Honduras aumentó 1,5 puntos porcentuales entre 2014 y 2017, es decir pasó del 62,8 por ciento a 64,3 por ciento.
Lo mismo ocurre en Guatemala y en El Salvador, aunque en este último país, el gobierno encabezado por Salvador Sánchez Cerén impulsa la Estrategia para la Erradicación de la Pobreza que permitió entre 2009 y 2017 reducir ese flagelo en 10 por ciento.
Con el plan El Salvador Seguro, el gobierno asumió el compromiso de mejorar las condiciones de vida para ‘minimizar la emigración’ y atiende a 50 municipios vulnerables para ofrecer alternativas al respecto, refiere Evelyn Marroquín, diplomada en Gestión Pública, Trabajo Social y Conducta Criminal.
NUEVAS OLEADAS
Se espera otra caravana a la que podrían sumarse unas 15 mil personas.
La organización no gubernamental Casa Alianza vaticinó una salida masiva de niños hondureños, con sus padres o no acompañados, en esa nueva oleada de migrantes.
La ONG, citada por el diario La Tribuna, alertó que menores de edad está buscando oportunidades para salir del país.
Según nos han informado, esta será una megacaravana donde pueden ir muchos menores que son víctimas de la criminalidad y el desplazamiento forzado, advirtió el coordinador del Observatorio de los Derechos de los Niños y Jóvenes de Honduras, Jaime Flores, de esa ONG.
Flores recordó que en la primera caravana del pasado 13 de octubre, el 33 por ciento de sus integrantes eran niños y niñas.
Casa Alianza refiere que menores que se sumaron a la caravana son víctimas de las amenazas de grupos criminales y muchos de esos niños forman parte de los 1,3 millones que están fuera del sistema educativo.
PLANES CONJUNTOS FALLIDOS
El Salvador, Honduras, y Guatemala acordaron desde hace varios años coordinar esfuerzos para prevenir la migración irregular y el tráfico de personas, como parte de la Alianza Para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica.
Esta iniciativa nació como resultado de una propuesta conjunta de esas tres naciones y los Estados Unidos para abordar los problemas estructurales -tales como la pobreza y la violencia- que condujeron a la crisis migratoria humanitaria que llevó a más de 40 mil niños no acompañados de dichos países a territorio norteamericano en 2014.
El plan tiene como finalidad que la potencia norteña provea ayuda económica a la región para reducir los incentivos de los centroamericanos a emigrar pero, según estudios, no aborda los problemas subyacentes de pobreza y violencia que generan estas oleadas de migración.
Para Mercedes García, analista del Consejo de Asuntos Hemisféricos, la Alianza Para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica es demasiado tímida en su objetivo de proporcionar soluciones a las partes más vulnerables de la sociedad en el área.
En su opinión, las condiciones de pobreza seguirán y los centroamericanos continuarán migrando a los Estados Unidos si el plan no se aplica adecuadamente. ‘El énfasis del plan en el crecimiento económico y la atracción de la inversión extranjera en lugar del progreso social es preocupante; la ayuda debe de enfocarse en potenciar a las personas en lugar de crear oportunidades de empleo precarias, como las que la mayoría de las empresas extranjeras ofrecen a los trabajadores poco calificados’, añade.
Mientras tanto, miles de migrantes centroamericanos de la gran caravana que salió de Honduras en octubre permanecen varados en la frontera entre Estados Unidos y México, en refugios en Tijuana.
Esperan un largo proceso para presentar solicitudes de asilo en territorio norteamericano, otros desistieron y retornaron a sus hogares.
*Jefa de la redacción Centroamérica y Caribe de Prensa Latina.
La Habana, 11 de enero 2019
Crónica Digital /PL