El 45 aniversario del Golpe de Estado militar-derechista no solo ha revivido una de las páginas mas sangrientas de la historia política contemporánea del país. Ha constatado que los principales actores del genocidio iniciado el 11 de septiembre de 1973- los ejecutores militares y los resaponsables políticos, y quienes fueron más que “cómplices pasivos”, sino que también ejecutores y beneficiados de los crímenes contra los Derechos Humanos de millares de chilenos, no terminan de hacerse responsables de sus actos.
Con total impudicia pretenden ahora asaltar la Memoria.
La fecha , ha recordado las violaciones de los Derechos Humanos, el asesinato alevoso de miles de chilenos, la tortura, violaciones, la desaparición de miles, el lanzamiento a volcanes, al mar, de personas desde helicópteros militares, por el solo hecho de ser partidarios del gobierno legitimo del presidente Salvador Allende, del envilecimiento, en fin, de las instituciones militares y policiales, judiciales , de los medios de comunicación , de los partidos derechistas, de los principales gremios empresariales de la época, y ha constatado que las heridas siguen sangrando, que no se ha hecho debida justicia, que se mantiene el pacto de silencio de los hechores y cómplices de los crímenes más horrendos que recuerda la historia del país,
Pero junto a la consabida y descarada justificación de los crímenes, al estilo de los principales responsables de la dictadura y sus crímenes, se ha desarrollado una deliberada actitud de tender un manto de silencio, una operación política y mediática a todo nivel, incluido un acto “ecuménico “ de escasos minutos, que sirvió de escenario para que el presidente Sebastián Piñera marcara una orientación para una interpretación antojadiza de los hechos para consagrar como “doctrina oficial ” la justificación del Golpe.
Lo cierto es que con su habitual descaro los cavernarios remanentes de los nostálgicos de Pinochet, parapetados en El Mercurio y otros medios de comunicación, o la derecha gobernante, han sacado la voz en este aniversario.
Uno de los principales colabores del dictador Augusto Pinochet, Carlos Cáceres Contreras, que junto a algunos almirantes y economistas de la derecha conspiradora fue autor del llamado “Ladrillo”, el manual económico de los golpistas de la Armada, que implantó el modelo económico neoliberal a ultranza en el régimen dictatorial, entrevistado por La Tercera este domingo 9 de septiembre, se atreve a declarar que “el bombardeo de La Moneda fue necesario”.
Este sujeto confesó que, estando en España a la fecha, “se alegró” del Golpe y responsabiliza al presidente constitucional de Chile, Salvador Allende, por haberse mantenido en La Moneda, cumpliendo un deber histórico y político, de ser responsable de que “el acto de toma del poder (por los gopistas) tomara un cariz de violencia, y por ende, la decisión de atacarla en la forma que efectivamente se hizo”.
Se trata de una afirmación desvergonzada y cómplice , del que luego fuera designado rápidamente a su vuelta al país, como miembro del Consejo de Estado, presidente del Banco Central, ministro de Haciendo, en 1983 y ministro del Interior (1988-1989), posteriormente premiado con participación en varios Directorios de empresas del país, y que fue uno de los fundadores y presidente del Instituto Libertad y Desarrollo (ILD), de la UDI, junto a Cristián Larroulet, el principal asesor actual del Presidente Sebastián Piñera.
Es decir Cáceres no es ningún “cómplice” pasivo” de la dictadura.
En El Mercurio, uno de sus columnistas predilectos, el profesor de Derecho de la Universidad Católica, Gonzalo Rojas , defensor de Pinochet, sostiene la peregrina tesis que éste ejerció el “derecho de rebelión”, para evitar ”la violación sistemática y generalizada de los derechos humanos con que los marxistas habían atormentado a muchos millones de personas desde 1917”-(la Revolución Bolchevique). Ello debía ser evitado, sigue el argumento de este “profesor “ (acusado hoy, por la FEUC y una alumna de Derecho de abuso de poder y hostigamiento) “aún sabiendo que en la represión quizás se cometerían abusos inaceptables”-
Pero es el propio Presidente de la República, el que. aunque encubre su pensamiento con invocaciones a los Derechos Humanos, y declara inaceptables,, “los graves, sistemáticos y condenables atropellos a los Derechos Humanos que ocurrieron durante el periodo militar”, el que entra a justificar el Golpe y la violencia represiva.
Cuidadosamente el Mandatario en su “reflexión” de 12 minutos, en el Palacio de La Moneda, el 11 de septiembre, habla no de dictadura, sino de ”período militar”, no de crímenes, sino de una “democracia enferma”, “de odio, de violencia, de descalificaciones, de sectarismo”, sin hacer referencia a los hechores de las violaciones de Derechos Humanos, ni tan siquiera a los “cómplices pasivos” de que hablara en el pasado.
Ni siquiera la actualidad noticiosa internacional que habla de un Donad Trump, conspirando con militares venezolanos para preparar un golpe de estado contra el presidente Nicolás Maduro (antes habló de una salida militar a la situación en ese país soberano) hizo reflexionar al presidente chileno sobre la participación norteamericana en el financiamiento, preparación, y realización del Golpe de Pinochet y los gerentes de entonces.
