Por Fausto Triana
La distorsión y el maniqueísmo tan de moda en el siglo XXI, parecen haber perdido los papeles éticos del equilibrio y la objetividad, como sucede ahora con el caso de la muerte de Pablo Neruda.
Sin ambages acerca del desarrollo de la investigación de la justicia y de la ciencia forense de numerosos países, el periódico El Mercurio de Chile, en un comentario firmado de su
Revista de Libros, hace afirmaciones cuando menos asombrosas.
Para no dejar la menor duda el autor señala: “en este ensayo, el propósito de Bernardo Reyes es desarticular cúmulos de ignorancias sobre la vida y, en especial, sobre la muerte del vate”.
Bernardo Reyes es uno de los sobrinos de Neruda, de posición diametralmente opuesta a la de otro sobrino del bardo, el abogado Rodolfo Reyes Muñoz, parte de la investigación que busca la verdadera causa del deceso del Premio Nobel de Literatura.
A partir del ensayo escrito por Bernardo Reyes, el crítico literario y escritor Mario Valdovinos, lanza una serie de aseveraciones entre cuyas perlas aparecen criterios como “teorías siniestras, especulaciones y propósitos turbios (…)”.
Todo para describir un proceso adelantado desde hace años y que cobró especial relevancia, con la realización en octubre de 2017 en Santiago de Chile del II Panel Internacional Genómico-Proteómico integrado por 16 científicos de seis países.
Más allá de puntos de vista que pueden entrar en el terreno de las interpretaciones, Prensa Latina, que ha dado cobertura detallada en los últimos cuatro años a la investigación del expediente del autor de Canto General, ofrece aristas precisas.
Un comunicado del Gobierno de Chile de fines de 2015 concluyó que “resulta claramente posible y altamente probable la intervención de terceros en la muerte de Pablo Neruda”. Esto a partir de notas preliminares en pericias científicas en España.
Renuentes a adelantar noticias para evitar sensacionalismos, los especialistas forenses de Canadá, Dinamarca, España, Francia, Estados Unidos y Chile, mantuvieron total silencio en la misma medida en que fueron encontrando indicios.
La justicia llegó a la conclusión de que el Certificado de Defunción emitido en la clínica Santa María el 23 de septiembre de 1973, que señala caquexia cancerosa, fue falseado, una opinión confirmada por los forenses extranjeros.
En conversación con Prensa Latina, Eduardo Contreras, abogado de derechos humanos y querellante en el expediente de Neruda, rememoró el intercambio que sostuvo hace unos años con Eugenio Ortega, el esposo ya fallecido de la ex senadora Carmen Frei.
“Ambos (Neruda y Frei), ingresados en el mismo piso y cuarto de la misma clínica Santa María (…), tres de los cuatro médicos que están procesados por el crimen de Frei Montalva también atendieron a Neruda”, apuntó Contreras.
Y la misma enfermera que se ocupó de Neruda, igualmente lo hizo con Frei Montalva, acotó.
Ortega y Contreras abordaban el magnicidio de Eduardo Frei Montalva, fallecido nueve años más tarde que Neruda. Hay un proceso judicial en curso en esta capital contra seis acusados del crimen.
Los laboratorios Mac Master de la Universidad de Hamilton, Canadá, fueron los que descubrieron en un molar de Neruda restos de Clostridium botulinum, una sustancia letal que pudo provocarle la muerte, con ayuda de terceros.
El problema futuro es determinar si esas bacterias fueron inducidas para consumar un crimen o las adquirió accidentalmente antes de perder la vida, como explicó a Prensa Latina el doctor Aurelio Luna meses atrás.
Luna, catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Murcia, España, detalló que lo que resta es cotejar las muestras entre los laboratorios de Canadá y Dinamarca, con intermediación de otro de Estados Unidos.
Santiago de Chile, 24 julio 2018
Crónica Digital /PL