El año 1988 fue un año muy especial para mí en la Universidad de Concepción, pues ejercía el cargo de presidente de la Federación de Estudiantes (FEC) y ese mismo año la rectoría procedió a mi expulsión y a la de 2 dirigentes de la FEC. Don Adolfo Veloso, quien sería luego el primer intendente en democracia, nos defendió ante la Corte Suprema y fuimos reintegrados a la universidad. Sin embargo, a los pocos días, el rector delegado de la dictadura, Carlos Von Plessing, sacó un nuevo decreto de expulsión, lo que dio paso a un paro estudiantil de 60 días, el paro más largo en la historia de la U de Concepción. Eso significó que finalmente se cambiara la expulsión por suspensión por un año.
Ese año 1988 fue un año muy agitado, dónde se produce un proceso creciente de debate político dentro de las juventudes políticas que conformaban la federación de estudiantes. En ese entonces, el 90 % de los estudiantes votaba a favor de quienes teníamos 2 objetivos: el primero, recuperar la democracia en la universidad y poner fin a los rectores militares y, el segundo, recuperar la democracia en el país, poner fin a la dictadura y que se fuera Pinochet. Esa fue la consigna que alentó todas las elecciones de centros de alumnos y de las federaciones estudiantiles. Yo estaba en la Juventud socialista CNR, una de las diversas ramas de las juventudes socialistas que eran 9, pero en 1988 vivimos un proceso de fusión y nos incorporamos a la juventud socialista Almeyda. Recuerdo que obtuve una votación histórica de casi más de 2100 votos; de las 27 mesas en las cuáles se votaba gané en 26 y en la otra hubo un empate.
El debate sobre el plebiscito capturó la atención política y tensionó a las juventudes políticas. La JJCC y la JS durante mucho tiempo fuimos partidarios de no participar en el plebiscito por cuanto se consideraba que no existían las condiciones para que Pinochet reconociera el triunfo del NO. Pensábamos que se iba a legitimar el triunfo del SI y eso posibilitaría la continuidad de Pinochet por 8 años más.
En agosto de 1988, Jaime Pérez de Arce, dada la negativa de la juventud socialista de la Universidad de Concepción de rechazar el plebiscito y no participar en la convocatoria, concurre a Concepción donde se hizo un gran debate y al final logra convencernos de que la única opción es inscribirnos en los registros electorales y participar en la votación. Yo me inscribí el último día legal para inscribirse en Penco.
La juventud Comunista tuvo un proceso muy similar y levantaron el No hasta vencer. Todos los meses a partir de julio de ese año estuvieron dominados por este proceso al interior de la Universidad. Recuerdo que como presidente de la FEC fui a la sede en Los Ángeles con una “chapita” blanca con letras negras que decía NO. La usaba permanentemente. Recuerdo que me fui a dedo hasta el cruce der la ruta 5, de allí tomé un bus y al interior del bus recuerdo que la gente me miraba extrañado, al final una joven que viajaba al lado mío me dice mejor sáquese la “chapita” al llegar a Los Ángeles, y yo le pregunto ¿por qué? y me dice que es peligroso. Me bajo en Los Ángeles con mi chapita del NO puesta, camino por la ciudad y lo primero que encuentro es un enorme auto pintado con tiza con el SI en todas partes y a medida que iba avanzando me miraban la “chapita” y me miraban como pájaro raro. De hecho, se me acercaron dos personas a darme la mano y a decirme qué bien. La sola presencia de una “chapita” del No en la solapa en Los Ángeles era motivo de reacción espontánea en las calles de los Ángeles. Ese era el clima que se vivía en Chile.
A principios de septiembre fui invitado a participar en los 900 años de la universidad de Bolonia, durante una semana. Esta era invitación que se hacía a un dirigente de una universidad de cada país del mundo. Concurrí a la Universidad de Bolonia y ahí la mayor parte de la agenda era conversar con los exiliados chilenos, con los partisanos italianos, contándoles cuál era la situación en Chile, cuál era el sentido de luchar por la democracia y sobre el plebiscito de octubre. Eran jornadas agotadoras, viajé también a Suiza y a Paris, todo ello en menos de 3 días.
