Estamos llegando a fin de año, momento preciso para hacer un pequeño balance de lo transcurrido. En marzo asumió el gobierno del presidente Piñera, vienen “tiempos mejores” nos dijeron, habrá más crecimiento, mejores empleos y de calidad, se combatirá la corrupción, mejoraran las pensiones, la seguridad ciudadana dejará de ser un problema, la educación de calidad será nuestra meta.
Nunca se dijo, que a partir de la asunción del gobierno, se comenzaría paso a paso a degradar las instituciones del Estado, algo temerario si se tiene en cuenta que la doctrina que sustenta la mayoría de los partidos que le apoyan, justamente insiste en mantener el respeto a la institucionalidad vigente. Esta práctica de Piñera de presentar proyectos en carácter de ultimátum, es una señal contundente que desprecia el ejercicio, supuestamente deliberativo que ostenta el congreso. La estrategia para cumplir con tal propósito es lo que han denominado el “sentido común”. En efecto, la gente común y sencilla quiere soluciones, nadie quiere que alumnos “pateen” a un carabinero, nadie quiere alumnos golpeando a profesores.
El proyecto de “aula segura” ha sido el debut con el que se estrenó esta nueva política. Hay que dar la señal: quien está contra este proyecto, está a favor de quienes golpean a profesores y a carabineros”.
Esta estrategia tiene éxito sólo cuando logra sorprender a los adversarios políticos, la sorpresa es y ha sido una vieja herramienta de quienes han detentado el poder a lo largo de la historia; “sorprende a tu adversario y lo dejarás inmóvil”, derrotarlo después, será cosa de tiempo.
Sin embargo, cuando se descubre esta práctica pierde sentido repetirla, el adversario ya no podrá ser sorprendido. Aunque parezca burdo, el gobierno persistirá en llevar adelante su estrategia. En la presentación del tan esperado proyecto de reforma de pensiones, el gobierno se ha negado a separar del proyecto lo urgente, lo inmediato de los más de fondo. Claro, busca un golpe de impacto, hacerles creer a los pensionados de Chile y a los millones próximos a jubilar, que quien no apruebe en términos generales la propuesta del gobierno está en contra de los más pobres, de los ancianos.
Nada más alejado de la realidad.
El gobierno juega peligrosamente con esta estrategia, pero, se le acaba el tiempo. El desempleo aumenta considerablemente; los salarios reales no crecen, a pesar de que la inversión aumenta lo hace de la mano de nueva tecnología la cual destruye empleos. La seguridad ciudadana aumenta como regadero de pólvora, justamente porque ni este, ni el gobierno pasado han querido entender que las causas de la violencia y de la seguridad son consecuencia de un determinado sistema económico que concentra la propiedad y genera mucha desigualdad.
La corrupción, quizá la mejor bandera para destruir al gobierno de Bachelet continúa en ascenso. Ya nadie se salva, la Iglesia Católica, El Ejército, Carabineros, Empresarios, en fin, la descomposición es una característica que la gente sencilla observa, cada vez con más irritación, pero, al mismo tiempo con menos paciencia.
El último acontecimiento que ha despertado la indignación y es quizá la señal de que la paciencia de los chilenos y chilenas está llegando al límite es el asesinato del comunero Camilo Catrillanca. Las masivas y espontáneas movilizaciones de repudio al gobierno por el plan de militarización y la permanente manipulación de la información irrita y puede ser el detonante de la explosión social.
La siguiente prueba será sin duda la reforma de pensiones. El gobierno no podrá continuar chantajeando para que le aprueben completamente su proyecto de reforma que no reforma. Del lado de quienes han levantado la demanda por Seguridad Social, está las miserables pensiones. El gobierno tomó partido y ha decidido enfrentar a los millones que salieron a gritar NO+AFP consolidando el sistema y proponiendo transferirles mas recursos a las AFP, sabiendo que bajo el actual sistema no mejoraran las pensiones de millones de compatriotas.
Los especialistas pronostican para el 2019 un año de mucha incertidumbre, marcado por la “guerra comercial” entre EE.UU y China, sumado a ello la desaceleración de la economía oriental que, para el caso chileno tiene consecuencias que no pueden subestimarse.
Sumado a ello, el precio del cobre -dependiente de la economía China-, hacen presagiar un panorama complejo. Más aún, en una economía que en gran medida se comporta dependiendo de factores exógenos, no resulta difícil imaginar la fragilidad de la economía chilena, al punto que dependemos, por ejemplo, de lo que ocurra con el gobierno de Brasil, de las expectativas que provoca Manuel López Obrador en México y, del comportamiento que tenga la economía Argentina.
Es decir, el futuro de las condiciones económicas y de sus pensiones depende de lo que ocurra en el concierto internacional, ello, porque los derechos fundamentales hace ya mucho tiempo, fueron puestos en la ruleta especulativa del mercado bursátil y la suerte de ellos depende única y exclusivamente de factores externos.
De allí, que el año 2019 debamos ratificar con más fuerza nuestro compromiso por seguir batallando por derechos, lo cual exige mayor unidad, más organización entre los que de verdad luchamos por cambiar las cosas.
(Nos acompañaron en la Conferencia de Prensa de hoy, 3
1 de diciembre las diputadas Gael Yeomans. Karol Cariola y la Pdta de la Federacion de Estudiantes de la USACH)
Luis Mesina
Santiago de Chile, 31 de diciembre 2018
Crónica Digital