La demócrata Kyrsten Sinema derrotó a la republicana Martha McSally en la cerrada contienda por un escaño en el Senado, según cifras oficiales publicadas por la Secretaria del Estado de Arizona.
Con su triunfo, los demócratas volverán a representar al estado de Arizona en el Senado federal por primera vez desde 1988 y ocuparán el asiento del republicano Jeff Flake, heredero del pensamiento conservador tradicional y un crítico del mandatario
Con este resultado se resuelve una de las grandes contiendas tras las elecciones del día 6 de noviembre, pues siguen sin definirse las de las gobernaciones de Florida y Georgia y un escaño en el Senado federal por el primero de estos estados.
Un artículo de opinión que publicó esta semana Juan William, analista político de Fox News Channel, aborda algunos aspectos de ese retroceso y muestra como las huestes republicanas están dañadas y divididas por la forma de hacer política del mandatario.
Indica William que los éxitos del mandatario en mantener una mayoría en el Senado republicano fue la daga que destruyó al antiguo Partido Republicano (GOP), algo que parece cierto por el alejamiento de muchas fuerzas de la nave roja.
Ahora (el presidente) es el único propietario de lo que yo llamo el Partido Trump, plantea el analista al valorar el impacto del mandatario en la organización que lo llevó al poder.
Algunas fuentes de la vertiente conservadora sugieren, sin embargo, que Trump está cumpliendo con las prioridades del GOP desde hace mucho tiempo al nombrar jueces de derecha, reducir las regulaciones gubernamentales sobre negocios, oponerse al aborto, oponerse al control de armas y más.
No obstante, otros menos inclinados por la actual corriente, aseguran que el republicano tradicional antes del magnate inmobiliario ‘representaba el libre comercio, no los aranceles. Apoyaron la inmigración legal. Lucharon contra altos déficits’, argumenta William.
Es difícil para mí creer que tantas personas que alguna vez se llamaron a sí mismos republicanos, específicamente en Indiana, Missouri y Florida, decidieron votar por los candidatos de Trump a pesar de las palabras y acciones diarias del presidente que degradan el debate político honesto, precisa.
Es difícil entender cómo cerca de 40 por ciento del país y 90 por ciento de los republicanos aprueban a este hombre, señala.
Al respecto, asegura, que para sofocar la disidencia del viejo Partido Republicano, el día después de los exámenes parciales, Trump arremetió contra los que no lo abrazaron.
En ese sentido, asevera William, el mandatario nombró candidatos que perdieron para avergonzarlos. Derrotó a los orgullosos legisladores republicanos, incluidos los representantes Peter Roskam de Illinois, Barbara Comstock de Virginia y Mia Love de Utah.
De hecho, de los 75 candidatos respaldados por Trump, solo 21 ganaron, según un análisis de Brookings Institution. Eso es 28 por ciento; un récord perdedor. Incluso en el Senado, donde conservaron su mayoría, el partido vio a los demócratas ganar el voto popular por más de 9 millones de sufragios, elementos que dan muestra de la pérdida roja.
Subraya el analista que de alguna manera, Trump describió esos resultados como ‘muy cerca de la victoria completa’, aunque la realidad muestra otra cosa.
William afirma en su comentario que (el presidente) ‘debe estar hablando del partido de Trump, porque los resultados de las elecciones en la Cámara de Representantes, en las elecciones de los gobernadores y en las elecciones de la legislatura estatal fueron una buena noticia para los demócratas.
En esa valoración subraya que Trump enviaba un mensaje a los republicanos. Como un jefe de la mafia, él exige lealtad absoluta y le dará la espalda a cualquiera que no lo siga.
Resultado de la labor del presidente es que ahora hay pocos miembros de esa agrupación que se atrevan a desafiarlo, lo que lleva a pensar en el surgimiento de un partido personalista y autocrático.
Washington, 13 noviembre 2018
Crónica Digital /PL