El exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, cumple hoy 23 días de una huelga de hambre, que ha extremado en las últimas horas, al negarse no solo a ingerir alimentos, sino también agua.
Glas le pide a las autoridades nacionales que lo transfieran a la Cárcel 4 de Quito, donde permaneció por más un año, tras ser vinculado al caso de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht.
El 21 de octubre último, el exvicemandatario fue llevado a Latacunga, luego de conocerse la fuga del país del exsecretario de Comunicación Fernando Alvarado, quien enfrentaba una investigación por 11 indicios legales, se deshizo del grillete electrónico que usaba y abandonó el país.
Según las autoridades, la determinación se tomó ‘por razones de seguridad’, pero la defensa de Glas sostiene que la acción es solo una venganza política.
‘Soy un preso político. Por el odio sin límites me han trasladado de cárcel sin motivo, sólo por humillarme, sólo por venganza. Mi vida corre peligro’, aseveró por su parte Glas en una carta difundida en las redes sociales, donde recalcó que la huelga de hambre sería por tiempo indefinido.
Desde la mañana del 22, dejó de ingerir alimentos y al mismo tiempo, comenzaron los pedidos de la familia del exvicedignatario, sus abogados, exfuncionarios del gobierno de Rafael Correa, organizaciones sociales y gente de pueblo, para que entes multilaterales intercedan.
La Cruz Roja Internacional y la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, así como la Conferencia Episcopal de Ecuador y el ejecutivo, son algunas de las instancias a las cuales les demandan visitar a Glas para verificar su estado, así como las violaciones cometidas en su caso.
Sin embargo, las solicitudes han caído en saco roto y tanto las instituciones foráneas como el gobierno nacional, ha hecho caso omiso a los pedidos humanitarios por la salud del exvicejefe de Estado, quien padece hipertensión, gastritis y espondilitis anquilosante (considerada una enfermedad catastrófica).
En el caso de la administración, las autoridades indicaron que Glas tiene garantizadas las mismas condiciones del resto de las personas privadas de libertad.
Por otra parte, señalaron que es su responsabilidad y la de quienes lo alientan, los daños resultantes de la huelga de hambre.
‘Esa es su propia y exclusiva responsabilidad y de las personas que desde el exterior y en el país incitan a actitudes agresivas, cuando ellos cómodamente no asumen actitudes de solidaridad real con quienes dicen respaldar’, advirtió el Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos en un Comunicado Oficial.
El proceso en su contra cobró dimensiones internacionales debido a todas las irregularidades planteadas por su representación legal y constatadas por juristas y parlamentarios de otros Estados.
Para muchos, es víctima de persecución política y de una guerra declarada por el actual ejecutivo contra funcionarios que ocuparon cargos durante las dos gestiones de Correa (2007-2017), quien también enfrenta juicio por el presunto secuestro de Fernando Balda, ocurrido en 2012, en Colombia, donde estaba prófugo de la justicia ecuatoriana.
Su lucha se ha convertido en bandera de combate para grupos progresistas y defensores de la llamada Década Ganada, marcada por logros sociales, bajo la presidencia de Correa, a quien acompañó Glas, los últimos cuatro años, atendiendo los sectores estratégicos.
En Ecuador, organizaciones sociales, representantes de la bancada parlamentaria de la Revolución Ciudadana y del pueblo realizan manifestaciones en respaldo a ambas figuras, consideradas como líderes.
Las muestras de apoyo se han extendido a grupos de ecuatorianos residentes en otros territorios como Italia, España, Estados Unidos y el Reino Unido, quienes claman por su salud, contra la judicialización de la política y por su libertad.
Quito, 12 noviembre 2018
Crónica Digital /PL