Junto con ello, Piñera marcó la futura estrategia de justificación de los crímenes de la dictadura y de defensa de los torturadores y asesinos y de sus mandantes, afirmando que: ”Los países tienen que recordar su historia, pero nunca deben quedarse atrapados en la historia”.
En resumidas cuentas: borrón y cuenta nueva, dar vuelta la página, diluir las responsabilidades criminales, no hacer justicia, ni verdad.
Esto es lo que ha caracterizado la actitud oficial en este 45 aniversario del Golpe militar-derechista del 11 de septiembre de 1973. Se ha renovado en los espacios políticos, castrenses y fácticos, la prensa que fue cómplice y encubridora y sectores empresariales que fueron favorecidos por el genocidio, el intento de esconder en un manto de olvido, de justificación , a criminales y sus hechos, ofendiendo no solo a la familia de las víctimas, sino que la verdad histórica, para eludir la debida condena judicial,, pero sobre todo para escapar de la repulsa social y política.
Todavía a 45 años del Golpe, pero más años de sedición, conspiración y planificación hay quienes aun se enorgullecen del “ cumplimiento del deber”, o argumentan sobre “la acción voluntaria y predisposición positiva para cumplir las obligaciones inheretes al servicio como consecuencia de un mandato o imposición de un superior jerárquico”, o que se parapetan , como arengó a las tropas y al país, el Comandante en Jefe del Ejército, general Humberto Oviedo, el 9 de julio de 2017, ante 14 mil 219 conscriptos y el personal del cuadro permanente institucional, y sus familiares, tras “las circunstancias”, “la situación concreta”, y “el contexto histórico y político”.
Ya ni siquiera se apela a dar vuelta la página de la historia o reclamar plañideramente, aunque fuese como una mueca hipócrita, el perdón nacional o la “comprensión” de las víctimas, “superar los rencores”, de liberar de culpas a los violadores de Derechos Humanos, Pinochet y su Alto Mando, en primer lugar, y los determinantes actores políticos, “los generales civiles” de lo que se ufanaba haber sido el entonces presidente de la empresarial Sociedad de fomento Fabril, SOFOFA, Orlando Sáez, sino de francamente tergiversar la historia ,o más bien ocultar y ojalá olvidar los hechos.
Lo que se pretende es borrar la historia, asaltar la memoria, blanquear a los criminales, a los ejecutores y a sus mandantes, justificar los “excesos”, en realidad reivindicar los crímenes.
Será por todo esto, como se testimonia en “La Tercera” (8 de septiembre, 2018), que en la Escuela Naval y la Escuela de Grumetes, y en los institutos formadores de la Fuerza aérea no se habla de Derechos Humanos, de Democracia, y mucho menos de Derechos Humanos y se ignora el 11 de septiembre en sus estudios de historia , y en el Ejército se hace una referencia descafeinada de estos temas , haciendo referencia al “contexto nuclear y de Guerra Fría” y a “la situación histórica nacional, marcada por los hechos que desembocaron en el 11 de septiembre de 1973”.
EL general Oviedo lo explicó todo con una supuesta lógica que apunta dar los argumentos de esta nueva etapa de la propaganda castrense, argumentando que “a lo largo de nuestra historia no exenta de guerras, crisis, conflictos y desencuentros, los actores militares de menor graduación, dentro de los que están subtenientes, cabos, soldados conscriptos hayan tenido que obedecer y cumplir órdenes de sus superiores”.
¿Lo del 11 de septiembre de 1973, la conspiración sediciosa previa y el golpe, la participación protagónica de la CIA, del Pentágono, de Richard Nixon, de Henry Kissinger, de Agustín Edwards (como establecieron oficialmente los documentos correspondientes desclasificados en Estados Unidos’) los dólares que a manos llenas alimentaron las huelgas patronales, el desabastecimiento, y la acción subversiva de Patria y Libertad, en contacto con el servicio de inteligencia naval y el funcionamiento de líderes políticos y partidos y medios de comunicación, el asesinato el 25 de octubre de 1970, del Comandante en Jefe del Ejército, René Schneider Chereau, y el 27 de julio de 1973, del Comandante Arturo Araya Peeters, fueron parte de un “desencuentro”?.
En el fondo, en el aniversario del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, la derecha y el pinochetismo no buscaron tan solo justificar el Golpe de Estado y los crímenes de los cuales son cómplices, y hasta financistas, y que en pago por el favor concedido, abrieron los directorios a generales cuando estos pasaron al retiro, sino que, intentaron avanzar en su batalla política, mediática y hasta académica, por apoderarse de la interpretación histórica, asaltar la memoria y avasallar a quienes demandan verdad, justicia y reparación.
Al persistir en la tergiversación y negación de los hechos que condujeron a la que ha sido , en realidad una tragedia nacional, no solo profundizan el dolor de las víctimas, sino que además pretenden escapar del inevitable juicio histórico por sus crímenes y sus omisiones también culpables.
Así la Derecha y el Pinochetismo recalcitrante, no solo expresan su odio por el pueblo, sino que atacan la libertad, la institucionalidad democrática, los Derechos Humanos y la convivencia nacional.
Esto es inaceptable.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 13 de septiembre 2018
Crónica Digital