Durante las últimas dos semanas, hubo una planificación respecto de la defensa del triunfo del NO que consistía en un diseño en la eventualidad que hubiese un desconocimiento del triunfo del NO y hubiese fraude. Lo que había que hacer era cerrar Concepción y evitar la salida de los tanques desde el regimiento Chacabuco, porque teníamos la convicción que éramos mayoría, pero había dudas sobre el reconocimiento y nos preparábamos para ese escenario. Se evaluó que eso no los detendría. Pero la decisión fue realizar todo para intentarlo. En perspectiva y a la luz de la actualidad era muy temerario, pero revelador. Se planificaron diversas acciones en defensa del triunfo del NO, entre ellas, cerrar poblaciones, barricadas, marchas y una serie de acciones clandestinas de resistencia. Más que propaganda a favor del NO, era la defensa del triunfo. La Franja del No fue de un tremendo impacto y debe ser uno de los programas más vistos en TV.
El día anterior a la votación fue de planificación del movimiento estudiantil en la defensa del triunfo del no, entre ellas un conjunto de medidas de seguridad. Esa noche dormí en la casa de otros militantes de la JS, no en las pensiones dónde se hacía habitualmente, en prevención a los eventuales allanamientos y detenciones. Estuvimos en varias casas de seguridad, pernocté 3 días en casas distintas. Esa noche, los dirigentes nos retiramos temprano, porque era peligroso que nos quedáramos hasta tarde, pensando en la posibilidad que nos podían detener. Me dormí muy temprano, alrededor de las 10 PM el 4 de octubre. Desperté el día 5 alrededor de 7 AM. Fuimos a votar organizadamente. Y ese día esperamos los resultados en una casa de seguridad. Muy de madrugada, recibo la noticia de que el general Matthei reconoce el triunfo del NO. Había que esperar lo que dirían al día siguiente. A las 10 de la mañana del 6 de octubre, ya estábamos organizando una marcha. Miles de estudiantes salieron a las calles a marchar a la plaza de la ciudad, había una tremenda algarabía, la gente estaba contenta, incluso abrazaban a los carabineros.
Y estuvimos todo el día marchando. Me dirigí a la multitud señalando que habíamos ganado el plebiscito, pero que el dictador Pinochet no se iba. Marché todo el día, se me rompieron las plantas de los pies de tanto marchar. Regresamos a la pensión y de ahí seguimos por televisión los sucesos. A pesar de todo, reinaba mucha desconfianza aún. Se rumoreaba que a pesar del triunfo había algunos al interior de las FF.AA. que querían desconocer y que a pesar de las celebraciones se podía desencadenar un segundo golpe militar. Así que durante esa noche nos reunimos para evaluar esta situación. Yo tenía certeza que el triunfo del No era irreversible, La sensación de todo el día fue de una alegría infinita. Creo que fue uno de los momentos más felices de mi vida, solo comparable al nacimiento de mis hijos. En ese momento se instaló la idea que la ciudadanía sí podía hacer cosas, que la movilización social sí podía cambiar las cosas, que la unidad de todos los sectores era importante. Los del SÍ estaban inhibidos. Nadie de los que votó por el SÍ se atrevió a expresarse en las calles ese día.
La campaña del Sí fue una campaña del terror y de odio, en cambio la campaña del No era alegre y ciudadana. “La alegría ya viene” sintetiza de manera exacta y profunda el sentimiento que había el 5 de octubre de 1988 por parte de la ciudadanía, que después no se haya podido concretar y que para muchos la alegría no llegó, yo sólo puedo decir que ese día la alegría sí llegó para Chile, fue un día histórico que jamás podré olvidar.
Este fue un triunfo que se debió a la movilización de miles de ciudadanos. Motor principal de esta lucha fue la llamada Generación 80 G-80. Una generación que se la jugó con todo en las calles en la lucha contra la dictadura, fuimos los soldados en la lucha contra el dictador Pinochet. Lo hicimos desde varias plataformas, desde quienes cumplíamos funciones públicas hasta quienes lo hacían clandestinamente. El triunfo del NO, no fue un triunfo de los partidos políticos, ellos fueron el motor, la punta de lanza, pero en definitiva fue la masividad ciudadana y la unidad la que logró el triunfo. Si la oposición de hoy, la ex NM tienen algo que examinar es el concepto de unidad como factor de triunfo indiscutido en esa época. Paradojalmente el factor más importante en el triunfo del NO, fue Pinochet. Teníamos diferencias, pero el adversario en común permitía que todas las fuerzas políticas se cohesionaran para enfrentar juntos a la dictadura.
Por Alejandro Navarro Brain
Senador
Santiago de Chile, 4 de octubre 2018
Crónica Digital