Hoy el movimiento feminista atraviesa momentos históricos que son fruto de un arduo y constante trabajo realizado por mujeres de múltiples rincones. En Chile, las estudiantes lograron instalar que una Educación Pública debe ser una Educación No Sexista. Las denuncias por espacios seguros libres de violencia machista, impregnan la protesta de muchas mujeres. Y estos últimos meses, las movilizaciones feministas en Argentina por el derecho al aborto legal han teñido de verde toda América Latina.
Pero el auge del movimiento feminista no está dado solo por las estudiantes o las mujeres más privilegiadas, como reflejaron en los medios de comunicación, somos todas las que protagonizamos las múltiples luchas sociales como la sindical, la lucha por una vivienda digna, por los derechos de niños/as y ancianos/as, por la defensa de territorios libres de contaminación y explotación, por el derecho de las disidencias sexuales, el derecho a la salud, por pensiones dignas, contra el racismo, entre otras. Estas y muchas otras luchas son las que nos evidencian la necesidad de unirnos para transformar la sociedad en su conjunto y que se unen bajo un concepto central: la precarización de la vida.
Ante respuestas del gobierno que promueven falsas políticas de igualdad e iniciativas que continúan mermando la calidad de vida de las mujeres, sus familias y comunidades, es fundamental que construyamos un movimiento feminista amplio, que nos permita unir e impulsar las demandas sociales que levantamos en nuestra diversidad. En este escenario de precariedad de nuestras vidas, es vital que nos organicemos y articulemos para levantar hitos políticos propios. Uno de esos hitos, que puede tener un carácter estratégico, es el llamado a la Huelga General Feminista del próximo 8 de marzo y el Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan es una de las instancias previas más importantes.
¿Plurinacional? Es urgente asumir desde el presente de los movimientos sociales, prácticas y horizontes activos de articulación política con carácter plurinacional, anti racista, anti extractivista y decolonial. En ello, comprendemos la construcción de lo plurinacional como los procesos de diálogo y articulación entre distintos pueblos-naciones y saberes, y no en un necesario reconocimiento por parte del Estado de dicho carácter.
En ese sentido, como movimientos feministas, somos testigos de los avances de usurpación de tierras ancestrales de los pueblos que habitan Chile, y de la vulneración sistemática de sus Derechos Humanos y libre coexistencia, tal como sucedió este 14 de noviembre con el asesinato impune por parte de fuerzas del Estado a Camilo Catrillanca. Del mismo modo, ya se cumplen dos años y tres meses desde el asesinato sin verdad ni justicia de la activista ecologista mapuche Macarena Valdés.
Por otro lado, numerosas comunidades migrantes viven en contextos de agudo racismo, miseria, precarización y vulneración de Derechos Humanos por parte de la sociedad chilena y el Estado. Desde ahí nombramos el caso de Joanne Florvil: mujer, haitiana, negra y madre, que en septiembre del 2017 murió producto de una sumatoria de condiciones de profunda negligencia, sometimiento, discriminación y racismo que fueron empujadas por instituciones del Estado. También mencionamos lo acontecido este 7 de noviembre que, a partir de decisión gubernamental, se ejecuta la deportación de al menos 200 haitianos y haitianas del país. Ambas situaciones acontecieron frente a un profundo silencio de la sociedad.
Como feministas nos vemos en la urgencia y auto-interpelación política de dotar de manera explícita de un carácter plurinacional al Encuentro de Mujeres que Luchan del 8 y 9 de diciembre, con la intención de que la construcción al llamado a Huelga del próximo 8 de marzo de 2019 y próximos desafíos adopten articulaciones de las múltiples identidades que constituyen a las mujeres en tanto sus cuerpos, comunidades, orígenes e historia de sus pueblos.
Santiago de Chile, 9 de diciembre 2018
Crónica Digital