Desde horas tempranas, pese a las bajas temperaturas, sindicatos, partidos de izquierda y agrupaciones sociales bloquean el puente Pueyrredón, que conecta a la ciudad bonaerense de Avellaneda con Buenos Aires, la autopista del oeste que une a la capital con La Plata y la Panamericana, otra de las principales rutas.
En cada una de ellas se observa la presencia de efectivos policiales que bordean el área.
El tercer paro que encabeza la CGT desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri en diciembre de 2015 se siente con fuerza. No hay clases, los hospitales también están en huelga, los bancos cerrados y no hay transporte de ningún tipo, ni vuelos, ni taxis, ni colectivos ni metro.
Varias columnas de manifestantes se reunirán en horas del mediodía en la zona del Obelisco porteño para un acto en el que demandarán frenar el ajuste económico, los despidos en el sector estatal y rechazar el préstamo financiero del FMI.
A la medida de fuerza se sumaron las otras dos centrales obreras más importantes del país la CTA y la CTA Autónoma, varios movimientos sociales y la Asamblea de Pequeña y Mediana Empresa y empresas nacionales con un llamado ‘persianazo’, consistente en cerrar las ventanas de los locales todo el día.
Con rechazo unánime al nuevo modelo económico nacional, entre otras cosas, la CGT decidió encabezar la protesta nacional tras el veto presidencial a la ley antitarifazos, aprobada en el Congreso, que pedía retrotraer a 2017 y congelar el precio de los servicios básicos.
Aunque el Gobierno intentó dialogar con los voceros de la central obrera e incluso otorgar un cinco por ciento más de aumento al techo del 15 por ciento de las negociaciones salariales, no hubo acuerdo.
Según trascendió en medios de prensa locales, desde el Ministerio de Hacienda señalaron que el costo del paro traería hoy pérdidas por más de 28 mil millones de pesos.
Buenos Aires, 25 de junio 2018
Crónica Digital /PL