Cerca de 250 militantes y dirigentes participan en el encuentro de la Region Metropolitana de los partidos Democracia Cristiana, Por la Democracia, Socialista, Radical, Progresista, Mas y Comunista, que se realiza en la sede la Confederación Nacional de Sindicatos y Federaciones de Trabajadores de la Industria Metalúrgica, Constramet en Santiago de Chile.
Por su importancia Crónica Digital reproduce el discurso del estado dirigente histórico de la Democracia Cristiana Rodolfo Fortunatti.
Amigos y amigas, dirigentes sociales, presidentes de partidos, equipos de trabajo, artistas, intelectuales, creativos, gestores y activistas de derechos civiles y políticos:
Una afortunada coincidencia ha querido que este encuentro se realice en los momentos que el ministro en visita Miguel Vázquez dicta sentencia condenatoria contra nueve ex militares autores del homicidio calificado de Víctor Jara.
De este modo, la memoria histórica ha vencido el paso, a ratos indiferente y amnésico, del tiempo. La memoria, que es latencia e identidad, recuerdo e imaginación poética, pero también justicia, libertad y solidaridad, ha persistido en nuestras luchas de reconocimiento para ofrecernos hoy la reparación que es obra de la justicia.
Han pasado 44 años desde que 44 balas laceraron el cuerpo de Víctor Jara. Fueron las que acabaron con su vida. Porque, primero le torturaron el rostro a discreción, al gusto de quien quiso desquitarse de sus traumas con él, luego mutilaron sus manos, las que en incontables jornadas hicieron vibrar las cuerdas de su guitarra, para, finalmente, arrojarlo como un despojo exánime en las inmediaciones del cementerio Metropolitano.
Muerte indigna, violenta y odiosa… Nadie merece morir así.
Por muchos años me he preguntado por qué tanta inquina con un poeta, con un músico, con un hombre sensible a los sueños y afanes de nuestra gente, especialmente, de la gente sencilla de este país. Cómo hacerle esto a un hombre capaz de concebir y de crear tanta belleza. En Te recuerdo Amanda se nos descubre el talante humanista del cantautor, como en Llanto por Ignacio Sánchez Mejías se nos revela el temple afectuoso de Federico García Lorca, el poeta granadino asesinado por el franquismo. Hoy el juez Baltazar Garzón pide el Premio Nobel póstumo de literatura para García Lorca.
Te recuerdo Amanda podría ser la canción inspirada en su hija, o quizá en los propios padres de Víctor Jara, pero es realmente la historia de amor romántico entre Amanda y Manuel, la pareja de obreros que debe conciliar las exigencias del compromiso político con la lucha contra la pobreza y las humillaciones.
La pregunta sin embargo persiste como confirmando que no hay razón en lo irracional.
¡Por qué tanto ensañamiento! La respuesta está en la cultura. Sus victimarios querían golpear, mancillar y aniquilar hasta hacer desaparecer lo que Víctor Jara representaba: el canto, la letra, la imagen, la identidad y el sentido de pertenencia de la cultura popular. Todo aquello que sus captores no toleraban seguir viendo libre porque libre como era impugnaba el orden y amenazaba intereses y privilegios seculares. Su canto encarnaba toda aquella constelación de creencias, convicciones y valores de justicia y libertad que era necesario atrapar, enjaular y desahuciar porque constituía una amenaza para las relaciones de poder y de riqueza dominantes.
Por eso es de tanto significado y envergadura la condena dictada por el juez
Vásquez. Ella entraña el deber de la memoria, el restablecimiento de cuanto valor esencial fue arrebatado a las víctimas y que hoy, por este acto de reparación, son dignificadas. Pero la sentencia es en lo sustantivo la reivindicación del derecho a la cultura cuando el Primer Encuentro para un Nuevo Chile ha sido dedicado a discutir la cultura y las culturas, las comunicaciones y las artes.
Qué nos une
¿Por qué empezamos por las culturas?
Porque necesitamos presentar nuestras identidades a los demás y pedir el reconocimiento de los demás a dichas identidades: la identidad de los jóvenes, de las mujeres, de los trabajadores, de los dirigentes sociales, de los dirigentes políticos, de los militantes… Por eso este no es un re encuentro, no es un volver a encontrar. Un reencuentro ocurre entre quienes ya se conocen. Aquí asumimos el supuesto de que es necesario conocerse y reconocerse. Y esta es la primera cita para el encuentro entre mundos diversos y plurales que estamos protagonizando.
Seguidamente, es un encuentro para imaginar, para soñar, para pensar y para relatar un Nuevo Chile. En este sentido nuevo es el Chile que emerge con el siglo xxi ante nuestros ojos como consecuencia natural de lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado. Pero también es nuevo el Chile que anida en nuestra imaginación, el Chile todavía inmaterial que habita nuestros ideales y que aspiramos hacer realidad a futuro.
Este primer encuentro es obra de la voluntad unitaria de los partidos de oposición. Es un esfuerzo que vienen emprendiendo desde hace algunos meses las directivas regionales metropolitanas de los partidos Demócrata Cristiano, Socialista, Comunista, Progresistas, Partido por la Democracia, Más Región y Partido Radical.
Es el primero de un itinerario de conversaciones sobre el territorio, los espacios comunitarios, las actividades económicas, las estrategias de seguridad y protección, desde luego, las migraciones que enriquecen nuestras formas de vida.
Se trata de una iniciativa motivada por la idea —convicción para unos, intuición para otros— de que hay algo que nos une y que debemos desentrañar a través del diálogo y la deliberación. De que existe un sustrato ideológico, político, histórico, e incluso filosófico (nadie aquí se declara neoliberal), que hermana a los partidos, formaciones y movimientos sociales reunidos en este espacio común generosamente prestado por la Confederación Nacional de Sindicatos y Federaciones de Trabajadores de la Industria Metalúrgica, Constramet.
Lo declarábamos en la convocatoria: queremos construir nuestros sueños y esperanzas entre todos. Junto a las mujeres, que esperamos ver cada día más empoderadas en sus derechos y garantías. Junto a los estudiantes y a sus aspiraciones de una educación gratuita y de calidad, impartida en escuelas y universidades genuinamente democráticas, participativas y en permanente contacto con las comunidades. Junto a los trabajadores y a sus esperanzas de empleos y sueldos dignos, de protecciones sociales efectivas, así como de organizaciones sindicales fuertes y unitarias. Junto a los profesionales, artistas e intelectuales, que anhelan llevar a Chile a los más altos sitiales de la inteligencia, del saber, de las artes y de la creación cultural.
Queremos hacerlo desde los territorios y para los territorios. Porque es en los espacios locales donde se desenvuelve la vida de las personas, y es en sus comunidades y organizaciones de base donde las personas y los grupos familiares pueden unir fuerzas para enfrentar los problemas cotidianos de salud, educación, medio ambiente, transporte y seguridad.
Desde muy antiguo las mutuales y mancomunales han sido formas de lucha superiores a la competencia salvaje y sin tregua que nos ofrece el capitalismo. No queremos que la gente pierda su calidad de vida y la vida misma en esta competencia desenfrenada y deshumanizadora. Nuestros niveles de desarrollo permiten y pueden sustentar derechos sociales como la salud y la educación, como el trabajo y la vivienda, como la previsión y las instituciones de cuidado, donde las familias puedan vivir sin temores ni inseguridades. No hay ninguna justificación moral para que una nación de 25 mil dólares per cápita mantenga aún en la pobreza a la quinta parte de su población, 3 millones y medio de hombres, mujeres y niños.
Es en los territorios donde se juegan los términos de referencia que aseguran un medio ambiente en armonía con nuestras fuerzas productivas. Es en las comunidades locales donde podemos vigilar una moral pública recta, trasparente y coherente con los valores de libertad, de justicia y de solidaridad que decimos profesar.
Es allí donde debemos promover políticas públicas que lleven el arte y la cultura a cada rincón de la ciudad, que generen oportunidades para que los jóvenes se conviertan en protagonistas, que permitan a los adultos mayores disfrutar una vida activa y creativa, en suma, que hagan de nuestro país un Chile más inclusivo, tolerante y menos discriminatorio.
Es, además, en esta lucha por intereses comunes donde se vigoriza la colaboración mutua entre ciudadanos y se fortalece la organización social.
La próxima semana, el 11 de julio, volveremos a recordar la nacionalización de la gran minería del cobre cuando ahora nuestro horizonte es la nacionalización de las aguas y del litio. Pero, el próximo mes de agosto se conmemoran 50 años desde que fuera promulgada en Valparaíso la Ley de Juntas de Vecinos. Es una oportunidad para poner en el centro de nuestra reflexión el tejido asociativo de los barrios.
Pensando las culturas desde el territorio
¿Qué esperamos de este primer encuentro?
Esperamos poner literalmente de manifiesto una visión común unitaria, inclusiva e integrada de las culturas, de las comunicaciones y de las artes.
Nos parece que debe ser parte sustantiva de este manifiesto un Estado descentralizado que favorezca la producción nacional y los aportes de zonas alejadas del centro. Un Estado garante de derechos económicos, sociales y culturales, que supere lo meramente administrativo y que posea una visión estratégica orientada al uso sustentable de los recursos naturales.
Pensamos que los proyectos culturales deben, entre otras finalidades, reafirmar la identidad y pertenencia de las personas y comunidades, función que debe ser estimulada desde las políticas públicas para que sus genuinos actores, creadores, productores y gestores, puedan llevarlas a cabo y, de este modo, contribuir a la humanización de los territorios.
Debemos comprometernos con el fomento de políticas culturales que tengan como eje central la ejecución, desarrollo y evaluación de proyectos que permitan a los diversos agentes culturales incidir en el uso de los recursos y velar por su transparencia a fin de que los proyectos sean verdaderamente sustentables.
En una época de comunicaciones como la actual, donde cada vez más ciudadanos y localidades se conectan entre sí a través de la radio, la televisión e Internet, debemos emprender políticas públicas que limiten el poder y la influencia de los grandes controladores de medios, especialmente de las cadenas internacionales y de los capitales foráneos frente a los cuales el Estado y el país exponen su soberanía y autonomía.
Construir una cultura democrática a través de la promoción de una sociedad informada y protagónica, inspirada en el pluralismo, con conciencia crítica y calidad de expresión individual y colectiva, significa involucrarnos en la construcción y diseño de esas políticas culturales, a través de la participación y la toma de decisiones.
La cultura en nuestro país debe dar cuenta de nuestra diversidad, como también ser garante del desarrollo de las artes en la educación y en las diversas construcciones sociales que se expresan en la sociedad.
Amigos y amigas: el camino que iniciamos hoy tendrá consecuencias reales sobre el futuro inmediato y la más crucial es que el Nuevo Chile ha empezado a escribirse con nosotros.
Santiago de Chile, 7 de julio 2018
Crónica Digital